El IMC y el perímetro de la cintura no sólo nos dicen algo sobre la masa grasa, sino que también son predictores de una mayor incidencia de ciertas enfermedades como los trastornos cardiovasculares y el cáncer, según el consenso médico. Un parámetro hasta ahora descuidado en la investigación del riesgo es el tamaño corporal. Una publicación en la revista Lancet Diabetes & Endocrinology revela un interesante “eslabón perdido” entre el aumento del tamaño corporal a lo largo de las generaciones y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y cáncer.
En primer lugar, algunos hallazgos de los últimos años: Según el mayor metaanálisis sobre el tema, con más de un millón de participantes de 121 estudios prospectivos, cada aumento de 6,5 cm en la estatura conlleva un aumento del 4% en el riesgo de morir de cáncer [1]. Al mismo tiempo, sin embargo, el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular disminuye un 6%. La estatura se asoció positivamente con la mortalidad por melanoma (un 26% más por cada 6,5 cm de aumento), pero también con los tumores de páncreas, endocrinos, del sistema nervioso, ovarios, mama, próstata, colorrectales, sanguíneos y pulmonares. La asociación se confirmó tras controlar variables importantes como la obesidad, la presión arterial, los lípidos, los marcadores inflamatorios, la diabetes o el alcohol.
El riesgo de cáncer aumenta en las personas más altas
Otro estudio prospectivo con más de un millón de participantes, el Estudio del Millón de Mujeres, llegó a una conclusión similar [2]. Aumentar la estatura en 10 cm incrementó el riesgo de desarrollar cáncer en un 16% en general. El riesgo también aumentó para los cánceres individuales:
- Cáncer de colon: 25%.
- Cáncer rectal: 14
- Melanoma: 32
- Cáncer de mama y ovario: 17
- Cáncer de endometrio: 19
- Cáncer de riñón: 29
- Linfoma no Hodgkin: 21%.
- Leucemias: 26
Un metaanálisis adicional demostró que puede observarse la misma tendencia en todo el mundo.
Un análisis de la Iniciativa para la Salud de la Mujer sobre una cohorte de 144.701 mujeres posmenopáusicas confirmó la asociación positiva entre el tamaño corporal y el riesgo de cáncer [3]. Un aumento de la longitud de 10 cm incrementó significativamente el riesgo global de cáncer en un 13% (rango del 13% para el cáncer de mama al 29% para el mieloma múltiple y el cáncer de tiroides), de nuevo tras controlar los factores de riesgo establecidos.
La leche le anima – y le hace alto
En consecuencia, el tamaño corporal tiene un impacto no sólo en la incidencia sino también en la mortalidad de ciertas enfermedades comunes, independientemente del IMC y otros parámetros. Según el Prof. Dr. med. Norbert Stefan del Hospital Universitario de Tubinga y su equipo, investigar con más detalle la conexión entre la talla corporal y los factores epidemiológicos, biológicos y fisiopatológicos es tanto más importante cuanto que la talla media ha ido aumentando en los distintos países durante generaciones. Esto no puede explicarse únicamente por razones genéticas.
Parece que las vías de señalización de la insulina y del factor de crecimiento similar a la insulina (IGF) desempeñan un papel crucial tanto en el aumento del tamaño corporal como en la relación entre el tamaño corporal y el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. Es probable que la sobrealimentación -especialmente con leche, productos lácteos y otras proteínas animales- durante el embarazo, la primera infancia y la pubertad (es decir, las fases de crecimiento) active fuertemente estas vías de señalización. Esta activación de los sistemas IGF-1 y -2 podría conducir a un mayor número de células madre en los órganos y, por tanto, a un mayor crecimiento de tamaño. Según los autores, esto puede observarse en China, por ejemplo, donde el consumo de leche y el crecimiento de la estatura entre los jóvenes están aumentando. Además, Holanda registra el mayor aumento de la estatura media y el mayor consumo de leche per cápita.
La promoción sostenida del crecimiento celular a través de una vía activa de señalización del IGF también puede favorecer el crecimiento de las células tumorales. Quizá evitar esa sobrealimentación podría prevenir un crecimiento acelerado en la infancia y, por tanto, un mayor riesgo de cáncer en la edad adulta.
¿Y qué hay de las enfermedades cardiovasculares?
Además del crecimiento, la activación del IGF favorece la sensibilidad a la insulina y el metabolismo de las grasas. Nuevos datos muestran que las personas más altas son más sensibles a la insulina y tienen un menor contenido de grasa en el hígado, una posible explicación del menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y diabetes de tipo 2.
Fuente: Stefan N, et al.: Asociaciones divergentes de la estatura con las enfermedades cardiometabólicas y el cáncer: epidemiología, fisiopatología e implicaciones globales. Lancet Diabetes & Endocrinology 2016 Ene. DOI: 10.1016/S2213-8587(15)00474-X [Epub ahead of print].
Literatura:
- Colaboración de Factores de Riesgo Emergentes: La estatura adulta y el riesgo de muerte por causas específicas y morbilidad vascular en 1 millón de personas: metaanálisis de participantes individuales. Int J Epidemiol 2012 Oct; 41(5): 1419-1433.
- Green J, et al: Estatura e incidencia de cáncer en el Million Women Study: cohorte prospectiva, y metaanálisis de estudios prospectivos de estatura y riesgo total de cáncer. Lancet Oncol 2011 ago; 12(8): 785-794.
- Kabat GC, et al: Estatura adulta y riesgo de cáncer en diferentes localizaciones anatómicas en una cohorte de mujeres posmenopáusicas. Epidemiología, biomarcadores y prevención del cáncer 2013 Jul. DOI: 10.1158/1055-9965.EPI-13-0305.
InFo ONCOLOGÍA Y HEMATOLOGÍA 2016; 4(2): 2