En el caso de las dolencias artríticas, es importante realizar una evaluación periódica de la evolución de la enfermedad utilizando los criterios ACR/EULAR para no perder el momento de aplicar una terapia modificadora de la enfermedad. El control de la actividad de la enfermedad en una fase temprana de la misma tiene un efecto pronóstico favorable.
Las enfermedades reumáticas indiferenciadas se refieren a síntomas en los que están presentes algunas manifestaciones de una enfermedad reumática, pero no se cumplen completamente los criterios de clasificación en el momento de la exploración diagnóstica, explica el Prof. Pius Brühlmann, MD, Rheumaklinik Bethanien, Zúrich [1]. En estos pacientes, es importante volver a evaluar los síntomas en cuanto aparezcan nuevos signos de enfermedad. La mayoría de los pacientes con nuevas dolencias musculoesqueléticas contactan primero con su médico de cabecera, que desempeña un papel crucial en la gestión de las primeras enfermedades reumáticas.
¿Fases iniciales de la artritis reumatoide?
Aunque el diagnóstico es relativamente fácil en la artritis reumatoide establecida, esta enfermedad puede seguir siendo discreta, atípica o sólo transitoriamente sintomática en fases tempranas [2]. Los estudios empíricos sobre los factores predictivos de la transición de una artritis precoz e indiferenciada a una enfermedad inflamatoria articular persistente o destructiva podrían demostrar la importancia de los hallazgos anamnésicos (duración y localización de los síntomas), clínicos (hallazgos y distribución de la sinovitis) y serológicos para el diagnóstico de la artritis reumatoide precoz [2,3]. Los hallazgos serológicos en este contexto incluyen la detección de factores reumatoides y anticuerpos contra los péptidos cíclicos citrulinados. Los criterios de clasificación ACR/EULAR se basan en estos factores de riesgo y facilitan el diagnóstico precoz de la artritis reumatoide y el inicio temprano de la terapia modificadora de la enfermedad [4]. Según este esquema de clasificación, una puntuación ≥6 puntos es artritis reumatoide [4] (resumen 1).
Una puntuación de 5 aumenta la probabilidad de que la artritis reumatoide se manifieste más tarde, pero no es clasificable en este momento.
La diferenciación de la artrosis es importante
Un factor crucial para la detección precoz de la artritis es la distinción entre artritis y artralgia pura. Un signo típico de la artritis es una hinchazón palpable, blanda y “elástica” de una articulación causada por un derrame y/o un engrosamiento inflamatorio de la mucosa articular (sinovitis, sinovialitis), acompañada de dolor y rigidez articular [5]. En cuanto a la distinción entre artritis y artrosis, una afirmación de la nueva edición de la directriz S3 sobre el tratamiento de la artritis reumatoide precoz publicada en 2019 dice lo siguiente: “La probabilidad de desarrollar artritis reumatoide aumenta con el número de articulaciones afectadas y su distribución en las cuatro extremidades, así como con la duración de la rigidez matutina superior a 30 minutos. [9–11]que no reaparece durante el día, incluso tras periodos de reposo (en contraste con la rigidez articular recurrente y el dolor de arranque recurrente tras periodos cortos de reposo en la artrosis). La artritis suele causar molestias incluso en reposo, mientras que en la artrosis dependen principalmente de la carga y el movimiento. Las articulaciones medianas y grandes también pueden verse afectadas en las primeras fases de la enfermedad. Los cambios articulares de las articulaciones terminales de los dedos, las articulaciones en silla de montar del pulgar y las articulaciones metacarpofalángicas del dedo gordo son en su mayoría artríticos, por lo que estas articulaciones no se tienen en cuenta explícitamente en la evaluación según los nuevos criterios de clasificación de la artritis reumatoide [12].”
La terapia básica modificadora de la enfermedad contrarresta la destrucción articular
La inflamación de las articulaciones subyacente a la artritis reumatoide no sólo provoca articulaciones dolorosas e hinchadas y limitaciones funcionales, sino también una destrucción articular progresiva si no se trata adecuadamente [5]. Los fármacos antirreumáticos de acción prolongada se utilizan en la terapia básica, lo que significa que el efecto de estos fármacos sólo se produce al cabo de unas semanas o meses. Estos denominados “fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad” (FAME) cambian el curso de la enfermedad al dirigirse a los procesos inflamatorios del sistema inmunitario, ralentizando el proceso inflamatorio y, en el mejor de los casos, paralizándolo, lo que reduce posteriormente los síntomas [5]. Actualmente están disponibles en el mercado sustancias modificadoras de la enfermedad convencionales (csDMARDs), biológicos y biosimilares (bDMARDs) y DMARDs semisintéticos (tsDMARDs). Como han demostrado estudios recientes, el control rápido de la actividad de la enfermedad mediante el inicio temprano de la terapia con sustancias modificadoras de la enfermedad tiene un efecto positivo en el pronóstico posterior. [2,6–8]Esto implica que se garantice una atención multidisciplinar coordinada y colaborativa para que las señales de la enfermedad se interpreten correctamente lo antes posible y se evalúe la indicación de una terapia modificadora de la enfermedad [5].
Literatura:
- Brühlmann P: Enfermedades indiferenciadas en reumatología. Pius Brühlmann, MD, Actualización del FOMF (Livestream), 26.06.2020.
- Combe B, et al: Anales de las enfermedades reumáticas 2017; 76: 948-959
- Emery P, et al: Anales de las enfermedades reumáticas 2002; 61: 290-297.
- Radner H, et al: Arthritis Research & Therapy 2014; 16: Número de artículo: R56.
- Schneider M, et al: Directriz sobre el tratamiento de la artritis reumatoide temprana. Sociedad Alemana de Reumatología 4ª edición, Última actualización del contenido: 18.12.2019, válida hasta el 17.12.2024.
- van Nies JA, et al: Ann Rheum Dis 2015; 74: 806-812.
- Emery P: Br J Rheumatol 1995; 34(Suppl 2): 87-90..
- Machold KP, et al: J Rheumatol Suppl 1998; 53: 13-19.
- van der Helm-van Mil AHM, et al: Arthritis Rheum 2007; 56: 433-440
- van der Helm-van Mil AHM, et al: Arthritis Rheum 2008; 58: 2241-2247.
- Visser H, et al: Arthritis Rheum 2002; 46: 357-365.
- Aletaha D, et al: Ann Rheum Dis 2010; 69: 1580-1588.
PRÁCTICA GP 2020; 15(12): 42-43