Según un análisis secundario publicado en 2019, los niveles bajos de vitamina D se asocian a una peor evolución de la enfermedad y a un deterioro de la calidad de vida. Es necesario seguir investigando sobre los posibles efectos positivos de los suplementos de vitamina D en esta población de pacientes.
Como muestran los datos de una revisión sistemática publicada en 2019 [1], los niveles bajos de 25-OH-D son un biomarcador de la actividad de la enfermedad en la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) y un factor predictivo de un peor pronóstico. La concentración de 25-OH-D refleja la ingesta de vitamina D con los alimentos y su formación a partir de las provitaminas de la piel por la luz UV. Se distingue entre estado normal de vitamina D (nivel sérico de 25-OH vitamina D >75 nmol/l), insuficiencia de vitamina D (<75 nmol/l) y deficiencia real de vitamina D (nivel sérico de 25-OH vitamina D <15 nmol/l).
Etiología multifactorial y curso recidivante
La colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, los dos tipos principales de EII, se caracterizan por periodos de baja actividad de la enfermedad que se alternan con exacerbaciones graves. A menudo se requiere un tratamiento de por vida para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida. El objetivo de la terapia es principalmente el alivio y la reducción de la aparición de recaídas. Los síntomas varían según las personas y van desde un dolor abdominal leve a síntomas de cólicos y numerosos episodios de diarrea. La inflamación crónica del intestino se debe a una desregulación del sistema inmunitario.
Aún quedan muchas preguntas sin respuesta sobre la etiología de la EII. Los conocimientos actuales sugieren causas multifactoriales, que implican complejas interacciones entre la predisposición genética, la desregulación del sistema inmunitario y la microflora intestinal, y factores ambientales desencadenantes [1]. Cada vez hay más pruebas que sugieren que la vitamina D puede desempeñar un papel protector en la patogénesis de la EII [2,3]. Por ejemplo, se ha demostrado que la vitamina D desempeña un papel importante en el mantenimiento de la función de barrera epitelial en el tracto intestinal para defenderse de los factores inflamatorios y patógenos [4,5]. Además, en estudios anteriores se han demostrado funciones antiinflamatorias y efectos reguladores del microbioma intestinal en el contexto de las respuestas inmunitarias [6,7].
Alta prevalencia de síntomas carenciales
Los niveles demasiado bajos de vitamina D son frecuentes en pacientes con EII. Según un análisis secundario con datos de más de 900 pacientes [8], existía una deficiencia en el 38,1% de las personas con enfermedad de Crohn y en el 31,6% de las personas con colitis ulcerosa (criterio: nivel sérico de 25(OH)D ≤25 ng/mL). Durante mucho tiempo se ha hablado de una posible asociación entre la vitamina D y la EII, pero los estudios anteriores no llegaron a resultados claros [1]. Esto puede deberse a aspectos metodológicos (por ejemplo, tamaño pequeño de la muestra, estadios heterogéneos de la enfermedad, tamaños del efecto bajos, diferentes umbrales para determinar la deficiencia de vitamina D). Así pues, aún existen lagunas en nuestra comprensión del papel de la vitamina D en la patogénesis de la EII.
Estructura de interacción compleja
El estudio de Gubatan et al. En 2019, el objetivo era conocer mejor cómo los niveles bajos de vitamina D, frecuentes en los pacientes con EII, están relacionados con parámetros relevantes para la enfermedad (actividad de la enfermedad, inflamación de la mucosa, tasa de recaída, calidad de vida). Se incluyeron un total de 27 publicaciones de 2011 a 2018 (colitis ulcerosa: n=3115; enfermedad de Crohn: n=5201) [1]. Los datos proceden de pacientes de 6 continentes y 14 países de (Alemania, Australia, Brasil, Canadá, China, Dinamarca, Eslovaquia, Estados Unidos, Irán, Irlanda, Noruega, Países Bajos, Portugal, Sudáfrica). La edad media era de 41,4 años y la distribución por sexos de 45,7%:54,3% (hombres:mujeres). La concentración media de 25(OH)D de todos los pacientes con EII fue de 25,5 ng/mL. La calidad de los estudios incluidos se evaluó mediante la escala Newcastle-Ottawa (media = 7, rango = 4-9). 17 estudios (n = 3143) cumplieron el criterio de “enfermedad clínicamente activa”. El análisis mostró que los niveles bajos de 25(OH)D estaban asociados con la actividad de la enfermedad, tanto en todos los pacientes con EII (OR agrupado 1,53; IC del 95%: 1,32-1,77; p<0,00001) y en los subgrupos colitis ulcerosa (OR agrupada 1,47; IC 95% 1,03-2,09; p=0,03) y enfermedad de Crohn (OR agrupada 1,66; IC 95% 1,36-2,02; p<0,00001). No hubo diferencias significativas entre los dos subgrupos (p=0,43).
Dado que el metaanálisis incluía estudios observacionales, no pueden concluirse causalidades directas. Existen pruebas de que unos niveles bajos de vitamina D al inicio de la prueba se asocian a un mayor riesgo de actividad y recurrencia de la enfermedad en el futuro. Es posible que la vitamina D desempeñe un papel tanto como causa como efecto en los parámetros clínicos de la EII.
¿Tiene sentido la suplementación?
Las posibles explicaciones de los bajos niveles de vitamina D en los pacientes con EII son, por un lado, los factores relacionados con la nutrición y la malabsorción en relación con los procesos inflamatorios. Por otro lado, el malestar como consecuencia de un episodio agudo puede provocar que se pase menos tiempo al aire libre, con la correspondiente reducción de la exposición a la luz solar y, por tanto, una menor producción endógena de vitamina D.
En un metaanálisis publicado en 2018 por Li et al. [9] demostraron que la suplementación con vitamina D aumentaba los niveles basales de 25(OH)D y se asociaba a un menor riesgo de recaída de la EII en comparación con el placebo. Sin embargo, no se pudo aclarar claramente la relación entre las tasas de recaída y la dosis de vitamina D suplementada. Los suplementos vitamínicos no tuvieron ningún efecto sobre los marcadores inflamatorios ESR y CRP.
Según Gubatan et al. [1], puede deducirse de los resultados de diversos análisis secundarios que debería realizarse un seguimiento rutinario de los niveles de vitamina D en los pacientes con EII. Se necesitan más estudios para responder finalmente a la pregunta de si la administración de suplementos para la deficiencia de vitamina D es un posible objetivo terapéutico.
Literatura:
- Gubatan J, Chou ND, Haagen Nielsen O, Moss AC: Revisión sistemática con metaanálisis: asociación del estado de la vitamina D con los resultados clínicos en pacientes adultos con enfermedad inflamatoria intestinal. Farmacología y terapéutica alimentaria 2019, https://doi.org/10.1111/apt.15506
- Gubatan J, Moss AC: Vitamina D en la enfermedad inflamatoria intestinal: algo más que un suplemento. Curr Opin Gastroenterol 2018; 34: 217-225.
- Nielsen OH, Rejnmark L, Moss AC: Papel de la vitamina D en la historia natural de la enfermedad inflamatoria intestinal. J Crohns Colitis 2018; 12: 742-752.
- Assa A, et al: La deficiencia de vitamina D predispone a la disfunción de la barrera inducida por Escherichia coli adherente-invasiva y a la lesión colónica experimental. Inflamm Bowel Dis 2015; 21: 297-306.
- Chen SW, et al: Efecto protector de la 1, 25-dihidroxivitamina d3 sobre la lesión de la unión estrecha del epitelio intestinal inducida por lipopolisacáridos en monocapas de células caco-2. Inflamación 2015; 38: 375-383.
- Gubatan J, et al: Los niveles séricos más altos de vitamina D se asocian con perfiles protectores de citocinas séricas en pacientes con colitis ulcerosa. Cytokine 2018; 103: 38-45.
- Tabatabaeizadeh SA, et al: Vitamina D, el microbioma intestinal y la enfermedad inflamatoria intestinal. J Res Med Sci 2018; 23: 75.
- Del Pinto R, et al: Asociación entre la enfermedad inflamatoria intestinal y la carencia de vitamina D: revisión sistemática y metaanálisis. Inflamm Bowel Dis 2015; 21: 2708-2717.
- Li J, Chen N, Wang D, et al: Eficacia de la vitamina D en el tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal. Medicina 2018; 97: e1266.
PRÁCTICA GP 2019; 14(11): 22-24