La necesidad o no de tratar la hipertensión tras una apoplejía depende de distintos factores. En primer lugar, la penumbra depende de la presión arterial sistólica, pero un aumento de 10 mmHg en los valores superiores a 180 mmHg aumenta la probabilidad de un mal resultado en aproximadamente un 25%. Entonces, ¿qué hacer?
En un ictus agudo, el 75% de los pacientes sufren una presión arterial elevada. Esto puede deberse al estrés provocado por el acontecimiento, una vejiga llena, náuseas, vómitos, dolor y/o una respuesta fisiológica a la hipoxia cerebral, explicó el Prof. Andreas Luft, MD, de Zúrich. La cuestión es si la hipertensión debe tratarse o no. Por un lado, la reducción del riesgo de reinfarto y hemorragia, la minimización del edema cerebral y el alivio cardiaco hablan en favor de ello. Pero, por otro lado, la presión arterial baja también se asocia a un mal pronóstico. Diferentes estudios se han ocupado de esta cuestión. El Prof. Luft concluyó que una reducción prudente de un máximo del 15-25% en 24 horas con ayuda de antihipertensivos intravenosos de acción corta es un procedimiento adecuado. Esto debe hacerse bajo estrecha supervisión, incluyendo la medición de la presión arterial. Sólo en caso de hemorragia debe aspirarse a una reducción más intensiva hasta la sistólica <140 mmHg.
Fuente: Día de la Hipertensión en Zúrich
Literatura:
- Willmot, et al: Hipertensión 2004
- Castilio, et al: Ictus 2004
- Directrices de la AHA 2008
- Enames, et al: JNNP 2002
CARDIOVASC 2019; 18(2): 31