La obesidad y la inactividad física son dos retos cada vez más extendidos. Por ello, las directrices actuales recomiendan el ejercicio regular no sólo como medida preventiva contra las enfermedades cardiacas, sino también para las personas con enfermedades cardiovasculares.
Los pacientes con enfermedades cardiovasculares no tienen por qué prescindir del ejercicio y el entrenamiento deportivo. Esta recomendación fue realizada por cardiólogos deportivos que presentaron sus directrices actuales en la ESC. Por lo tanto, el ejercicio regular y el deporte como parte del tratamiento pueden tener un efecto positivo en varias enfermedades cardiovasculares. Qué deporte está indicado y a qué intensidad lo sugieren las elaboraciones de los expertos. Sin embargo, antes de un entrenamiento intensivo, debe llevarse a cabo una estratificación adecuada del riesgo y un tratamiento óptimo de todos los factores de riesgo. A continuación, se puede elaborar un plan de entrenamiento en consulta con el médico y documentarlo como parte del historial médico. Sin embargo, los expertos están de acuerdo en que, en principio, todas las personas con cardiopatías coronarias pueden practicar tanto deportes recreativos como de competición. Los pacientes con cardiopatías deben hacer ejercicio a diario si es posible, pero al menos 150 minutos a la semana. Se recomienda como base el entrenamiento de resistencia con una intensidad media.
Programa de formación individualizado
El riesgo de que el ejercicio provoque un infarto o una parada cardiaca es extremadamente bajo. Incluso los pacientes con insuficiencia cardiaca se benefician del ejercicio si están clínicamente estables. En este caso, debe aplicarse un programa de formación individualizado y estrechamente coordinado con el médico. De antemano, todos los factores de riesgo deben controlarse y tratarse de forma óptima, incluida la posible terapia con un marcapasos o un DAI. Antes de iniciar un programa de ejercicio de intensidad baja a moderada, debe realizarse también un ECG de ejercicio. Además, el ejercicio regular y moderado también puede prevenir las arritmias cardiacas. Dado que la fibrilación auricular es una enfermedad sistémica que también se ve favorecida por la obesidad, la hipertensión y la diabetes, el ejercicio puede tener efectos positivos. Para los pacientes sin cardiopatías pero con un mayor riesgo cardiovascular debido a la hipertensión, la obesidad o la diabetes, la directriz recomienda un programa de ejercicio de moderado a más intenso para reducir el riesgo cardiovascular. Lo ideal sería un entrenamiento de fuerza al menos 3 veces por semana, por ejemplo con pesas ligeras, más un entrenamiento de resistencia aeróbica de moderado a intenso de 5 a 7 veces por semana durante al menos media hora. Correr, montar en bicicleta o nadar son especialmente adecuados para ello, según la recomendación de los cardiólogos deportivos. La directriz incluye recomendaciones para la práctica de deportes recreativos para personas con diferentes enfermedades cardiovasculares, así como enfermedades que aumentan el riesgo cardiovascular, como la obesidad o la diabetes de tipo 2. Además, al final de la directriz hay cuadros resumen de “¿Qué hacer?” y “¿Qué no hacer?”.
Fuente: Congreso del CES 2020
CARDIOVASC 2020; 19(3): 22 (publicado el 18.9.20, antes de impresión).