El diagnóstico de “cáncer” pilla a la mayoría de la gente desprevenida y deja tras de sí incertidumbres y temores. Una conversación suave y adaptada a la persona afectada puede reforzar la relación médico-paciente a largo plazo. Esto también influye en la respuesta a la terapia.
A pesar de todos los modernos diagnósticos basados en aparatos y terapias basadas en pruebas, la conversación médico-paciente desempeña un papel central en la salutogénesis. Los estudios demuestran que la satisfacción del paciente y también el éxito de una terapia dependen de la forma en que el médico dirige la conversación. Un concepto clave relevante a este respecto es el de la adherencia, que también está directamente influenciado por las habilidades comunicativas del médico. A menudo las habilidades comunicativas son incluso más importantes que la experiencia clínica del médico. El aprecio por el paciente desempeña un papel fundamental en este sentido. Porque esta valoración del médico conduce directamente a un aumento de la autoestima del paciente. Y eso ya se ataca per se en esta fase vulnerable.
Además, la capacidad de absorción se reduce al mínimo en una situación emocionalmente estresante. Por lo tanto, siempre hay que preguntarse qué se recuerda de esta conversación y si un colega profesional puede haber mantenido ya una conversación similar. Lo que sigue es un inicio casi inmediato de dependencia de los proveedores médicos, a menudo unido a un accionismo frenético. Ahora también es importante prestar atención a los tonos tranquilos y leer entre líneas. Porque el paciente quiere a alguien que realmente le entienda a él y a su situación. Especialmente temas como el miedo al dolor, la situación familiar y la carga de los parientes, las experiencias anteriores con la enfermedad o el miedo posterior a la recidiva se abordan con frecuencia en las conversaciones psicooncológicas.
Evite el correo silencioso
Ha dado buenos resultados seguir una estructura clara con la descripción de la situación, el establecimiento de prioridades, el tratamiento de la enfermedad, la visión de los recursos hasta la clarificación del mandato de tratamiento para apoyar al paciente de la mejor manera posible. En cualquier comunicación médico-paciente puede surgir el problema del “silencio-posterior”: Puede haber una gran diferencia entre lo que el médico quiere decir y lo que dice, y uno debe ser consciente de ello. Lo que el paciente oye y lo que realmente entiende puede ser muy diferente del mensaje inicial. Por lo tanto, no sólo es sensato sino imperativo limitarse a unos pocos datos relevantes y ser lo más claro posible al transmitir el mensaje.
InFo ONcOLOGíA & HEMATOLOGíA 2019; 7(5): 26