Las infecciones necrotizantes de los tejidos blandos se caracterizan por una necrosis fascial de rápida propagación con una elevada letalidad. Además de un rápido desbridamiento quirúrgico, es crucial un tratamiento intensivo precoz con los antibióticos adecuados.
El reconocimiento y tratamiento rápidos de la fascitis necrotizante y las complicaciones asociadas pueden contribuir a aumentar las posibilidades de supervivencia de los pacientes, explicó el Prof. Klaus-Dieter Schaser, MD, Hospital Universitario de Dresde (D) [1,2]. Una infección necrotizante de los tejidos blandos puede estar causada por diversos microorganismos [3]. La incidencia de infecciones necrotizantes de tejidos blandos debidas a infecciones invasivas por estreptococos Guppe A (GAS) es de 0,4 por cada 100.000 habitantes en EE.UU. [4]. No se dispone de datos de incidencia relativos a otras causas. A pesar de los avances en las opciones de tratamiento, la tasa de mortalidad se ha mantenido alta, en un 25-30%, durante los últimos treinta años, y sólo recientemente se ha informado de un pequeño descenso a cerca del 20% [5].
Necrosis extensa e intoxicación sistémica grave
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, y puede utilizarse la puntuación LRINEC (“Indicador de riesgo de laboratorio para la fascitis necrotizante”) [6,7]. La exploración física y la correcta clasificación de las manifestaciones clínicas son los factores más importantes para un diagnóstico precoz de la fascitis necrotizante [3]. La tomografía computarizada y la resonancia magnética han resultado útiles para una mayor clarificación con un análisis de las características morfológicas [3,8]. La ecografía, la gammagrafía y la radiografía también pueden utilizarse para obtener información sobre el tipo y la extensión de la infección necrotizante [3]. Además de una necrosis extensa de la fascia con extensión a la piel adyacente y una intoxicación sistémica grave con reducción del estado mental y ausencia de afectación muscular primaria, los siguientes criterios diagnósticos también son indicativos de fascitis necrotizante [1,9]: Ausencia de clostridios en la torunda de la herida, ausencia de oclusión vascular causante, infiltración leucocitaria y necrosis focal de la fascia así como del tejido circundante, trombosis microvascular en el examen interno. Existen cuatro subtipos de fascitis necrotizante [2] (Visión general 1).
La diabetes como factor de riesgo significativo
El factor más importante con respecto a la mortalidad, aparte del momento de la intervención quirúrgica, es el tipo y el número de comorbilidades [10]. Según algunas fuentes bibliográficas, la proporción de personas afectadas por fascitis necrotizante que padecen diabetes supera el 70% [3,11]. Otras comorbilidades que son factores de riesgo son [1,3]: obesidad, abuso de alcohol, antecedentes de drogadicción intravenosa, traumatismos, lesiones cutáneas (varicela); úlceras crónicas, quemaduras, heridas postoperatorias, picaduras de insectos, inmunodeficiencias y VIH, insuficiencia renal crónica, cirrosis hepática. Si la fascitis necrotizante se convierte en una necrosis rápidamente progresiva de la grasa subcutánea y la fascia, es una afección potencialmente mortal [3]. Si no se trata, el pronóstico de las infecciones necrotizantes es malo y su evolución grave [3]. Si se sospecha una fascitis necrotizante, es esencial un tratamiento multidisciplinar. Además del médico general, entre ellos figuran cirujanos, radiólogos, microbiólogos, fisioterapeutas y nutricionistas. En la mayoría de los casos, las intervenciones quirúrgicas rápidas y adecuadas determinan el curso de la enfermedad.
Vendaje de heridas en el contexto de la terapia de instilación de presión negativa
La estabilización clínica puede lograrse mediante un desbridamiento mecánico radical (el desbridamiento local no suele ser suficiente). Esto puede ir seguido de una terapia de heridas de presión negativa con instilación (NPWTi). Se trata de un procedimiento innovador en el que la terapia de vacío se combina con la administración y el drenaje automatizados y controlados de soluciones antisépticas o de NaCl para el tratamiento tópico de heridas en el lecho de la herida [12]. La fascitis necrotizante es una de las áreas de indicación quirúrgico-ortopédica de este método de tratamiento [12]. Los autores del artículo publicado en JDDG 2016 [12] señalan que el uso de una VAT/NPWTi en heridas con costras necróticas está contraindicado, ya que pueden desarrollarse signos crecientes de infección además del fracaso de la cicatrización de la herida. En el caso de heridas sangrantes, primero debe iniciarse una hemostasia suficiente antes de aplicar una VAT/NPWTi. También se recomienda especial precaución a los pacientes con trastornos de la coagulación.
El principio de funcionamiento de la NPWTi: La presión negativa aumenta el flujo sanguíneo en la herida y estimula así la neogénesis del tejido de granulación. Al utilizar esponjas menos hidrófobas que la terapia de vacío, se optimiza la distribución de fluidos y la eliminación de residuos del lecho de la herida. Además de una reducción de la superficie de la herida, se produce una inducción del tejido de granulación, así como una reducción de la colonización bacteriana de las heridas. La terapia de vacío es desde hace tiempo una opción de tratamiento establecida en el cuidado de heridas. El principio activo se basa en una espuma hidrófoba reticular de células abiertas con un tamaño de poro definido, que se introduce en la herida y se fija con un apósito de película oclusiva [12]. Al cerrar herméticamente la herida, la terapia de vacío puede aspirar permanentemente las secreciones de la herida y los restos celulares y limpiar así la herida.
Literatura:
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PRÁCTICA GP 2020; 15(2): 22-24