La proporción de pacientes con sobrepeso u obesidad graves aumenta constantemente. La enfermedad generalizada se considera más bien un trastorno de la salud derivado de un estilo de vida poco saludable. Sin embargo, las consecuencias pueden ser dramáticas. La obesidad es una de las causas más importantes de importantes enfermedades secundarias como la hipertensión, la diabetes mellitus o las cardiopatías coronarias. La gestión de la terapia multimodal puede ayudar.
La obesidad, definida como un aumento de la grasa corporal por encima del nivel normal a partir de un IMC >30, es muy común en todo el mundo. El hecho de que la prevalencia se haya duplicado en los últimos 30 años debe tomarse en serio, informó la Dra. med. Eleonora Seelig, de Liestal. Existen grandes diferencias: mientras que en EE.UU. el 20-30% de la población es obesa, en África Occidental/Oriental, Japón o incluso India no llega al 5%. Con una cuota del 10%, Suiza se sitúa en medio del pelotón. En 2018, la Encuesta Suiza de Salud reveló que el 10,2% de las mujeres eran obesas y el 12,3% de los hombres. Si sumamos la proporción de hombres con sobrepeso, uno de cada dos hombres en Suiza pesa más de lo normal. Estas cifras son alarmantes porque la morbilidad y la mortalidad aumentan significativamente en los pacientes obesos. Por ejemplo, con un IMC de 40-45, la esperanza de vida se reduce entre ocho y diez años. Por supuesto, esto también repercute en los costes, que rondaron los 8.000 millones de francos suizos en 2012.
Pero, ¿por qué la humanidad es cada vez más pesada? Tanto los genes como el entorno influyen en la estatura física. De hecho, se ha descubierto que la obesidad es hereditaria. Sin embargo, se considera que las influencias medioambientales son las principales responsables del aumento del peso corporal. Un gran problema es la sobreestimulación y la exposición constante a las tentaciones. En un estudio muy elaborado realizado en EE.UU., se relacionó el comportamiento alimentario de adultos sanos y delgados con su historial de peso. El seguimiento se prolongó durante 20 años. Por término medio, los sujetos ganaron 1,5 kg en cuatro años. Sin embargo, había grandes diferencias en función del comportamiento alimentario. Una dieta poco saludable se notaba claramente más en la balanza que una dieta saludable. Por ello, la calidad de los alimentos desempeña un papel decisivo. En un pequeño estudio, 20 personas fueron expuestas cada una a una dieta ultraprocesada con alimentos procesados o a una dieta sin procesar durante quince días. Este último implicaba una cocina fresca. Ambas dietas eran absolutamente comparables en términos de composición e ingesta calórica. Sin embargo, el peso corporal aumentó significativamente en las dos semanas con alimentos procesados, mientras que disminuyó con alimentos recién cocinados.
Centrarse en la gestión de la terapia multimodal
Utilizando un estudio de caso, Seelig mostró los pasos individuales de la gestión de la terapia. Una paciente de 26 años se quejaba de un aumento de peso constante. En el momento de la consulta, pesaba 98 kg y medía 175 cm, lo que corresponde a un IMC de 32. No tomaba ninguna medicación y no informó de ninguna enfermedad subyacente. Los antecedentes familiares fueron positivos para la obesidad. Comenzó la búsqueda de desencadenantes tangibles. Además de la medicación, también incluyen el hipotiroidismo, el síndrome de rubefacción, trastornos funcionales en el hipotálamo o defectos genéticos. El objetivo de la reducción de peso incluye minimizar el riesgo de morbilidad y mejorar la calidad de vida. Esto puede lograrse mediante una gestión terapéutica basada en la intervención en el estilo de vida, la farmacoterapia y la cirugía bariátrica.
La intervención sobre el estilo de vida se centra en un cambio sostenible del comportamiento alimentario y de actividad física. Esto puede lograrse mediante contactos frecuentes y breves que proporcionen información y orienten al paciente. Esto puede hacerlo tanto un médico como un nutricionista, un psicólogo y un preparador físico. Las comidas deben estar estructuradas y tener una composición equilibrada. En cuanto a la reducción de peso, todas las dietas comunes han demostrado una eficacia similar, afirma el experto. Por lo tanto, la dieta individualmente ideal es la que también puede mantenerse a largo plazo. Sin embargo, en lo que respecta a los beneficios cardiovasculares, la dieta mediterránea se ha establecido como especialmente eficaz. Además, para conseguir una estabilización del peso a largo plazo y unos efectos metabólicos favorables, se deben aumentar las actividades diarias y practicar ejercicio con regularidad.
Apoyo farmacológico para la pérdida de peso
Debe impartirse educación sobre el estilo de vida a todos los pacientes obesos. Sin embargo, también hay que ver aquí los límites: muy pocos pacientes consiguen una reducción de peso satisfactoria únicamente gracias a un cambio en el comportamiento alimentario y de ejercicio. Además, el proceso puede verse favorecido por la administración de un análogo del GLP-1. Utilizado originalmente en la terapia de la diabetes, no sólo mejora la secreción de insulina sino que también reduce la sensación de hambre en el cerebro. En un estudio de 3700 pacientes obesos, la administración de 3,0 mg de liraglutida frente a placebo además de dieta y ejercicio mostró una pérdida de peso significativamente mayor (8,4 ± 7,3 kg frente a 2,8 ± 6,5 kg). La adición del análogo del GLP-1 a la gestión de la terapia requiere la aprobación del coste por parte del especialista. Los prerrequisitos para ello son un IMC ≥35 (o ≥28 en caso de enfermedades concomitantes adicionales asociadas a la obesidad), la participación en un programa de obesidad, no haber recibido tratamiento previo con un análogo del GLP-1 y no tener cirugía bariátrica prevista o ya realizada.
La cirugía bariátrica es una opción para los pacientes con un IMC de 35 o más y con intentos infructuosos de pérdida de peso durante más de dos años. Si se lleva a cabo esta medida, la reducción de peso suele ser del 20-30% del peso inicial. Sin embargo, esto puede variar mucho de una persona a otra. Es posible que se produzca un ligero efecto rebote al cabo de uno o dos años. Se consigue una reducción significativa de la mortalidad y una reducción de la morbilidad. La calidad de vida mejora gracias a la reducción de peso.
Fuente: Foro de Educación Médica Continua
CARDIOVASC 2021; 20(1): 34 (publicado el 3.3.21, antes de impresión).