En Suiza, una de cada dos mujeres mayores de 50 años sufre una fractura relacionada con la osteoporosis a lo largo de su vida [1]. El riesgo de una fractura posterior inmediatamente después de la primera fractura es especialmente elevado [2,3]. Una intervención terapéutica rápida y eficaz puede reducir el riesgo de fracturas posteriores y minimizar las consecuencias negativas asociadas para los afectados [2].
La osteoporosis suele tener graves consecuencias para los afectados – unos 400.000 sólo en Suiza – que van desde el dolor crónico y la discapacidad física hasta la depresión y una mayor tasa de mortalidad [1, 4]. Tras una primera fractura relacionada con la osteoporosis, el riesgo de sufrir una fractura posterior se duplica. Casi una cuarta parte de estas fracturas posteriores se producen en el plazo de un año y aproximadamente la mitad en los cinco años siguientes a la primera fractura [3]. La ventana temporal para una intervención terapéutica eficaz es, por tanto, corta.
Eficacia clínica demostrada del romosozumab
El romosozumab (Evenity®) puede reducir significativamente el riesgo de fractura osteoporótica posterior y fue aprobado en Suiza para el tratamiento de la osteoporosis grave en mujeres posmenopáusicas con alto riesgo de fractura el 1 de julio de 2020, basándose en los resultados del ensayo aleatorizado de fase III ARCH [5-7]. Otros ensayos pivotales de fase III son FRAME y STRUCTURE [8, 9]. La admisibilidad se está negociando actualmente y se espera para 2021.
Mecanismo de acción dual: Romosozumab promueve la formación ósea e inhibe la resorción óseaEl anticuerpo monoclonal humanizado contra la esclerostina Romosozumab es el primer representante de su clase farmacológica y se caracteriza por un mecanismo de acción dual único: Al inhibir la esclerostina, que es producida por los osteocitos e inhibe la diferenciación y la actividad de los osteoblastos, favorece la formación ósea por un lado y contrarresta la resorción ósea por otro. Así pues, el romosozumab tiene un efecto principalmente anabólico y también un efecto antirresortivo. El tratamiento con romosozumab puede aumentar la masa ósea trabecular y cortical, así como mejorar la estructura y la resistencia óseas. De este modo, contrarresta la degradación de la sustancia ósea y el deterioro de la calidad del hueso que subyacen a las fracturas relacionadas con la osteoporosis [4, 5, 10, 11]. |
Estudio ARCH – Romosozumab frente a alendronato
El estudio ARCH incluyó a 4.093 mujeres posmenopáusicas con osteoporosis y fracturas por fragilidad. Las participantes en el estudio se asignaron aleatoriamente a un tratamiento doble ciego de 12 meses con romosozumab inyectable subcutáneo mensual (210 mg) o alendronato oral semanal (70 mg), seguido de una fase de alendronato abierto en ambos grupos. El alendronato es un fármaco antirresortivo que suele utilizarse como terapia de primera línea para la osteoporosis. Después de 24 meses, las fracturas vertebrales se produjeron con una frecuencia significativamente menor en el brazo de romosozumab que en el de alendronato, lo que también fue el caso en términos de fracturas clínicas en el momento del análisis primario (tabla 1). La incidencia de fracturas de cadera también se redujo significativamente con romosozumab en comparación con alendronato (tabla 1) [7]. La menor incidencia de fracturas vertebrales y no vertebrales recurrentes se correlacionó con una mayor mejora media en la puntuación T total de la cadera tras un año de tratamiento con romosozumab [12]. Al igual que con el placebo, las pacientes que recibieron romosozumab mostraron un mayor aumento de la DMO en la cadera y la columna lumbar en comparación con el alendronato, y la diferencia entre los dos grupos de tratamiento también se mantuvo durante todo el periodo de estudio (tabla 1). Durante los primeros 12 meses, la tolerabilidad del romosozumab y del alendronato fue comparable y no se observaron ni osteonecrosis de mandíbula ni fracturas atípicas de fémur. Sin embargo, se produjo un desequilibrio de acontecimientos cardiovasculares graves entre los grupos de romosozumab y alendronato (2,5% frente a 1,9%, OR 1,31). Este no fue el caso en el ensayo FRAME en comparación con el placebo [7].
Estudio FRAME – Romosozumab frente a placebo
En el estudio doble ciego FRAME, 7.180 mujeres posmenopáusicas con una puntuación T de -2,5 a -3,5 en cadera total o cuello femoral recibieron una inyección subcutánea de romosozumab (210 mg) o placebo durante 12 meses, seguida de un tratamiento con el fármaco antirresortivo denosumab durante un año. A los 12 y 24 meses, el riesgo de nuevas fracturas vertebrales se redujo en un 73% y un 75%, respectivamente, en el grupo de romosozumab en comparación con el placebo, y también se produjeron fracturas clínicas con una frecuencia significativamente menor a los 12 meses con romosozumab que con placebo (tabla 2). Además, se observó un mayor aumento de la densidad mineral ósea (DMO) en la cadera, el cuello femoral y la columna lumbar en los pacientes que recibieron romosozumab (tabla 2). Los efectos positivos del romosozumab también persistieron durante la fase posterior de denosumab (Tabla 2). La tolerabilidad fue comparable para romosozumab y placebo [8].
Estudio STRUCTURE – Romosozumab frente a teriparatida
El estudio abierto STRUCTURE investigó los efectos del romosozumab y la teriparatida sobre la DMO en mujeres posmenopáusicas con osteoporosis que habían tomado previamente un bifosfonato oral durante al menos tres años antes del cribado y alendronato en el año inmediatamente anterior al cribado. Para ello, a 436 participantes en el estudio con puntuaciones T de DMO ≤ -2,5 en la cadera total, la columna lumbar o el cuello femoral y antecedentes de fracturas se les inyectó por vía subcutánea romosozumab (210 mg mensuales) o teriparatida (20 µg diarios) durante 12 meses, además de una terapia de referencia con calcio y vitamina D. El grupo de romosozumab, a diferencia del grupo de teriparatida, mostró una mejora significativa de la DMO en la cadera total después de 12 meses (tabla 3). A diferencia del grupo de teriparatida, el grupo de romosozumab mostró una mejora significativa de la DMO en la cadera total después de 12 meses (tabla 3). La tolerabilidad del tratamiento fue comparable en ambos grupos [9].
¿Qué pacientes se benefician del tratamiento con romosozumab?
La terapia adecuada para una paciente depende principalmente de su riesgo de fractura [2]. Según las recomendaciones actuales de la Asociación Suiza de Osteoporosis (SVGO), todos los pacientes con un riesgo muy elevado o inminente de fractura, que viene dado, entre otras cosas, por la aparición previa de una fractura o una densidad ósea muy reducida, pueden recibir una terapia de un año con romosozumab [13]. Esto puede favorecer además la formación de hueso, como también demuestran los estudios clínicos [5, 7-9]. Posteriormente, la terapia antirresortiva con bifosfonatos o denosumab debería ayudar a inhibir la resorción ósea y reducir así el riesgo de fractura a largo plazo [2, 13]. Los efectos beneficiosos conseguidos con un año de tratamiento con romosozumab también pueden mantenerse durante el tratamiento de seguimiento con terapias antirresortivas [7, 8].
Conclusión
El inhibidor de la esclerostina romosozumab está disponible desde el 1 de julio de 2020 para el tratamiento de mujeres posmenopáusicas con osteoporosis grave y alto riesgo de fractura [5, 6]. El doble mecanismo de acción del anticuerpo monoclonal permite simultáneamente favorecer la formación ósea e inhibir la resorción ósea [5, 10, 11]. Así, en comparación directa con el fármaco antirresortivo establecido alendronato o con placebo, el romosozumab puede reducir significativamente la recurrencia de fracturas vertebrales en el plazo de un año con una tolerabilidad comparable y, en comparación con el alendronato, también reduce significativamente el riesgo de fracturas clínicas [7, 8]. Además, el romosozumab ha demostrado ser más ventajoso que el alendronato y la teriparatida en la mejora de la DMO [7, 9]. En general, el romosozumab en combinación secuencial con un antirresortivo ofrece un enfoque terapéutico prometedor para las mujeres posmenopáusicas que ya han sufrido una fractura osteoporótica y, por tanto, tienen un riesgo muy elevado de fractura [5].
Tabla 1: Resultados del estudio ARCH, adaptado de [7]. DMO: densidad mineral ósea; ∆: diferencia media respecto al valor inicial; criterios de valoración primarios sombreados en gris; *tras confirmarse fracturas clínicas en ≥330 pacientes.
Tabla 2: Resultados del estudio FRAME, adaptado de [8]. DMO: densidad mineral ósea; ∆: diferencia media respecto al valor inicial; criterios de valoración primarios sombreados en gris.
Tabla 3: Resultados del estudio STRUCTURE, adaptado de [9]. DMO: densidad mineral ósea; ∆: diferencia media respecto al valor inicial; criterio de valoración primario sombreado en gris; * media del mes 6 y del mes 12.
CH-N-RM-OP-2000071
Breve información técnica Evenity
Literatura