La obesidad (IMC> 30 kg/m2) ha evolucionado con relativa rapidez en las naciones industrializadas, pasando de ser un fenómeno de grupos marginales a un verdadero problema socioeconómico. El cambio en las condiciones de vida de nuestra sociedad ha provocado que cada vez más adultos, adolescentes, pero también niños tengan sobrepeso en todo el mundo. Sin embargo, desde el punto de vista actual, no está nada claro si la obesidad puede calificarse en absoluto de enfermedad, aunque se considera que la obesidad mórbida (IMC> 35 kg/m2) tiene una incidencia significativamente mayor de enfermedades secundarias y concomitantes.
Lo que parece claro es que la obesidad está causada principalmente por un desequilibrio entre la ingesta y el consumo de energía. Sin embargo, el hecho de que este desequilibrio provoque un aumento de peso no es necesariamente un proceso patológico, sino fisiológico. En términos evolutivos, esto aumentó sin duda las posibilidades de supervivencia de nuestros antepasados. Sólo hoy, a principios del siglo XXI , la antigua ventaja evolutiva se está convirtiendo en un problema en los países industrializados. Este problema se denomina ahora “enfermedad”, a pesar de que también son en gran medida el tipo de dieta (las posibilidades de ingesta energética) y la falta de ejercicio físico los que fomentan esta misma “enfermedad”. La mayor parte de la población laboral apenas trabaja ya físicamente y realiza su trabajo en posición sedentaria. Mientras que el trabajo físico solía ser una parte natural de la rutina diaria, hoy en día tiene que incorporarse conscientemente debido a la facilitación de la vida cotidiana. Por supuesto, no recurren a ella las personas que ya tienen problemas de peso, sino las que buscan en el deporte un equilibrio a su trabajo sedentario y además disponen del tiempo y los recursos económicos suficientes. La actividad física fuera del trabajo se está convirtiendo cada vez más en un bien de lujo en nuestra sociedad que no todas las clases pueden permitirse o desean.
A medida que aumenta el número de personas con sobrepeso en nuestra población, se hace necesaria la correspondiente ampliación de las opciones terapéuticas para el tratamiento de la obesidad crónica. Éstas incluyen conceptos no sólo conservadores, sino también cada vez más invasivos, y probablemente darán lugar en el futuro a multitud de áreas de tensión en la política y la sociedad, que se caracterizarán por las más diversas actitudes ético-morales de base ante este fenómeno.
Dr. med. Philipp C. Neto