La osteoporosis es especialmente frecuente en pacientes de edad avanzada. Para reducir el riesgo de fracturas, las medidas terapéuticas a largo plazo deben orientarse hacia el paciente y sus necesidades individuales.
La osteoporosis afecta a más de 200 millones de personas en todo el mundo [1,2]. Los datos de prevalencia del estudio EPOS muestran un aumento relacionado con la edad en las mujeres del 15% (50-60 años) al 45% (en >70 años) [3]. En relación con el cambio demográfico y el aumento de la esperanza de vida, cabe suponer que la incidencia y la prevalencia de estas enfermedades seguirán aumentando [4].
La prevalencia y la carga de la enfermedad son significativas
En EE.UU., alrededor del 30% de todas las mujeres posmenopáusicas padecen osteoporosis [4]. En Suiza, una de cada dos mujeres mayores de 50 años corre un alto riesgo de desarrollar osteoporosis en lo que le queda de vida [5]. Durante la menopausia, la densidad ósea disminuye entre un 3 y un 5% al año, lo que conlleva un mayor riesgo de fracturas. La carencia de estrógenos provoca una aceleración del metabolismo óseo, el descenso de los niveles de estrógenos reduce la absorción de calcio. Además, aumenta el riesgo de deficiencia de vitamina D y una reducción asociada de la absorción de calcio del intestino y de la incorporación de calcio a los huesos. Como muestran los datos de prevalencia a un año de la Encuesta de Salud de la Oficina Federal de Estadística suiza, la incidencia ya aumenta significativamente más en el grupo de edad de 45 años o más entre las mujeres que entre los hombres. En la cohorte de mayores de 75 años, la proporción es del 2,5% para los hombres y del 20,6% para las mujeres, y en la de 65-74 años, es del 12,6% para las mujeres y del 2,1% para los hombres [1,2]. Las fracturas por osteoporosis son estresantes y pueden mermar enormemente la calidad de vida. Tras una fractura de cadera, aumenta el riesgo de depender de cuidados a largo plazo. Como resultado de una fractura, puede haber miedo al movimiento y pérdida de movilidad asociada. Esto puede provocar trastornos depresivos. Además, la falta de ejercicio aumenta el riesgo de una nueva fractura [5]. En las personas que ya han sufrido una fractura, el riesgo aumenta en un 86% [6]. Además de la predisposición genética, el sexo y la edad, los factores de estilo de vida como la inmovilidad, el bajo peso, el tabaquismo y el consumo de alcohol se encuentran entre los factores de riesgo más importantes de la osteoporosis.
La combinación de farmacoterapia y medidas de estilo de vida es eficaz
La profilaxis y la terapia deben estar orientadas al paciente y adaptarse a sus condiciones personales. Desde el punto de vista diagnóstico, la anamnesis, el examen de laboratorio y la medición de la densidad ósea mediante DXA (densitometría) son fundamentales. En cuanto a la puntuación T como resultado de la medición de la densidad ósea, de -1 a -2,5 es un estadio preliminar de osteoporosis y de -2,5 en adelante es osteoporosis [5]. El seguimiento es un factor muy importante y debe realizarse mediante mediciones periódicas de DXA/densidad ósea (cada 2-3 años) tras iniciar la terapia. Los posibles objetivos terapéuticos son intervalos libres de fracturas y una puntuación T del fémur >-2,5 [7].
Según la SVGO, las recomendaciones relativas a las medidas de estilo de vida son las siguientes [8]: ingesta suficiente de calcio (1000 mg/día) y aporte de vitamina D (≥800 E/día, posiblemente suplementos de vitamina D), así como una dieta equilibrada con una ingesta suficiente de proteínas (1 g/kg de peso corporal) y actividad física regular, prevención de caídas y evitación de factores de riesgo (por ejemplo, fumar, consumo excesivo de alcohol).
Los bifosfonatos como opción terapéutica
Las sustancias antirresortivas, que incluyen los bifosfonatos y el denosumab, inhiben la degradación acelerada del esqueleto [5]. Según las directrices de la SVGO, los bifosfonatos se encuentran entre las opciones terapéuticas farmacológicas más importantes, junto con el denosumab, los péptidos de hormona paratiroidea y el raloxifeno (un estrógeno). Se ha demostrado empíricamente que los bifosfonatos provocan un aumento mensurable de la densidad ósea y una reducción del riesgo de fractura [9]. Binosto® es un preparado de bifosfonato a base de ácido alendrónico/alendronato y se presenta en forma de comprimido efervescente. El mecanismo de acción consiste en que el principio activo se une a la sustancia ósea y es captado por las células de resorción ósea (osteoclastos) durante la resorción ósea. Así, el metabolismo celular se inhibe, por lo que los osteoclastos ya no pueden funcionar y mueren.
La duración del tratamiento con preparados antirresortivos depende del paciente y de su riesgo individual de fractura, por un lado, y del preparado, por otro [8]. Para pacientes con riesgo moderado de fractura (máx. 1-2 fracturas vertebrales antes del inicio de la terapia; sin fracturas incisionales o progresión adecuada de la DMO en la DXA de seguimiento), se recomienda una duración de la terapia de 3-5 años. Para pacientes con alto riesgo de fractura (múltiples fracturas vertebrales antes del inicio de la terapia; densidad ósea persistentemente baja en el cuello femoral tras 5 años de tratamiento, puntuación T ≤-2,5 DE), está indicada una terapia con bifosfonatos más prolongada (5-8 años). Tras la interrupción del agente terapéutico, debe realizarse un seguimiento regular y puede plantearse un nuevo ciclo de terapia si los valores del contenido mineral óseo se deterioran o se produce una nueva fractura. Debe llevarse a cabo un análisis individual beneficio-riesgo. Con respecto a las indicaciones, contraindicaciones y efectos secundarios, la información del producto actualmente válida del preparado respectivo es la autorizada. Las intolerancias gastroesofágicas son la principal causa de interrupción del tratamiento con bifosfonatos. Otros efectos secundarios que pueden producirse con la terapia antirresortiva son la osteonecrosis de mandíbula asociada y la fractura atípica de fémur. Un problema que se observa con frecuencia en la práctica clínica diaria es que los riesgos a largo plazo de los efectos secundarios son pequeños, pero la percepción de estos riesgos por parte de los pacientes es muy elevada. Por el contrario, si el tratamiento es demasiado corto, el riesgo de fractura sigue siendo elevado [8].
Literatura:
- OBSAN (Observatorio Suizo de la Salud). www.obsan.admin.ch/de/indikatoren/osteoporose, consultado por última vez el 27 de junio de 2019.
- BAG (Bundesamt für Gesundheit), www.bag.admin.ch/bag/de/home.html, último acceso el 27.06.2019.
- Gourlay ML, et al: Intervalo entre pruebas de densidad ósea y transición a osteoporosis en mujeres mayores. N Engl J Med 2012; 19; 366(3): 225-233.
- Fundación Internacional de la Osteoporosis, www.iofbonehealth.org/epidemiology, última consulta: 27 de junio de 2019.
- brainMAG: Entrevista con la doctora Elisabeth Treuer Felder, por Athena Tsatsamba Welsch. brainMAG Neurología Psiquiatría Geriatría 2019; 1: 37-40
- Kanis JA, et al: Un metaanálisis de la fractura previa y el riesgo de fractura posterior. Hueso 2004; 35(2): 375-382.
- Simposio VZI 2019: Dra. med. Sigrid Jehle-Kunz, Especialista en Medicina Interna General, Osteóloga Certificada (SVGO, DVO, ISCD), Jefa del OsteoporosisCentre Klinik St. Anna, www.zuercher-internisten.ch/symposiumsbeitraege-2019/16-osteoporose-ws.pdf
- SVGO (Asociación Suiza contra la Osteoporosis): Recomendaciones 2015. %20Empfehlungen%consultado por última vez el 27 de junio de 2019.
- Russel RG: Bisfosfonatos: los primeros 40 años. Hueso 2011; 49: 2-19.
PRÁCTICA GP 2019; 14(7): 22-24