El dolor crónico no sólo tiene un enorme impacto en la calidad de vida de los afectados, sino que además no es tan fácil de mantener a raya. Elegir al agente adecuado en el momento oportuno es un gran reto y debe ser bien considerado. Esto se debe a que, además de las posibles interacciones, el riesgo de fallo al final de la dosis, por ejemplo, puede provocar un aumento de la cronificación del dolor.
La experiencia del dolor es un proceso multifactorial. Por lo tanto, es comprensible que los enfoques terapéuticos monomodales no produzcan el resultado deseado. Por ello, la mayoría de las opciones de tratamiento se centran en una terapia del dolor interdisciplinar y multimodal. Además del control del dolor, los objetivos principales son recuperar o estabilizar la calidad de vida y la recuperación funcional. El régimen terapéutico debe adaptarse individualmente a las necesidades de la persona afectada e incluir medidas ocupacionales/fisioterapéuticas, psicoterapia e intervenciones farmacológicas, además de la terapia de ejercicios.
El esquema de niveles facilita la orientación
El campo de las opciones terapéuticas farmacológicas es amplio. Una orientación inicial la proporciona un esquema de clasificación que asigna las sustancias activas individuales al grado de dolor (tab. 1 ). Básicamente, los fármacos deben seleccionarse en función de la causa fisiopatológica del dolor. Además, también debe prestarse atención a la relación entre efecto y efecto secundario, que a menudo debe optimizarse. Los estudios han demostrado que los pacientes con dolor crónico interrumpen su tratamiento más a menudo por los efectos secundarios que por una eficacia insuficiente.
Efecto comparable y sin embargo diferente
Especialmente los pacientes con dolor intenso, como el dolor irruptivo tumoral, requieren un opioide muy potente. El dolor irruptivo aparece de repente y dura hasta 30 minutos, en raras ocasiones hasta 60 minutos. Pueden producirse hasta diez veces al día. Son una intensificación temporal del dolor permanente bajo una medicación básica preexistente y bien controlada.
Los factores de riesgo individuales como la edad, la función renal y hepática, el estado del sistema inmunitario y la medicación concomitante desempeñan un papel decisivo en la elección del preparado adecuado. La morfina, la oxicodona y la hidromorfona han demostrado una eficacia comparable. Sin embargo, existen considerables diferencias terapéuticas diferenciales. Los análisis de los registros han demostrado que la morfina es la peor tolerada. La tendencia es hacia la hidromorfona, que permite una terapia segura, eficaz y tolerable a largo plazo incluso en la vejez. Al retrasarse 24 horas, también puede reducirse el riesgo de fallo al final de la dosis.
Fuente: Congreso Alemán del Dolor
InFo NEUROLOGY & PSYCHIATRY 2020; 18(6): 24 (publicado el 28.11.20, antes de impresión).