Una vez más, una bomba de la política sanitaria ha estallado en la prensa dominical. El Consejo Médico Suizo cuestiona el cribado sistemático de las mamas. Como era de esperar, el tsunami de indignación llegó el lunes. Obviamente, no todas las partes interesadas evalúan los mismos estudios o los interpretan de forma diferente.
¿Cuál es el “número necesario para cribar” y el “número necesario para herir”? ¿Cuántas mamografías de qué calidad deben realizarse a cuántas mujeres y con qué intervalos para evitar que una mujer muera de cáncer de mama? ¿Depende la interpretación y selección de los estudios de si los expertos desean ante todo reducir los costes o de si quieren evitar que muera de cáncer de mama el mayor número posible de mujeres? ¿Cuántas mujeres se ven innecesariamente perturbadas por resultados falsos positivos? ¿En cuántas mujeres se pasa por alto el carcinoma a pesar del programa de cribado? ¿Cuántas mujeres pueden verse innecesariamente desamparadas para aliviar a cuántas? ¿Es la probabilidad pre-test suficientemente alta en el grupo de mujeres de 50-69 años? Evidentemente, ¡estas cuestiones están abiertas al debate!
Los expertos discuten en público sobre un tema cargado de emoción, y el profano se pregunta. El lunes siguiente a la publicación del informe, a las 9 de la mañana, ya se me acerca el primer paciente por los informes del periódico. Estaba enfadada e inquieta. A su hermana le diagnosticaron cáncer de mama hace diez años, a la edad de 50, y no ha tenido ninguna recidiva. Hace dos años, mi paciente, que ahora tiene 69 años, se sometió a su revisión anual con un nuevo ginecólogo. Tenía cargo de conciencia porque llevaba dos años sin hacerse una mamografía. Le habían metido en la cabeza que tenía que hacerse una mamografía anual. La visita al ginecólogo fue muy decepcionante. El examen se había limitado a la toma de la citología. No había tenido que quitarse la blusa y no le habían examinado los pechos. Para ello, fue registrada en el hospital para una mamografía. Hasta hoy no había estado bajo control y me agradecería que le recomendara otro médico.
Las campañas públicas, los debates y las políticas no pueden hacer justicia a la mujer individual. Fomentan la inseguridad. Así que una mujer tiene miedo de no detectar un tumor, otra de sentirse innecesariamente insegura y enferma.
Ustedes, queridos colegas, tienen la tarea de asesorar a cada mujer en particular, examinándola detenidamente y tomando las medidas que respondan a sus necesidades. No pueden eludir esta responsabilidad, más aún cuando los expertos discuten.
Cordialmente, suyo
Dr. Josef Widler
PRÁCTICA GP 2014; 9(2): 1