Cuando el dolor se convierte en una enfermedad por derecho propio y deja de ser una función de alerta del organismo, se denomina síndrome de dolor crónico. Además del síntoma principal, suele ir acompañado de otras molestias como trastornos del sueño, falta de apetito o estado de ánimo depresivo. La carga psicológica de los pacientes es enorme, por lo que está indicado un tratamiento terapéutico eficaz.