El síndrome de fatiga crónica (SFC) afecta con más frecuencia a las mujeres que a los hombres. No existe ninguna prueba de laboratorio que indique de forma concluyente la presencia de SFC. La atención se centra en la exclusión de varias causas profundas o causas de la enfermedad. -enfermedades, especialmente la depresión y el agotamiento. Se habla del virus de Epstein-Barr y del virus del herpes humano 6 como posibles desencadenantes.
La fatiga crónica es un fenómeno polifacético que siempre va acompañado de una falta de impulso y rendimiento físico y mental. Esto tiene un impacto negativo en la personalidad en la sociedad actual orientada al rendimiento [1]. En el lenguaje internacional, el síndrome de fatiga crónica también se conoce como “encefalomielitis miálgica” (EM). “Síndrome de fatiga crónica” (SFC). En 2015, se propuso el término “enfermedad sistémica de intolerancia al esfuerzo” (SEID) para esta enfermedad. Para simplificar, en este artículo seguiremos refiriéndonos al ME/SFC.
Epidemiología y clínica
El ME/SFC se da en todos los grupos de edad y grupos étnicos. En principio, las mujeres se ven afectadas dos veces más que los hombres [2]. Según un estudio del Reino Unido, la prevalencia del ME/SFC es de aproximadamente el 0,2% (Fig. 1) [3,4]. Los llamados brotes en racimo. Los brotes en racimo y una mayor probabilidad de aparición en familias sugieren causas inmunológicas o genéticas [5]. Un ejemplo destacado es el del ex futbolista profesional alemán Olaf Bodden, en su época delantero del club de la Bundesliga TSV 1860 de Múnich, que contrajo ME/SFC y no se ha recuperado de él hasta el día de hoy [6].
La somnolencia y el ME/SFC deben distinguirse claramente en el contexto de la diferenciación. La somnolencia se caracteriza por una tendencia a quedarse dormido y puede remediarse con breves interrupciones del sueño o actividad física. Por el contrario, las afecciones del ME/SFC no pueden corregirse de este modo. Los pacientes con ME/SFC declaran, entre otras cosas, “pérdida de energía”, agotamiento mental y falta de resistencia muscular en diversos grados.
Muchas causas posibles
Las causas del agotamiento suelen residir en diferentes ámbitos de la vida del individuo. Los factores de conciliación de la vida laboral y familiar, el embarazo y las constelaciones psicológicas (depresión, agotamiento) pueden determinarse ya durante la consulta. La obesidad, la bulimia y la anorexia nerviosa también pueden causar síndrome de fatiga. Pero las enfermedades graves (carcinomas) también son posibles causas de una fatiga persistente e incorregible. Además, el médico tratante debe comprobar el uso de medicamentos. (betabloqueantes, benzodiacepinas, fármacos Z, glucocorticoides, estatinas) y el consumo de alcohol. Deben excluirse enfermedades hormonales como la enfermedad de Addison o la enfermedad de Cushing, y el esclarecimiento del hiper o hipotiroidismo es también una importante investigación diagnóstica diferencial. Los trastornos del sueño tratables, como el síndrome de apnea y la narcolepsia, deben ser el centro de las investigaciones.
También deben tenerse en cuenta las causas inmunológicas. En la actualidad, se sospecha firmemente que el virus de Epstein-Barr (VEB, mononucleosis) y el virus del herpes humano 6 (VHH-6) son los causantes del síndrome de fatiga crónica, ya que el síndrome aparece con mayor frecuencia tras sobrevivir a infecciones víricas [5,7]. Varios estudios apoyan la teoría del “agente transmisor”. Sin embargo, el cribado de ambos patógenos no es específico, ya que gran parte de la población está infectada de forma latente con ambos tipos de virus. Otros factores inmunológicos que pueden desencadenar la fatiga general son la hepatitis C, el VIH, la enfermedad de Lyme y la fiebre Q.
Pruebas de laboratorio
En general, no existe ninguna prueba de laboratorio que pueda diagnosticar específicamente el ME/SFC. Hoy en día, el diagnóstico de SFC se hace sobre todo cuando no se puede demostrar ninguna causa concreta del agotamiento persistente. Los estudios demuestran que sólo el 5% de las pruebas de laboratorio pueden aclarar las causas del SFC, por lo que un tratamiento específico puede resolver la fatiga. Los exámenes físicos pueden incluso determinar las causas del ME/SFC sólo en el 2% de los casos [8].
Las pruebas de laboratorio son procedimientos de descarte, relacionados con otras condiciones patológicas. Pruebas de laboratorio que deben realizarse para identificar las deficiencias o determinar el alcance de las mismas. Para excluir la posibilidad de una enfermedad, primero hay que tener en cuenta los parámetros clásicos (Fig. 2) . En primer lugar, se solicita un hemograma más un recuento diferencial. El hematocrito, la concentración de hemoglobina, el VCM y el ADE pueden proporcionar indicios iniciales de situaciones carenciales.
Si existe alguna sospecha, debe examinarse más detenidamente el metabolismo del hierro. Con una prevalencia de alrededor del 10%, la carencia de hierro es uno de los síntomas de deficiencia más comunes en el norte de Europa y una causa frecuente de fatiga. La protoporfirina de zinc es un marcador adecuado para detectar la carencia funcional de hierro. Es aconsejable que en el curso posterior se determinen biomarcadores adicionales que afecten al metabolismo del hierro, como el receptor soluble de transferrina (sTfR), la transferrina, la saturación de transferrina y la ferritina. Pero la sobrecarga de hierro también puede desencadenar síntomas similares a los del ME/SFC.
La MCH y, en consecuencia, el estado de la vitamina B12 y el ácido fólico son parámetros relevantes. Para diagnosticar el ME/SFC, también deben examinarse más detenidamente los niveles de vitamina D. Especialmente en la estación oscura, una carencia de vitamina D puede provocar depresión y estados de agotamiento [2]. Otros oligoelementos que pueden ser importantes en este contexto son el selenio y el zinc. Además, diversos estudios indican un cambio en el equilibrio del cortisol y posiblemente también de la interleucina 6 [9]. La tirotropina (TSH), la triyodotironina (T3) y la tiroxina (T4) forman parte del repertorio estándar del laboratorio de química clínica y también deben examinarse. Sin embargo, los cambios en el sistema neuroendocrino no son significativos para diagnosticar el ME/SFC.
Las enfermedades inflamatorias pueden incluirse o excluirse por la proteína de fase aguda (CRP) o por la reacción de sedimentación sanguínea (BSR). El análisis de los anticuerpos antinucleares (ANA) y los anticuerpos citoplasmáticos antineutrófilos (ANCA) proporciona más información sobre cualquier patología autoinmunológica y/o inflamatoria que pueda estar presente.
Un análisis de gases en sangre proporciona información sobre el transporte de oxígeno/CO2 en la sangre y puede indicar trastornos obstructivos y restrictivos de la ventilación que pueden desencadenar una fatiga persistente. A diferencia de la PCR y la IL-6, la inflamación sistémica grave de origen bacteriano provoca un aumento de la procalcitonina (PCT). Si se sospechan infecciones víricas y bacterianas, en el curso posterior deben realizarse pruebas de detección del VHC, el VIH, así como de la enfermedad de Lyme y la fiebre Q.
Conclusión
Hasta la fecha, no existe ningún biomarcador específico para el ME/SFC. Más bien, el procedimiento de diagnóstico es un proceso de exclusión de enfermedades somáticas y neurológicas subyacentes.
Literatura:
- Rosenthal TC, et al: Fatiga: una visión general. Médico de familia americano 2008; 78: 1173-1179.
- Bested AC, et al: Revisión de la encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica: un enfoque basado en pruebas para el diagnóstico y la gestión por parte de los médicos. Revisiones sobre salud medioambiental 2015; 30: 223-249.
- Nacul LC, et al: Prevalencia de la encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica (EM/SFC) en tres regiones de Inglaterra: un estudio transversal repetido en atención primaria. BMC medicine 2011; 9: 91.
- Fukuda K, et al.: El síndrome de fatiga crónica: un enfoque exhaustivo de su definición y estudio. Grupo Internacional de Estudio del Síndrome de Fatiga Crónica. Annals of Int Med 1994; 121: 953-959.
- Underhill RA: Encefalomielitis miálgica, síndrome de fatiga crónica: Una enfermedad infecciosa. Hipótesis médicas 2015; DOI 10.1016/j.mehy.2015.10.011 [Epub ahead of print].
- Theunissen T: El delantero cansado. Documental cinematográfico 2000.
- Carruthers BM, et al: Encefalomielitis miálgica: Criterios de consenso internacional. Journal Int Med 2011; 270: 327-338.
- Lane TJ, et al: El bajo rendimiento de los exámenes físicos y las investigaciones de laboratorio de los pacientes con fatiga crónica. Revista Americana de Ciencias Médicas 1990; 299: 313-318.
- Prins JB, et al: Síndrome de fatiga crónica. Lancet 2006; 367: 346-355.
PRÁCTICA GP 2016; 11(4): 30-32