Una anemia ferropénica demostrada en un atleta debe ser tratada. La terapia oral con hierro sigue siendo el tratamiento principal. Existen preparados eficaces en forma de gotas, jarabe y comprimidos.
La terapia con hierro por vía oral sigue siendo el tratamiento principal desde el punto de vista médico (aunque la última normativa sobre dopaje permite desde hace poco cantidades de infusión mayores, a saber, 100 ml en un periodo de doce horas en lugar de los 50 ml anteriores en un periodo de seis horas). Actualmente existen preparados eficaces en forma de gotas, jarabe y comprimidos. Son seguros, eficaces y baratos. Por ello, se consideran con razón la terapia de primera elección. Estos preparados se toman mejor por la mañana en ayunas con productos que contengan vitamina C (zumo de naranja/cítricos). La cafeína y la teína inhiben la absorción del hierro, el calcio también. Sin embargo, se pudo demostrar que dichos componentes alimentarios no dan lugar a interacciones con el complejo de hidróxido de hierro(III)-polimaltosa. Hallazgos recientes han demostrado que una dosis única tomada de esta forma cada dos días permite la mayor tasa de absorción (más de un 30% superior a las dosis diarias). La explicación es probablemente que las dosis demasiado frecuentes favorecen la producción de hepcidina.
¿Cambiar los hábitos alimentarios?
Como primer paso, tiene sentido preguntar al deportista sobre sus hábitos alimentarios, donde a menudo se esconden algunas sorpresas. Medidas dietéticas relativamente banales como el consumo de legumbres, productos a base de cereales, verduras verdes, carne y pescado pueden ser a menudo bastante eficaces para cubrir las necesidades diarias de 15 mg de hierro para las mujeres fértiles (algo más para las embarazadas, algo menos para los hombres y las mujeres menopáusicas). Sin embargo, parece que una clara carencia de hierro difícilmente puede remediarse sólo con la dieta.
Las sustituciones de hierro por vía intravenosa, especialmente populares hoy en Suiza, sólo deben utilizarse en caso de intolerancia y eficacia insuficiente de los comprimidos de hierro. Además, hay que subrayarlo: La administración oral o, peor aún, parenteral de hierro con una ferritina normal, es decir, sin motivo, no tiene ningún sentido e incluso puede ser perjudicial. Sobre todo porque no hay pruebas de que el hierro mejore en general el rendimiento de los atletas. Esta observación se debe a que se sabe que muchos atletas se “sobrecargan” con diversos suplementos de hierro.
Cuestión de dopaje
En aras de la exhaustividad, es casi inevitable abordar brevemente la cuestión del “dopaje” al tratar este tema. Debido al papel central del suministro de oxígeno a los músculos que trabajan, la inventiva en este campo ha florecido activamente desde los años cincuenta. La manipulación de la sangre despegó realmente en la década de 1970, presumiblemente primero con transfusiones de sangre autóloga, más tarde también con sangre ajena.
La idea era sencilla: antes de una competición importante, la sangre extraída y almacenada antes (en una fase favorable) se reinfunde para disponer de una capacidad de transporte mayor y más eficaz. A partir de mediados de los 80, la EPO, la eritropoyetina producida sintéticamente, entró en el mercado terapéutico, y no tardó en aparecer también en el deporte. A partir del año 2000, aproximadamente, se desarrollan métodos de detección de la EPO y de diversos derivados, y desde 2004 existe un método de detección del dopaje sanguíneo con sangre ajena. En cambio, las transfusiones de sangre autóloga aún no están bajo control.
La EPO en dosis más pequeñas fue el siguiente paso, lo que dificultó enormemente los controles porque el producto sólo permanece detectable durante un breve periodo de tiempo. La solución actual de los “investigadores” del dopaje es el pasaporte biológico del deportista, que se basa en controles de progreso. Lo que la ingeniería genética (como ejemplo) ofrecerá en el futuro aún está por ver, pero la competición entre “dopados” e “investigadores” en este campo concreto -como en otros- está sin duda lejos de haber terminado. Los que pueden transportar más oxígeno también pueden rendir más. Esta conclusión banal es en gran medida cierta en los deportes de resistencia. ¡Y seguirá estimulando el ingenio de ciertos “tramposos”!
Para ser justos, hay que mencionar que también existen medidas permitidas para mejorar el transporte de oxígeno: el entrenamiento en altitud en sus diversas formas. El esfuerzo requerido para tales medidas es, por supuesto, muchas veces mayor que para la manipulación de drogas por sí sola.
Donación de sangre
Por último, una buena noticia: los deportistas deben comportarse igual que los “mortales normales” en muchos ámbitos de la vida cotidiana. Por supuesto, un entrenamiento duro regular y sistemático ya hace que su cuerpo sea diferente al de una persona no entrenada y, por lo tanto, puede ser más vulnerable. De vez en cuando se pregunta a los cuidadores si es posible y útil donar sangre. La respuesta clara a esto es: sensato en cualquier caso, pero también posible.
Los 450 ml de sangre recogidos en Suiza con una pérdida total de hemoglobina de aproximadamente el 10% pueden compensarse sin problemas: Hay estudios que demuestran que, aunque el valor de la hemoglobina tarda un poco más en normalizarse (de 12 a un máximo de 20 días) – la capacidad aeróbica volvió a su nivel de referencia una semana después de la donación de sangre. La pérdida de líquidos se compensa entre 30 minutos y unas horas, y la pérdida de glóbulos blancos y plaquetas es prácticamente irrelevante.
Por lo tanto, un mensaje positivo, aunque se trate de un acto que evidentemente hay que apoyar, debe planificarse cuidadosamente en el programa de entrenamiento y competición.
Conclusión
En todo el mundo, la falta de hierro es el problema de carencia más importante de todos, y los atletas supuestamente “sanos” no son una excepción. Casi lo contrario. Por lo tanto, desde el punto de vista de la medicina deportiva, es eminentemente importante prestar la atención necesaria a este problema (no sólo en el sentido de buscar el rendimiento).
Para saber más:
- Clénin G, et al: Swiss Medical Weekly 2015; 145: w14196.
PRÁCTICA GP 2018; 13(5): 4