Ya se trate de la participación, del suicidio o del trato con enfermos mentales infractores de la ley, en psiquiatría y psicoterapia las condiciones éticas y jurídicas de la acción médica son especialmente relevantes y evidentes. Por ello, la DGPPN se centró en ellos en su congreso del 23 al 26 de noviembre de 2022 con el lema “Ética, derecho y salud mental”.
Cuando un paciente busca tratamiento para una enfermedad mental, es responsabilidad de quienes le proporcionan el tratamiento buscar opciones terapéuticas junto con el paciente. Sin embargo, en las fases agudas de la enfermedad, los afectados no siempre pueden o quieren cooperar. A veces, el interés superior del paciente y su voluntad entran en conflicto. A continuación, habrá que considerar una amplia gama de cuestiones éticas y jurídicas en la búsqueda del mejor curso de acción. “Eso es lo que hace que nuestra profesión sea tan especial”, afirma el Prof. Dr. Thomas Pollmächer, de Ingolstadt (D), Presidente de la sociedad profesional DGPPN, al describir el tratamiento cotidiano en psiquiatría. “Nos encontramos con nuestros pacientes en sus fases más vulnerables y conmovedoras. Establecemos relaciones, acompañamos a las personas a través de las crisis y, al hacerlo, intentamos por todos los medios hacer justicia tanto a la voluntad del paciente como a su bienestar junto con él. A veces, sin embargo, estos dos principios básicos de la ética médica entran en conflicto entre sí, por ejemplo, cuando una persona con una enfermedad mental quiere quitarse la vida o rechaza un tratamiento que podría salvarle la vida. Incluso entonces, la voluntad del paciente es, por supuesto, un bien superior. Pero si, debido a su enfermedad, no es capaz, o sólo de forma limitada, de tomar decisiones autodeterminadas, entonces habrá que examinar y sopesar cuidadosamente los requisitos legales y nuestras responsabilidades éticas.” La psiquiatría ha establecido procesos e instrumentos sistemáticos para ello en los últimos años.
“A veces las órdenes que nos dan un paciente y sus familiares o, de forma más abstracta, la sociedad en general, se contradicen. A veces también contradicen lo que nosotros, como médicos, consideraríamos médicamente indicado. ¿Qué ocurre si un paciente necesita quimioterapia para salvar su vida pero la rechaza por un delirio de envenenamiento? ¿Qué ocurre si la familia está preocupada por una paciente cada vez más negligente, pero ella rechaza cualquier tratamiento? ¿Y cómo evitar que una paciente que se comporta de forma agresiva y posiblemente incluso violenta con sus semejantes debido a su enfermedad, pero que no quiere ser tratada, sea simplemente encerrada de forma permanente? Para nosotros, como psiquiatras, siempre es un reto muy especial enfrentarnos a estos dilemas éticos. Tenemos que tomar decisiones de tratamiento que respeten la autonomía de los pacientes y a la vez se ajusten a los cuidados médicos, que eviten daños y al mismo tiempo respeten el principio de justicia. Queremos proteger los derechos y las necesidades de todos los implicados y afectados, ayudar a nuestros pacientes a alcanzar la salud mental, garantizar su participación y, al mismo tiempo, proporcionar seguridad al entorno”, afirma Pollmächer.
La psiquiatría moderna se centra en la autonomía de los pacientes. Se centra en el derecho a la autodeterminación, se basa en un entorno terapéutico cooperativo y evita en la medida de lo posible las medidas coercitivas. Sin embargo, esta visión de la psiquiatría centrada en la autonomía sólo puede ser puesta en práctica por la sociedad en su conjunto y sólo si la política marca el rumbo correcto.
Los retos del futuro
Como añadió el Prof. Dr. Dr. Volker Lipp, de Göttingen (D), la tensión entre libertad, cuidado y protección da forma a los discursos sobre psiquiatría. Los derechos de las personas afectadas están en primer plano. “Hay que respetar su dignidad y sus derechos aunque estén enfermos o discapacitados. Sin embargo, tienen el mismo derecho a recibir tratamiento médico y atención sanitaria. El marco jurídico para el tratamiento y la atención de los enfermos mentales se sitúa en esta zona de tensión”, afirma el experto. Ve los retos del futuro en la cuestión de la libre responsabilidad, especialmente cuando se trata del suicidio y las autolesiones. ¿Cuándo debemos aceptar las decisiones de un enfermo? ¿Cuándo podemos protegerle contra su voluntad, en casos extremos incluso con medidas coercitivas? Además, está la cuestión de la relación entre el derecho y la psiquiatría. ¿Puede el legislador, pueden los tribunales dictar a la psiquiatría cómo debe tratarse a un enfermo? El tercer desafío puede describirse como “coerción como ultima ratio”. La coerción debe ser el último recurso en la situación específica del tratamiento. Hay que tener en cuenta las ideas y preferencias del paciente, es decir, lo que es importante para él y lo que es secundario para él. Políticamente, el lema sitúa la prevención y la evitación de medidas coercitivas en el centro de la agenda, a todos los niveles: a nivel de los que proporcionan el tratamiento, a nivel de las instituciones implicadas y, por supuesto, a nivel de la política sanitaria.
Fuente: Congreso de la DGPPN; Dossier “Enfermedades mentales en Alemania: centrado en la autonomía del paciente”.
InFo NEUROLOGY & PSYCHIATRY 2022; 20(6): 37 (publicado el 4.12.22, antes de impresión).