Las caídas son hasta una cuarta parte más frecuentes en los supervivientes de cáncer que en la población general. Las neuropatías desencadenadas por las quimioterapias parecen desempeñar un papel decisivo. A veces los pacientes luchan contra ella durante meses o incluso años, como demuestra un estudio.
La neuropatía periférica inducida por la quimioterapia (NPIQ) es una afección dolorosa derivada del tratamiento contra el cáncer que se da hasta en dos tercios de las personas tratadas y es difícil de prevenir. Los posibles síntomas son variados y van desde las alteraciones sensoriales y el dolor hasta la debilidad muscular y el deterioro de los reflejos intrínsecos musculares. En los casos agudos graves, la única opción es reducir la dosis o interrumpir la terapia. Se hace especialmente difícil cuando la neuropatía persiste.
En cuanto a la prevalencia, una revisión sistemática realizada en 2014 [1] descubrió que el 30% de los pacientes seguían presentando NPCQ al menos seis meses después de la quimioterapia. Por supuesto, había diferencias entre los agentes y, también como era de esperar, varios factores de riesgo desempeñaban un papel, tanto clínicos como genéticos. Sin embargo, el nuevo estudio de Winters-Stone y sus colegas sobre el tema no se centraba principalmente en la investigación del cuadro clínico per se, sino más bien en un enfoque “orientado a la práctica”. Los objetivos de la rehabilitación funcional debían identificarse mediante una encuesta subjetiva pero también objetiva (a diferencia de muchos estudios anteriores) y comparando la función física de los afectados.
Efectos de los síntomas de la NPIQ en la función corporal
El análisis de los datos comparó a un total de 512 mujeres de unos 60 años cuyo diagnóstico de cáncer se había producido hacía unos seis años (las denominadas supervivientes) -según tuvieran o no síntomas de NPIQ autoinformados- con los siguientes factores:
- Función o limitación física autodeclarada y caídas en el último año
- Estudio objetivo de la fuerza máxima en las piernas, prueba cronometrada de “bipedestación en silla”, batería de pruebas de función física, marcha (velocidad, número de pasos, ritmo, longitud, apoyo).
De hecho, aquellas mujeres con síntomas de NPCQ -y esto seguía siendo la mitad (47%) seis años después de la terapia- tenían peores puntuaciones funcionales tanto objetivas como subjetivas (excepto en dos parámetros: fuerza máxima en las piernas y apoyo durante una marcha normal). En concreto, los CIPN autoinformaron de un aumento altamente significativo del riesgo en un factor de 1,8 para las caídas, así como de síntomas significativamente más frecuentes de deterioro físico (también en las actividades cotidianas). Objetivamente, la marcha era más lenta y se daban muchos más pasos, pero más pequeños.
La gravedad de los síntomas se asoció linealmente con el deterioro funcional, la limitación física y un mayor riesgo de caídas.
Importancia clínica de los resultados
Las caídas son ante todo un peligro para la persona afectada, a veces con consecuencias fatales. Por otro lado, representan una carga económica sanitaria considerable. Los pacientes/supervivientes de cáncer se ven especialmente afectados [2,3], y esto, como demostró el estudio, incluso años después del tratamiento. Si se quiere abordar eficazmente el problema de las caídas asociadas a la NPIQ [4], se necesitan cambios profundos en la práctica clínica diaria. El cribado precoz de riesgos con la selección en programas adecuados que entrenen específicamente el equilibrio, la marcha, la propiocepción y la estabilidad postural en función de las actividades diarias del paciente podría aliviar el problema de las limitaciones funcionales. Lo ideal sería realizar una evaluación de referencia para detectar signos y síntomas de neuropatía, por ejemplo, alteraciones sensoriales o déficits en la movilidad y el equilibrio, antes del inicio de la quimioterapia y un seguimiento posterior durante la terapia para la detección precoz de cualquier área problemática. Winters-Stone et al. proporcionan información importante sobre las áreas afectadas (como la marcha). Al mismo tiempo, proporcionan estrategias de encuesta para la clínica.
Si nos fijamos en las recomendaciones sobre el tema, por ejemplo de la Red Nacional Integral del Cáncer de EE.UU., que ya en 2009 publicó sobre el tratamiento farmacológico y no farmacológico de los síntomas de la NPIQ [5], o en trabajos más recientes [6], parece importante, a la vista de los datos de Winters-Stone, no limitar el tratamiento de la NPIQ única o principalmente a los fármacos. La formación terapéutica y los programas preventivos con personas con riesgo de caídas son medidas prometedoras, aunque costosas, y se centran en la prevención de complicaciones más que en el tratamiento puramente medicinal de la NPCV. La eficacia y la rentabilidad de los programas de prevención específicos se están convirtiendo cada vez más en el centro de atención y el tema de futuros estudios. No deben olvidarse otros factores de riesgo de caídas en (antiguos) pacientes con cáncer, como las metástasis cerebrales o las caídas previas, y deben investigarse con más detalle [2].
Combinación de parámetros objetivos y subjetivos
Como en algunos estudios anteriores, algunos parámetros se recogieron mediante autoinforme, lo que puede limitar la fiabilidad de los datos. La combinación con parámetros objetivos como la marcha, la fuerza en las piernas, etc. sirvió así, por un lado, para apoyar los autoinformes y, por otro, pretendía mostrar dónde reside el potencial concreto de prevención. ¿Por dónde hay que empezar para prevenir las caídas? Las respuestas estarían ahí, ahora se trata de trasladarlas sistemáticamente a la práctica.
En pocas palabras
- Durante la quimioterapia puede producirse una neuropatía periférica.
- Esto puede afectar a la función física, con un mayor riesgo de caídas para la persona afectada.
- La prevención de caídas puede ser útil en este contexto.
Fuente: Winters-Stone KM, et al: Journal of Clinical Oncology 2017; 35(23): 2604-2612.
Literatura:
- Seretny M, et al: Incidencia, prevalencia y factores predictivos de la neuropatía periférica inducida por la quimioterapia: Una revisión sistemática y metaanálisis. Dolor 2014; 155(12): 2461-2470.
- Wildes TM, et al: Revisión sistemática de las caídas en adultos mayores con cáncer. J Geriatr Oncol 2015 Ene; 6(1): 70-83.
- Mohile SG, et al: Asociación del cáncer con los síndromes geriátricos en beneficiarios mayores de Medicare. J Clin Oncol 2011 abr 10; 29(11): 1458-1464.
- Tofthagen C, Overcash J, Kip K: Caídas en personas con neuropatía periférica inducida por la quimioterapia. Support Care Cancer 2012 Mar; 20(3): 583-589.
- Stubblefield MD, et al: Informe del grupo de trabajo de la NCCN: tratamiento de la neuropatía en el cáncer. J Natl Compr Canc Netw 2009 Sep; 7(Suppl 5): S1-S26; cuestionario S27-28.
- Hershman DL, et al: Prevention and Management of Chemotherapy-Induced Peripheral Neuropathy in Survivors of Adult Cancers: American Society of Clinical Oncology Clinical Practice Guideline. J Clin Oncol 2014; 32: 1941-1967.
InFo ONCOLOGÍA Y HEMATOLOGÍA 2017; 5(5): 5