Las lesiones de los tendones de Aquiles se encuentran entre las patologías tendinosas más comunes. Además de la pronación excesiva del antepié y la deformidad de Haglund, entre los factores predisponentes se incluyen determinados deportes y ciertas afecciones preexistentes como la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico, la diabetes mellitus y la artritis úrica. La rotura aguda del tendón de Aquiles se desencadena por la dorsiflexión forzada del pie contra la fuerza de contracción del músculo gastrocnemio. Las roturas incompletas suelen ir seguidas de una tendinosis degenerativa fibromatosa.
El tendón de Aquiles es el tendón más fuerte del cuerpo humano. El diámetro transversal suele ser de 6 mm. No tiene vaina tendinosa y es el tendón con las lesiones más frecuentes [1]. Los cambios inflamatorio-degenerativos se clasifican en el resumen 1 .
Los cambios inflamatorios pueden producirse en enfermedades reumáticas sistémicas o ser el resultado de un esfuerzo o una sobrecarga. La degeneración mucoide e hipóxica provoca un engrosamiento del tendón, una estructura no homogénea en la resonancia magnética y un cambio de contorno biconvexo. Es la causa más común de ruptura espontánea. No todos los cambios degenerativos del tendón son sintomáticos [2]. Sin embargo, las reacciones inflamatorias provocan dolor local en la zona distal del tendón, hinchazón y una capacidad de recuperación limitada. La tendinosis y la tendinitis pueden tratarse de forma conservadora, incluidos los pequeños desgarros del tendón. El alivio constante, la estabilización y la terapia antiinflamatoria conducen a la proliferación y remodelación del tejido tendinoso tras la fase inflamatoria inicial [3]. Las roturas del tendón de Aquiles se asocian a una pérdida de la función de elevación del talón y suelen encontrarse entre 3 y 5 cm craneales a la inserción en el calcáneo. Los hombres de mediana edad se ven afectados con mayor frecuencia en función de la carga deportiva [4]. El tratamiento quirúrgico mínimamente invasivo produce resultados funcionalmente buenos y reduce significativamente las complicaciones postoperatorias.
Las radiografías son muy limitadas a la hora de detectar cambios degenerativos e inflamatorios en el tendón, y las roturas no son detectables. Ecográficamente, se pueden detectar bien las inflamaciones del tendón de Aquiles, también las roturas con pérdida de continuidad detectable [1]. La tendinosis puede cuantificarse ecográficamente [5] (resumen 2). Los exámenes por tomografía computarizada pueden visualizar la tendinosis y la inflamación asociadas a la compresión estructural o al ensanchamiento de la sección transversal del tendón. La resonancia magnética es el método de elección en la detección y el diagnóstico diferencial de las lesiones del tendón de Aquiles. Los cambios inflamatorios del propio tendón, la peritenonitis y la bursitis acompañante se visualizan con seguridad. La resonancia magnética también es excelente para documentar los procesos de cicatrización [1,6].
Estudios de caso
El dolor local del tendón de Aquiles distal estuvo presente en todos los casos demostrados. Diversas causas provocaron la sintomatología; en el caso de la rotura del tendón, se produjo una restricción completa del efecto de tracción del tendón sobre el calcáneo.
El caso 1 muestra un traumatismo por contusión no muy reciente del tendón de Aquiles en una paciente de 56 años con un hematoma extenso, parcialmente organizado, dorsal al tendón (fig. 1 ). Dependiendo de la gravedad de la contusión y de la afección, el tendón puede permanecer intacto, como en este caso. En el caso 2 , también se produjo un desgarro intratendinoso de corta extensión (Fig. 2A y B ) en una tendinosis ya importante, y la paciente de 65 años tenía dolor dependiente de la carga. El caso 3 muestra un síndrome de Haglund con exostosis de Haglund, bursitis subachillea marcada y tendinitis menor del tendón de Aquiles (fig. 3). La capacidad de carga y el movimiento del pie de la paciente de 48 años estaban dolorosamente limitados; también había un considerable dolor por presión local.
La tendinosis significativa con desgarro parcial del oblicuo ventral (Fig. 4 ) se encuentra en el ejemplo de caso 4, la tendinosis y tendinitis de inserción crónica del tendón de Aquiles con exostosis de Haglund (Fig. 5) está presente en el caso 5. El caso 6 demuestra una rotura de segmento largo del tendón de Aquiles loco typico (Fig. 6) en caso de degeneración importante e inflamación acompañante del cojinete liso, Caso 7 un estado postoperatorio con refijación del tendón en el calcáneo (Fig. 7).
Mensajes para llevarse a casa
- El tendón de Aquiles es el tendón más fuerte del ser humano y también el tendón con los cambios patológicos más frecuentes.
- Los hombres de mediana edad deportivamente activos se ven afectados con especial frecuencia por las roturas tendinosas.
- Desde el punto de vista del diagnóstico, la ecografía y la resonancia magnética son punteras en la detección de cambios degenerativos e inflamatorios, así como de rupturas.
- La tendinosis y la tendinitis del tendón de Aquiles pueden tratarse de forma conservadora; para las roturas se están estableciendo técnicas quirúrgicas reconstructivas mínimamente invasivas.
Literatura:
- Weishaupt D, Zanetti M: Diagnóstico radiológico del pie. Radiology up2date 2002; 3: 237-257.
- Splittgerber L, Ihm JM: Importancia de la patología asintomática del tendón en los atletas. Curr Sports Med Rep 2019; 18(6): 192-200.
- Thomopoulos S, et al: Mecanismos de lesión y reparación del tendón. J Orthop Res 2015; 33(6): 832-839.
- Maffulli N, Via AG, Oliva F: Rotura crónica del tendón de Aquiles. Open Orthop J 2017; 31(11): 660-669.
- Schueller-Weidekamm C: Sonografía del sistema musculoesquelético. Radiology up2date 2009; 1: 15-29.
- Breitenseher M: El entrenador de resonancia magnética. Miembro inferior. Stuttgart, Nueva York: Georg Thieme Verlag 2003; 66-71.
PRÁCTICA GP 2021; 16(8): 32-33