Las dermatosis en la zona genital son muy estresantes para los afectados. ¿Qué factores de riesgo se conocen y cuál es el estado actual de los conocimientos relativos a la terapia?
“La Candida albicans sigue siendo el patógeno más importante y causa más del 70% de todas las infecciones”, explicó la doctora Isabella Terrani, del Hospital Cantonal de Bellinzona. Las cándidas son comensales en el tracto inferior de los genitales femeninos (vagina, vulva). Además de los recién nacidos y las personas inmunodeprimidas, las personas con un aumento de los niveles de estrógenos (por ejemplo, debido al embarazo o a los anticonceptivos), los fumadores, los diabéticos, los enfermos de psoriasis, los atópicos y los pacientes tratados con inmunosupresores o antibióticos tienen un mayor riesgo de infección (candidiasis), explicó el ponente. Entre las cepas bacterianas no Candida (NCA), C. parapsilosis y C. glabrata son las más comunes en la etiología de la candidiasis [1].
Las infecciones más importantes y su tratamiento de un vistazo
Vulvovaginitis por cándida (CVV): Se trata de una infección común, con una prevalencia a lo largo de la vida del 75% en el caso de las mujeres y del 5-8% en el caso de la VVC recurrente, señaló. Los patógenos más comunes son Candida albicans (en >85% de los casos). En alrededor del 5%, la enfermedad está causada por cepas bacterianas no Candida, siendo C. glabrata el patógeno más común, seguido de C. tropicalis y C. parapsilosis.
Los síntomas típicos de la CVV son prurito, ardor en la salida vaginal y en la vulva, y posiblemente cambios inflamatorios. En presencia de flujo vaginal, deben considerarse los siguientes diagnósticos diferenciales: vaginosis bacteriana (criterios de Amsel: pH >4,5; fluor vaginalis gris-blanquecino; células cluecas; olor a pescado); vaginitis aeróbica (pH elevado); tricomoniasis; ITS [2]. Sólo se confirmó el diagnóstico en un tercio de las mujeres que creían padecer vaginitis por cándida [3]. Las indicaciones diagnósticas diferenciales también pueden venir dadas por los distintos rasgos morfológicos característicos de la Candida [4]. Los síntomas también dependen de la edad (nivel de estrógenos); las pacientes premenopáusicas suelen tener afectación vaginal, las posmenopáusicas más afectación vulvar e intertrigo.
Las pacientes inmunocompetentes asintomáticas y las parejas de pacientes con vulvovaginitis no necesitan tratamiento, afirmó el ponente [2].
Los siguientes criterios son indicativos de vulvovaginitis crónica recurrente por Candida: al menos 4 episodios al año y síntomas durante más de 6 semanas o al menos 12 episodios al año y síntomas durante al menos 100 días al año. La terapia (tabla 1) debe administrarse durante un periodo más largo que en el caso de la vulvovaginitis normal por Candida. Se conocen las siguientes interacciones en relación con la terapéutica CVV: El sexo oral y anal conducen a una peor respuesta con la terapia continua de fluconazol [5]; En el RCVV que no responde al fluconazol, debe realizarse un frotis [2]; Los probióticos como medicación adicional pueden reducir la tasa de recurrencia del CVV [6].
Balanopostitis candidamicética: Candida es el agente causante del 20% de todas las balanitis infecciosas [7]. Los síntomas clásicos son picor, eritema con una superficie húmeda y brillante y un recubrimiento blanco en forma de punteado. En cuanto al tratamiento, el clotrimazol al 1% es el que cuenta con las mejores pruebas (precaución: no utilice la crema Imazol en el glande del pene), seguido del miconazol al 2% y la nistatina (resumen 1).
Intertrigo candidamicético: Es la complicación más frecuente del intertrigo. Los cambios patológicos típicos incluyen lesiones satélites y collaretes. En el diagnóstico diferencial deben distinguirse los siguientes cuadros clínicos: Dermatitis de contacto, psoriasis inversa, enfermedad de Hailey, tiña inguinal (no afecta al escroto). Los factores de riesgo del intertrigo candidamicético son la ropa ajustada, la sudoración y una higiene deficiente.
Fuente: Swiss Derma Day, 16 de enero de 2019, Lucerna
Literatura:
- Sadeghi G, et al.: Emergencia de especies no Candida albicans: epidemiología, filogenia y perfil de susceptibilidad al fluconazol. Journal de Mycologie Médical 2018; 28(1): 51-58.
- Sherrad J, et al: 2018 European (IUSTI/WHO) International Union against sexually transmitted infections (IUSTI) World Health Organisation (WHO) guideline on the management of vaginal discharge. Revista Internacional de ETS y SIDA 2018; 29: 1258-1272.
- Ferris GD, et al: Uso indebido de medicamentos antimicóticos sin receta asociados a candidiasis vulvovaginal diagnosticada en pacientes. Ginecología y Obstetricia 2002; 99(3): 419-425.
- Cassone A: Infecciones vulvovaginales por Candida albicans: patogénesis, inmunidad y perspectivas de vacuna. BJOG. Revista de Obstetricia y Ginecología 2015; 122(6): 785-794.
- Grinceviciene S, et al: Comportamiento sexual y colonización extragenital en mujeres tratadas por vulvovaginitis recurrente por Candida. Micosis 2018; 61(11): 857-860.
- Xie HY, et al: Probióticos para la candidiasis vulvovaginal en mujeres no embarazadas. Base de datos Cochrane de revisiones sistemáticas. Base de datos Cochrane de revisiones sistemáticas 2017, Número 11. CD010496. DOI: 10.1002/14651858.CD010496.pub2
- Borelli S, Lautenschlager S: Diagnóstico diferencial y tratamiento de la balanitis. Dermatólogo 2015; 66(1): 6-11.
- Edwards SK, et al: Directriz europea 2013 para el tratamiento de la balanopostitis. Revista Internacional de ETS y Sida 2014; 25(9): 615-626.
PRÁCTICA DERMATOLÓGICA 2019; 29(1): 38-39