Se considera seguro que un desequilibrio microbiano es relevante para la enfermedad. La naturaleza exacta de los procesos asociados a ello es objeto de estudios actuales. También se ha demostrado que el exposoma puede favorecer o empeorar el estado de la piel afectada por el acné. En cuanto a las implicaciones terapéuticas, las pruebas son aún limitadas, pero se trata de un campo de investigación con futuro.
Hasta ahora, las relaciones fisiopatológicas del acné vulgar no se han aclarado del todo [1,2]. El papel del microbioma en el desarrollo y mantenimiento del acné se ha convertido cada vez más en el centro de interés en los últimos años. Las interrelaciones son muy complejas y actualmente se investiga una gran variedad de hipótesis. Como parte de la actualización virtual de dermatología y alergología, la doctora en medicina Maja A. Hofmann, de la Charité Universitätsmedizin Berlin (D), ofreció una visión general actual del papel del microbioma cutáneo.
Centrarse en la disbiosis microbiana como factor patogénico
El hecho de que la composición y la actividad del microbioma cutáneo se vean alteradas en el acné se ha demostrado empíricamente en varias ocasiones. Qué microbios están implicados y cómo es el tema de numerosos estudios actuales [3]. “Cada persona tiene un microbioma diferente y a menudo hay disbiosis, no sólo en el acné sino también en otras enfermedades”, explica el ponente. Esta modificación de la barrera cutánea desencadenada por cambios en la microbiota puede conducir a un estado patológico (resumen 1). En un estado saludable, las bacterias, los virus y los parásitos no pueden penetrar en el organismo gracias a las barreras protectoras primarias y a los componentes de defensa inmunitaria asociados. Si a pesar de todo los microorganismos penetran en los tejidos, la linfa y el torrente sanguíneo, son atacados por la barrera secundaria, un sistema muy complejo de componentes innatos (fagocitos, células asesinas naturales, sistema del complemento) y adaptativos (“específicos”) del sistema inmunitario. El sistema inmunitario se orienta, por un lado, hacia moléculas marcadoras individualmente específicas de la superficie de las células del organismo (“complejo mayor de histocompatibilidad”, sistema CMH) y, por otro, hacia moléculas microbianas (“patrones moleculares asociados a patógenos”, PAMP).
Las investigaciones sobre la interacción de las distintas bacterias de la piel aportarán más datos sobre la fisiopatología del acné vulgar en los próximos años, afirma el Dr. Hofmann [2]. El Propionibacterium acnes produce la pequeña molécula coproporfirina III, que induce al Staphylococcus aureus (S. aureus) a formar una biopelícula, que es patogénicamente pobre y da lugar a una respuesta inmunitaria, explicó el ponente, refiriéndose a un artículo publicado en Nature 2018 [4].
En un artículo publicado en 2020 por Dreno et al. La disminución de la diversidad del microbioma cutáneo como consecuencia del aumento de la colonización por Cutibacterium acnes (C. acnes) provocada por los cambios hormonales y la mayor reducción de sebo inducida por éstos se describe como un factor patogénicamente relevante [1]. Se sigue pensando que el aumento de la colonización de Cutibacterium acnes y Staphylococcus epidermis (S. epidermis) es característico del acné. C. acnes contiene numerosos grupos de genes biosintéticos y lipasas que intervienen en la producción y liberación de moléculas antimicrobianas e inmunomoduladoras y, por tanto, pueden alterar el microambiente. También se ha descubierto que la diversidad de los filotipos de C. acnes se reduce en la piel afectada por el acné [5,6].
En referencia a los resultados de los estudios de secuenciación metagenómica, un artículo de O’Neill y Gallo de 2018 cuestiona el concepto de que el sobrecrecimiento de los folículos pilosos con C. acnes desencadenado por la producción de sebo sea el único motor de la inflamación y la progresión del acné [3]. Los autores postulan un modelo de enfermedad alternativo en el que una combinación de diferentes metabolitos microbianos dentro de una estructura de interacción bidireccional actúa como motor del proceso inflamatorio asociado al acné (Tabla 1).
El exposoma también está implicado
Además de los numerosos desencadenantes internos, los factores externos también contribuyen a modificar el espectro de gérmenes de la piel. El exposoma, es decir, el conjunto de factores ambientales relevantes para la enfermedad, también está implicado en ello (visión general 2) [7]. El exposoma cutáneo se define como la totalidad de factores ambientales a lo largo de la vida que influyen en el estado de la piel y en las enfermedades cutáneas [7]. Entre ellos se incluyen, por ejemplo, la nutrición, la medicación, las toxinas ambientales, los factores climáticos y los factores psicosociales [8]. Es importante señalar a los pacientes que una dieta equilibrada puede ayudar a estabilizar el acné, afirmó [2]. Entre los posibles factores desencadenantes se encuentran los productos lácteos y los dulces (especialmente el chocolate). Entre los medicamentos, los antidepresivos y los antiepilépticos pueden influir negativamente en el estado de las personas con acné. También se sabe que la alta humedad en combinación con las altas temperaturas puede contribuir a un empeoramiento de los síntomas al modificar la biopelícula. Y ahora también sabemos que el estrés desempeña un papel nada desdeñable. Según el ponente, no carece de importancia debatir estos factores, pero la experiencia demuestra que a menudo hay poco tiempo para ello en la práctica clínica diaria.
Uso terapéutico: obstáculos a superar
Mantener el equilibrio del microbioma cutáneo dentro de los folículos y en la superficie de la piel se considera esencial en la piel propensa al acné y en la afectada por éste [1]. Sin embargo, los resultados de la investigación a este respecto siguen siendo muy incompletos [3]. Según O’Neill y Gallo 2018, los análisis metagenómicos longitudinales de los cambios fenotípicos en el microbioma durante la terapia con antibióticos o isotretinoína pueden ser informativos, especialmente en pacientes refractarios a la terapia o en los que los síntomas reaparecen después del tratamiento. Los autores consideran esencial comprender mejor las interacciones de la epidermis de C. acnes y S. , por un lado para comprender mejor la fisiopatología y, por otro, para detectar metabolitos secundarios que puedan utilizarse terapéuticamente [3]. Aunque los antibióticos orales y tópicos son el pilar probado de la terapia, aún existen muchas lagunas en el conocimiento de la microbiota como diana terapéutica, así como la opción de erradicar comensales importantes. Entre los principales obstáculos a los estudios científicos en este sentido se encuentran la falta de técnicas moleculares para la manipulación genética de C. acnes y la falta de un modelo in vivo representativo del acné. Así pues, aún quedan muchas preguntas sin respuesta sobre la interacción de los factores microbianos y no microbianos en la patogénesis del acné y sobre cómo pueden traducirse estos hallazgos en aplicaciones terapéuticas.
Fuente: FomF (D) Dermatología y Alergia 2020
Literatura:
- Dréno B, et al: J Cosmet Dermatol 2020; 19(9): 2201-2211.
- Hofmann MA: Acné y rosácea: ¿qué ayuda mejor a quién? PD Dra. med. Maja A. Hofmann, Actualización en Dermatología y Alergología, Hofheim (D), 12.09.2020.
- O’Neill AM, Gallo RL: Microbioma 2018; 6(1): 177.
- Byrd AL: Nat Rec Microbiol 2018; 16(3): 143-155.
- Kwon HH, Suh DH. Internat J Dermatol. 2016; 55(11): 1196-1204.
- Qidwai A, et al: Human Microbiome J 2017; 4: 7-13.
- Passeron T, et al: JEADV 2020; 34 (IssueS4): 4-25.
- Dreno B, et al: JEADV 2018; 32: 812-819.
- Dreno B, et al: J Eur Acad Dermatol Venereolb 2020; 34: 1057-1064.
- Lederberg J, McCray AT: Scientist 2001; 15(7): 8.
- Hinghofer-Szalkay H: Un viaje a través de la fisiología. Estrategias de defensa, colonización microbiana del organismo, em. Univ.-Prof. Dr.med. Helmut Hinghofer-Szalkay, http://physiologie.cc/XVII.1.htm
- Dréno B, et al.: Tratamientos sin receta para el acné vulgar: su papel en nuestro arsenal terapéutico – Una mesa redonda internacional. J Cosmet Dermatol 2020; 19(9): 2201-2211.
- Hofmann MA: Acné y rosácea: ¿qué ayuda mejor a quién? PD Dra. med. Maja A. Hofmann, Actualización en Dermatología y Alergología, Hofheim (D), 12.09.2020.
- O’Neill AM, Gallo RL: Interacciones huésped-microbioma y avances recientes en la comprensión de la biología del acné vulgar. Microbioma 2018; 6(1): 177.
- Byrd AL: El microbioma de la piel humana. Nat Rec Microbiol 2018; 16(3): 143-155
- Kwon HH, Suh DH. Avances recientes en la investigación sobre la diversidad de cepas de Propionibacterium acnes y el acné: ¿patógeno o espectador? Internat J Dermatol. 2016; 55(11): 1196-1204.
- Qidwai A, et al: Los principios emergentes de la biogénesis del acné: un problema dermatológico de la pubertad. Microbioma Humano J 2017; 4: 7-13.
- Passeron T, et al.: Impacto clínico y biológico del exposoma en la piel. JEADV 2020; 34 (IssueS4): 4-25.
- Dreno B, et al: La influencia del exposoma en el acné. JEADV 2018; 32: 812-819.
- Dreno B, et al: El papel del exposoma en el acné: resultados de una encuesta internacional a pacientes. J Eur Acad Dermatol Venereolb 2020; 34: 1057-1064.
- Lederberg J, McCray AT: ‘Ome Sweet ‘Omics – A Genealogical Treasury of Words, Tesoro genealógico de palabras. Científico 2001; 15(7): 8.
- Hinghofer-Szalkay H: Un viaje a través de la fisiología. Estrategias de defensa, colonización microbiana del cuerpo, em. Univ.-Prof. Dr.med. Helmut Hinghofer-Szalkay, http://physiologie.cc/XVII.1.htm
DERMATOLOGIE PRAXIS 2020; 30(6): 44-45 (publicado el 6.12.20, antes de impresión).