Nunca se insistirá lo suficiente en ello: La actividad física regular es beneficiosa para la salud y no sólo tiene un efecto curativo sobre las patologías existentes, sino sobre todo un efecto preventivo. La carrera a pie destaca como una actividad especialmente recomendable como arquetipo del movimiento humano por excelencia. Pero, ¿hasta qué punto es saludable este deporte desde el punto de vista médico?
Todas las personas con un sistema musculoesquelético razonablemente sano pueden correr. Aunque esta afirmación no es del todo cierta cuando se trata de correr como deporte de cierta intensidad, correr es fundamentalmente tan banal que a menudo se subestiman las secuencias de movimiento necesarias: Si quiere ser rápido y, sobre todo, practicar este deporte sin sufrir daños, una buena técnica es indispensable. Así que incluso a correr hay que aprender. Porque las tensiones que actúan sobre el cuerpo son cualquier cosa menos pequeñas. La biomecánica de la carrera nos enseña que, al trotar, el cuerpo se ve sometido a una carga de tres a cinco veces mayor con cada paso, lo que, a 8.000-10.000 pasos diarios para una persona de 70 kg, equivale a una carga de 2,5 toneladas, ¡y nada menos que 900 toneladas al año! Así que no es de extrañar que este deporte básicamente saludable sobrecargue el cuerpo humano en determinadas circunstancias.
Problemas que pueden surgir al correr
De hecho, los corredores no suelen sufrir lesiones, sino los llamados síntomas de sobrecarga, es decir, una desproporción entre la capacidad de carga de un determinado tejido y la carga real. Entre ellos se incluyen la tendinosis, la bursitis, las fracturas por fatiga, la artrosis, los síndromes ligamentosos y los desequilibrios musculares (por nombrar sólo los más comunes). No es sorprendente que más del 80% de estos trastornos se produzcan en las extremidades inferiores.
El término “sobrecarga” sugiere que sólo el nivel de estrés desempeña un papel, pero sabemos por la práctica médica que no es así. En la mayoría de los casos, el examen del corredor lesionado también revela factores de confusión independientes de la carga. Algunos en el rango macroscópico, es decir, visibles para el ojo entrenado, otros en el rango microscópico, cuando los procedimientos adecuados hacen visible el problema (por ejemplo, el análisis de la marcha y la marcha).
¿Cómo pueden prevenirse los problemas de salud relacionados con la carrera?
Una función central de la medicina deportiva es la prevención. Para poder definir medidas profilácticas, existe un modelo establecido según Van Mechelem:
- En primer lugar, hay que averiguar la incidencia del problema.
- En segundo lugar, es necesario aclarar la etiología y los mecanismos que conducen a ella.
- El tercer paso es la elaboración de medidas de prevención.
- El cuarto paso consiste en comprobar la eficacia repitiendo el primer paso.
- Este proceso se ha llevado a cabo varias veces en marcha.
Incidencia
La frecuencia de los trastornos de salud relacionados con la carrera es elevada y se describe en la literatura con cifras entre el 20% y el 85%. En otras palabras: deben esperarse entre 2,5 y 5,8 fallos por cada 1000 horas de funcionamiento. Es interesante que estas cifras apenas hayan cambiado desde los años 80, cuando se recogieron en un estudio en el Gran Premio de Berna, hasta hoy.
Etiología
Cuando se buscan factores etiológicos, la mayoría de los estudios mencionan el entrenamiento, la anatomía y la biomecánica.
Entrenamiento: En el factor entrenamiento, se analizaron los elementos de frecuencia, intensidad, duración y medidas de preparación como estiramientos, carrera dentro/fuera, calzado, base y estilo de carrera. Se ha podido demostrar que los estiramientos, una buena entrada y salida, así como la elección del suelo, apenas deben considerarse factores de influencia relevantes. Existe una gran cantidad de trabajos en el campo del calzado, pero en resumen puede decirse que la tecnología moderna del calzado aún no ha conseguido influir en la incidencia de las lesiones en la carrera. Para los fabricantes de calzado, los resultados de ciertos estudios son incluso demoledores: los corredores que no prefieren ninguna marca de zapatillas en particular se caracterizan por una menor frecuencia de dolencias, y las zapatillas más baratas no demuestran ser más “propensas a las lesiones”. Ni siquiera la moda de caminar descalzo o con calzado de apoyo mínimo ha aportado aún pruebas de un efecto preventivo. El estilo de carrera es otro factor muy discutido. Ya se trate de corredores de antepié, mediopié o retropié, tampoco se han podido identificar aquí ventajas de uno u otro estilo.
Anatomía: El factor de riesgo más estudiado para la sobrecarga del corredor es el propio pie. Desde un punto de vista anatómico, se suele distinguir entre pies “fuertemente supinadores”, “supinadores”, “neutros”, “pronadores” y “fuertemente pronadores”. Tampoco en este ámbito se ha podido demostrar ninguna correlación entre la forma del pie y el riesgo de sobrecarga durante la carrera. Lo mismo puede decirse de las asimetrías de las extremidades inferiores.
Biomecánica: Incluso con los llamados factores biomecánicos, como la cinemática y la cinética, no se han podido encontrar hallazgos fiables que expliquen las lesiones de los corredores.
Medidas de prevención y comprobación de su eficacia
A pesar de la falta de pruebas en la búsqueda de factores de riesgo claros para el desarrollo de lesiones por sobreuso relacionadas con la carrera a pie, se pueden encontrar diversos trabajos en la literatura especializada que intentan reducir la incidencia de las lesiones por carrera a través de medidas especiales como la preparación específica, la planificación del entrenamiento y el uso de equipamiento especial. Sin embargo, las pruebas de todas las medidas siguen siendo débiles por el momento. Al fin y al cabo, muchos autores coinciden en que los errores de entrenamiento (demasiado, demasiado a menudo, demasiado intenso) desempeñan un papel importante (hasta el 70%). El síntoma de sobrecarga se produce cuando el tejido estimulado no tiene tiempo de recuperarse, es decir, de adaptarse, después del esfuerzo, lo que puede ocurrir fácilmente incluso en corredores recreativos con hasta 100 km por semana. Desde nuestro punto de vista, es interesante que una mala estabilidad muscular en la cintura pélvica pueda ser una causa relevante de problemas. El entrenamiento de fuerza en general y especialmente en este ámbito le vendría bien al corredor, pero con demasiada frecuencia éste se preocupa exclusivamente y de forma casi patológica por su cuenta de kilómetros. Por esta razón, las medidas de regeneración activa se quedan cortas, cuando no se ignoran por completo.
Terapia: aliviar el dolor por sí solo no es suficiente
Las descripciones y reflexiones anteriores pueden ser interesantes, pero son teóricas. Sin embargo, en la práctica a más tardar, el problema adquiere una forma muy concreta: Dada la elevada incidencia de trastornos de salud en la práctica del running, no son pocos los corredores que acuden a la consulta del médico con el objetivo de encontrar alivio a sus dolores. En estos casos, se requiere una medicina de alta calidad. Como se trata casi exclusivamente de síntomas de sobrecarga, el simple tratamiento de los síntomas aliviará las consecuencias del problema, es decir, el dolor o la inflamación, pero no su causa. Hemos visto lo larga que puede ser la búsqueda de esta posible causa. Uno de los problemas es que el examen en la consulta del médico suele realizarse tumbado, sentado o, en el mejor de los casos, de pie. ¡Esto para los problemas que surgen del movimiento! Por lo tanto, es de suma importancia observar el movimiento, lo que no es nada fácil. Mucho más fácil es un estudio cuidadoso de los hábitos de entrenamiento, en todos sus detalles. Muy a menudo, de ello pueden derivarse consejos sensatos.
Mantenga el equilibrio
Se trata, por tanto, de un hallazgo importante: El efecto beneficioso para la salud de correr no aumenta linealmente en relación con la cantidad de entrenamiento. Nuevos hallazgos lo han demostrado: Correr demasiado es malo para la salud. Las personas que hacen ejercicio entre una y dos horas y media a la semana reducen su riesgo de mortalidad en cerca de un 70% en comparación con las personas inactivas. Pero si hace ejercicio más de cuatro horas a la semana, perderá este beneficio por completo. Una vez más, la verdad está en la justa medida.
PRÁCTICA GP 2015; 10(10): 2-3