La hiperalgesia visceral desempeña un papel importante en el patomecanismo de las dolencias gastrointestinales funcionales. El tratamiento analgésico orientado a los síntomas puede modular el umbral del dolor. Los efectos analgésicos de la mentacarina han sido probados en varios estudios. Los recientes descubrimientos sobre la hipersensibilidad visceral arrojan luz sobre los mecanismos de acción subyacentes de la combinación de aceites de menta y alcaravea.
La patogénesis de los trastornos gastrointestinales funcionales aún no se conoce del todo. Según los conocimientos actuales, se supone una estructura de interacción multifactorial, en la que los factores psicosomáticos desempeñan un papel además de los somáticos. El hecho de que la hipersensibilidad visceral en el sentido de una mayor percepción del dolor sea un aspecto importante se ha demostrado empíricamente en varias ocasiones [1–3] (recuadro). Es, por tanto, un importante punto de partida terapéutico.
Umbral perceptivo y de dolor ante estímulos intestinales El mecanismo de la hipersensibilidad visceral se refiere a un aumento de la vigilancia de sensaciones específicas en el tracto gastrointestinal y se describe como un importante factor patogénico de las molestias digestivas funcionales [13]. Un umbral perceptivo y de dolor más bajo a los estímulos intestinales puede conducir a una sensibilización nerviosa central. La hipersensibilidad visceral desempeña un papel importante tanto en el SII como en la dispepsia funcional [14]. El dolor epigástrico es un rasgo característico de la dispepsia funcional y en el síndrome del intestino irritable interviene un umbral de dolor bajo, además de una microflora gastrointestinal alterada cuando la pared intestinal se dilata. Según el consenso ROM-IV, una vez establecido el diagnóstico de las molestias gastrointestinales funcionales debe llevarse a cabo una terapia orientada a los síntomas, individualizada y limitada en el tiempo [4]. El objetivo principal de la terapia es reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida [15]. Modulando la hiperalgesia visceral y la microbiota intestinal, como es posible mediante el tratamiento con Carmenthin® , se puede aliviar el dolor epigástrico y conseguir un mayor equilibrio de la microflora. |
Carmenthin® – alivio de los síntomas gracias a un mecanismo de acción sinérgico
En la actualidad, no existe una estrategia de tratamiento causal para las dolencias gastrointestinales funcionales, sino que la atención se centra en aliviar síntomas como la hinchazón, el dolor epigástrico, los retortijones, la distensión abdominal, la diarrea o el estreñimiento. Según el consenso del ROM-IV, debe llevarse a cabo una terapia orientada a los síntomas, individual y limitada en el tiempo para las molestias gastrointestinales funcionales una vez descartadas las causas patológicas orgánicas [4]. Basándose en un gran número de pruebas procedentes de ensayos controlados con placebo, las directrices nacionales e internacionales recomiendan actualmente los fitoterápicos como opción de tratamiento sintomático para los trastornos gastrointestinales funcionales [4,5].
Reducción probada de la hipersensibilidad visceral por combinación (Carmenthin®)
El preparado Carmenthin® (principio activo: mentacarina®) se basa en una combinación de altas dosis de aceite de menta y alcaravea y está autorizado en Suiza para adultos y adolescentes a partir de 12 años para el tratamiento de cólicos leves, distensión abdominal, dolor epigástrico y flatulencia [6,7].
Gracias al efecto sinérgico de la combinación de altas dosis de los dos aceites esenciales, Carmenthin® (revisión 1) reduce la hiperalgesia visceral postinflamatoria hasta en un 50% en una comparación con placebo [8]. Gracias a sus propiedades antifúngicas y antibacterianas, el preparado fitofarmacológico contrarresta un umbral de dolor profundo asociado a menudo a la hiperalgesia visceral. Los efectos de alivio de los síntomas se han demostrado empíricamente en varias ocasiones. En pacientes con dispepsia funcional crónica o recurrente, se dispone de pruebas de eficacia procedentes de un estudio multicéntrico aleatorizado doble ciego controlado con placebo (n=114), entre otros [9]. 2 y 4 semanas después del inicio, el brazo de tratamiento con Carmenthin® (2×/d 1 cápsula) mostró una reducción significativamente mayor de los síntomas en comparación con el placebo (p<0,001). El alivio del dolor resultó ser un factor de efecto esencial.
Los datos de estudios recientes también apuntan a los efectos reductores del dolor de esta combinación fitofarmacológica. Entre otras cosas, el mecanismo subyacente podría analizarse con más detalle en el modelo animal. En un estudio vivo en ratas, la sensibilidad visceral se operacionalizó mediante respuestas visceromotoras cuando se estiró la pared intestinal [12]. Los valores medidos se registraron antes y 24 h respectivamente 7 días después de una prueba de esfuerzo en las condiciones Carmenthin® frente a placebo. Los cambios en el microbioma y el micobioma se midieron mediante diversos parámetros in vivo e in vitro. Los análisis revelaron que la reversibilidad de la hipersensibilidad observada en la condición Carmenthin® iba acompañada de una modificación del microbioma y del micobioma [12]. Dado que el dolor al estirar la pared intestinal es un síntoma característico del síndrome del intestino irritable, estos resultados sugieren que Carmenthin® tiene efectos beneficiosos para esta indicación.
Eje intestino-cerebro (“Brain-Gut-Axis”)
Un metaanálisis de los datos de varios ensayos aleatorizados controlados con placebo muestra que existen pruebas considerables en la literatura de la eficacia del aceite de menta para aliviar los síntomas del síndrome del intestino irritable en humanos [10].
El tracto gastrointestinal es un sistema altamente inervado, con multitud de fibras nerviosas aferentes que generan información sobre el contenido intestinal, los procesos reguladores de la digestión, así como la defensa inmunológica [17]. Existen pruebas de que en los trastornos gastrointestinales funcionales tanto el procesamiento central de esta información como la respuesta a las señales intestinales están alterados [18,19]. Estos mecanismos tienen lugar dentro del eje intestino-cerebro (“eje cerebro-intestino”), que es un concepto para la interacción de los sistemas nerviosos periférico y central [19]. Se trata de un modelo explicativo biopsicosocial para describir las complejas interacciones bidireccionales que tienen lugar en el contexto de los trastornos de la función gastrointestinal [20].
Las señales viscerales se conmutan a través de las fibras nerviosas del sistema nervioso autónomo en la médula espinal. Allí se activan sistemas reflejos que regulan las funciones de los órganos viscerales en cooperación con el sistema nervioso entérico. Aunque una gran parte de las señales no se transmiten al cerebro y escapan así a la percepción consciente, algunos de estos estímulos procedentes de la periferia corporal se registran en el tronco encefálico. En esta zona y en el cerebro existen estrechas conexiones con el sistema nervioso entérico a través de diversas vías del sistema nervioso autónomo, el sistema endocrino y el sistema inmunológico. Se trata, por tanto, de una estructura psicobiológica compleja.
Literatura:
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PRÁCTICA GP 2021; 16(1): 26-27