Las miopatías inflamatorias pueden ser idiopáticas o inducidas por patógenos. También se encuentra concomitantemente en colagenosis, granulomatosis y síndromes malignos y paraneoplásicos. El diagnóstico por imagen se realiza principalmente mediante resonancia magnética, al igual que los exámenes de seguimiento durante y después de la terapia.
En lo que respecta al diagnóstico precoz, el diagnóstico diferencial y la terapia diferencial, las miopatías inflamatorias pueden resultar problemáticas [1]. A menudo, los controles de seguimiento imagen-morfológicos son necesarios, ya que en ausencia de especificidad de las enzimas séricas musculares, la reducida graduabilidad de los parámetros clínicos así como el limitado valor informativo de la biopsia (pequeños volúmenes de muestra, especificidad incompleta del infiltrado celular), a veces no es posible en primer lugar una asignación diagnóstica inmediata. Las miopatías inflamatorias pueden dividirse patogenéticamente en autoinmunológicas y miositides relacionadas con patógenos, pero también pueden aparecer como comorbilidad en el contexto de otras enfermedades (Tabla 1).
La miositis por cuerpos de inclusión representa alrededor del 20% de las miopatías inflamatorias, alcanza su punto máximo entre los 50 y los 70 años y tiene una proporción entre sexos de 3:1 (hombres:mujeres). Atrofia muscular, paresia, disfagia, disfonía y disartria con un curso lentamente progresivo caracterizan la presentación clínica. La polimiositis y la dermatomiositis son relativamente raras, con una incidencia anual conjunta de aproximadamente 1:100.000, y pueden darse en todos los grupos de edad, aunque la polimiositis es más rara en la infancia. Los principales síntomas clínicos son la disfagia con un 30-50%, el dolor muscular con un 50% y la artralgia con un 20-30%. Los criterios importantes de diagnóstico diferencial se resumen en la tabla 2.
Las miopatías inflamatorias se observan cada vez más como una complicación de la infección por VIH en hasta el 72% de los casos [2]. Morfológicamente, la miositis abscesificante puede ser difícil de diferenciar del miosarcoma con necrosis tumoral [3].
Los exámenes tomográficos por ordenador en el diagnóstico primario de las miopatías inflamatorias, como las radiografías, los ultrasonidos y los procedimientos de medicina nuclear, sólo tienen un valor suplementario [4]. Sin embargo, la HR-TC tiene una gran importancia en el contexto del diagnóstico pulmonar en las colagenosis o granulomatosis [5]. También es importante excluir las enfermedades musculares inflamatorias como comorbilidad en los síndromes malignos y paraneoplásicos. En estos casos, debe favorecerse la obtención de imágenes por PET-TC [6]. La tomografía computarizada ofrece ventajas sobre la resonancia magnética en el diagnóstico de la miositis osificante con la visualización de calcificaciones musculares tempranas [7].
En la resonancia magnética (RM), los criterios morfológicos de imagen pueden ayudar a diferenciar la miositis [1,8], que se enumeran en la tabla 3.
La miositis focal difiere en el patrón de afectación (un solo músculo o compartimento muscular afectado) y muestra un claro realce del contraste sin abscesos ni necrosis tisular. Los músculos individuales de la parte inferior de la pierna son los principales afectados. Las calcificaciones son frecuentes en la miositis parasitaria y las reacciones de contraste intensas acompañadas de necrosis tisular y abscesos son casi habituales en la miositis inducida por patógenos. Las reacciones del tejido edematoso requieren el uso de secuencias supresoras de grasa para una detección fiable [9]. Sin embargo, la evidencia de edema no es sólo una expresión de inflamación, como muestra la tabla 1 en términos de diagnóstico diferencial.
La resonancia magnética permite un diagnóstico rápido y un tratamiento adaptado a los síntomas. Esto puede reducir los riesgos de un diagnóstico erróneo y el retraso de la terapia [4]. La IRM también es una herramienta importante en la planificación de la biopsia; puede proporcionar información concreta sobre la localización y el alcance de la inflamación muscular. Un criterio importante para la extensión de la biopsia es el hallazgo RM-tomográfico de la extensión de la inflamación a la fascia muscular, que entonces también debe biopsiarse.
Mensajes para llevarse a casa
- La miopatía inflamatoria se divide en etiología autoinmunológica frente a la inducida por patógenos.
- Además de la determinación de las enzimas séricas musculares, la biopsia y otros parámetros clínicos, las técnicas de imagen son importantes herramientas de diagnóstico.
- La tomografía computerizada o el PET-TAC pueden utilizarse para aclarar una comorbilidad, la resonancia magnética (RM) en todos los demás casos.
- La inyección de contraste intravenoso no es obligatoria para diagnosticar la miositis, pero puede ser útil para visualizar un absceso en casos de inflamación muscular inducida por patógenos.
Literatura:
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PRÁCTICA GP 2019; 14(11): 31-33