Que la medicina y el arte están muy unidos es una vieja sabiduría. No en vano se habla de “arte curativo”. Por el contrario, el efecto reconfortante de la música es bien conocido y también puede utilizarse en otros contextos con fines médicos. Lo mismo puede decirse del humor, que también puede influir positivamente en el proceso de curación.
La música es algo muy personal y puede desencadenar emociones fuertes. La alegría y la piel de gallina pueden ser reacciones predecibles cuando oímos una melodía favorita: estos procesos están firmemente anclados en nuestro cerebro. Por el contrario, estas sensaciones pueden estar ausentes durante un acontecimiento que cambia la vida. Desde el punto de vista neurocientífico, la memoria musical parece ser una región cognitiva por derecho propio [1]: La resonancia magnética funcional ha demostrado que algunas regiones cerebrales se activan de forma diferente durante la música triste, aburrida o alegre. La memoria musical permanece intacta durante un tiempo sorprendentemente largo en las enfermedades orgánicas del cerebro. Incluso en la enfermedad de Alzheimer avanzada, las reacciones emocionales desencadenadas por la música familiar pueden persistir durante mucho tiempo, aunque el lenguaje y el estado emocional del paciente ya no lo sugieran. La percepción de la música parece ser la última función que se pierde en la demencia avanzada. Por el contrario, la música puede ser un estímulo muy poderoso. En Estados Unidos, por ejemplo, se fundó la Organización Música y Memoria con el objetivo de proporcionar a los pacientes ancianos con demencia un iPod con su música favorita.
Música para la curación
La música siempre ha ocupado un lugar especial en la historia de la humanidad, no sólo como forma de arte, sino también como medio de curación [2]. Ya desde la prehistoria se pueden encontrar indicios similares. Esculapio, Platón y Aristóteles utilizaron el efecto de la música en su labor médica. Se asumió que el efecto curativo de la música sobre la psique también cura el cuerpo e incluso se desarrollaron aplicaciones musicales específicas para diversas enfermedades. En 1914, Evan O’Neil Kane escribió en JAMA que los pacientes toleraban mejor la inducción de la anestesia bajo la influencia de la música y estaban menos ansiosos antes de tener que someterse al “horror de la cirugía” [3]. La música también tiene efectos positivos mensurables en los pacientes de las unidades de cuidados intensivos (reducción de las hormonas del estrés) [4]. Y no sólo escuchar ayuda: hacer música activamente es igual de curativo [5].
El que ríe, se siente mejor
El humor tiene un efecto positivo en el proceso de curación. Es una “droga feliz” que no cuesta nada, es legal, no engorda ni crea adicción y no tiene más efectos secundarios graves que el dolor de estómago, los ojos húmedos y la falta de aliento.
La gelotología es la ciencia que se ocupa de los efectos de la risa. La Asociación para el Humor Aplicado y Terapéutico, fundada en 1988, define el humor terapéutico como “cualquier intervención que promueva la salud y el bienestar estimulando el descubrimiento lúdico, la expresión o el reconocimiento de lo absurdo o de la desigualdad encubierta de las situaciones de la vida” [6].
La risa en el hospital, al igual que la música, no sólo puede activar los procesos de curación, sino también crear un estado de ánimo positivo y una atmósfera de calidez. Los payasos de hospital se utilizan ahora no sólo en hospitales infantiles, sino también en salas de diálisis, paliativos, oncología, quemados y urgencias [7].
El objetivo de estas actividades de divulgación es crear una actitud positiva entre pacientes, familiares y cuidadores para hacer frente al estrés y al duelo. Huelga decir que este tipo de trabajo sólo puede llevarse a cabo en estrecha colaboración y consulta con los cuidadores y únicamente por payasos especialmente formados y altamente profesionales. No se trata sólo de ser gracioso: Los cuentos, la música y las canciones ayudan a estimular las funciones cognitivas de los pacientes. Antes de la visita al paciente, el payaso se sienta con el personal asistencial y los familiares para obtener información sobre el estado psicosocial y médico de la persona en cuestión. Si es posible implicar activamente al paciente en el conjunto, puede extraerse de nuevo una consecuencia terapéutica de la actuación en una sesión informativa posterior si es necesario [8].
Literatura:
- Pinho AL, et al.: Conectando para crear: la pericia en la improvisación musical se asocia a un aumento de la conectividad funcional entre las áreas premotoras y prefrontales. J Neurosci 2014; 34: 6156-6163.
- Conrad C: El arte de la medicina: música, medicina y corporeidad. The Lancet 1981; 886-887.
- Kane E: El fonógrafo en el quirófano. JAMA 1914; 62: 1829-1830.
- Nelson A, et al: El papel de la música en el hipermetabolismo. Clin Nutr Metab Care 2008; 11: 790-794.
- Hillecke T, Nickel A, Bolay HV: Perspectivas científicas de la musicoterapia. Ann N Y Acad Sci 2005; 1060: 271-282.
- Spitzer P: Payasos de hospital – bufones de la corte moderna en acción. The Lancet 2006; 34-35.
- Warren B, Spitzer P: El arte de la medicina: reír hasta la longevidad – el trabajo de los payasos ancianos. The Lancet 2011; 378: 562-563.
- Warren B: Healing laughter: the role and benefits of clown-doctors working in hospitals and healthcare, en Warren B (ed.): Using the creative arts in healthcare and therapy. Londres y Nueva York: Routledge 2008; 213-228.
PRÁCTICA GP 2014; 9(12): 10