Los cuidados paliativos (CP) han despegado desde finales de los años sesenta, sobre todo en los países anglosajones, después de que Dame Cicley Saunders consiguiera abrir el primer hospicio en Londres. También en Suiza se han realizado grandes progresos en la atención a los enfermos graves en los últimos 20 años.
Un hito importante para seguir avanzando fue la puesta en marcha de la Estrategia Nacional de Cuidados Paliativos 2010-2012 por parte del FOPH y su prórroga hasta 2015, ya que la aplicación de los objetivos definidos aún no se consideraba satisfactoria.
Según las “Directrices Nacionales de Cuidados Paliativos”, los cuidados paliativos “comprenden la atención y el tratamiento de personas con enfermedades incurables, potencialmente mortales y/o crónicamente progresivas. Se incluye con la previsión, pero se centra en el momento en que la cura de la enfermedad ya no se considera posible y deja de ser un objetivo primordial. Se garantiza a los pacientes una calidad de vida óptima adaptada a su situación hasta la muerte, y se apoya adecuadamente a los cuidadores cercanos. Los cuidados paliativos previenen el sufrimiento y las complicaciones. Incluye tratamientos médicos, intervenciones de enfermería, así como apoyo psicológico, social y espiritual”.
En la práctica, sin embargo, la propia interpretación de las definiciones nos plantea a menudo dificultades. Para algunos médicos y pacientes, la medicina paliativa es la medicina de la eutanasia o quizás incluso la medicina del suicidio asistido. Para algunos pagadores, los cuidados paliativos no son un reto médico cualificado, sino como mucho de enfermería. Mientras que por un lado se reclaman especialistas formados en cuidados paliativos, otras voces afirman que estas competencias forman parte de la base del pensamiento y la acción médica desde hace muchos años y son “más bien vino viejo en botellas nuevas”.
Es un hecho indiscutible que, debido a la evolución sociodemográfica del mundo occidental, aumentará la necesidad de cuidados médicos y de enfermería cualificados para pacientes gravemente enfermos y/o muy ancianos.
Los dos artículos del número actual de InFo ONKOLOGIE & HÄMATOLOGIE pretenden mostrar, a modo de ejemplo, lo diversos que pueden ser los requisitos para una buena paliación, sin abogar por ello de inmediato por una prestación integral con médicos especialistas. Utilizando el tratamiento del dolor como ejemplo, debe quedar claro que unos buenos conocimientos y habilidades en la aplicación de una analgesia suficiente pueden lograrse con un esfuerzo razonable, sin negar por ello que el tratamiento del dolor también puede ser a veces un reto médico difícil que requiere conocimientos especializados.
Creemos que los fundamentos de los cuidados paliativos deberían formar parte de las competencias básicas de todo médico en ejercicio. Por otro lado, debe disponerse de un número suficientemente grande de especialistas con los conocimientos necesarios para acompañar adecuadamente con sus conocimientos y competencia incluso las fases más exigentes del sufrimiento y la muerte de los pacientes y garantizar el correspondiente aumento de los conocimientos mediante una investigación cualitativamente buena.
Con esto en mente, ¡le deseamos una lectura apasionante de las contribuciones!
Dra. Christel Nigg
Dr. Nic Zerkiebel
InFo Oncología y Hematología 2014; 2(3): 4