El lema de la reunión de neurólogos europeos de este año fue “Llevar la evidencia a la práctica”. En consecuencia, el intercambio se centró en las formas de aplicar los conocimientos teóricos en la práctica. Para ello, se debatieron cuestiones como qué diseños de ensayos clínicos se adaptan mejor a la práctica, qué pruebas son relevantes para el uso de pruebas diagnósticas y si las directrices son una herramienta útil para mejorar los resultados. El objetivo declarado: reducir la carga de las enfermedades neurológicas.
Las directrices traducen los resultados de la investigación científica en recomendaciones que pueden mejorar la calidad de las decisiones clínicas al reducir las prácticas inadecuadas. Se calcula que alrededor del 30-40% de los pacientes reciben tratamientos que no se basan en pruebas científicas y que el 20-25% son innecesarios o potencialmente perjudiciales. Las directrices globales pueden ayudar a salvar esta distancia entre la investigación y la práctica clínica, pero la mera existencia de directrices no conduce necesariamente a su aplicación y a cambios en la práctica. Las investigaciones que han identificado los factores determinantes de la aplicación de las directrices mundiales en diferentes entornos han puesto de relieve varios factores que suelen denominarse barreras al cambio. Entre ellos se incluyen factores del personal sanitario como los conocimientos, la concienciación, las expectativas de resultados positivos y las actitudes, así como factores del paciente como la aplicabilidad, las preferencias y el comportamiento del paciente, y factores organizativos y medioambientales. Por lo tanto, las estrategias de aplicación de las directrices se centran en estos posibles obstáculos e intentan superarlos, aunque todavía no se ha identificado ninguna estrategia que sea eficaz en todas las circunstancias. También existe la idea de que los resultados mejoran cuando la práctica clínica se basa en pruebas. En resumen, la aplicación de las directrices globales en el ámbito neurológico clínico sigue siendo un reto. Es necesario realizar más investigaciones de alta calidad para comprender mejor qué estrategia funciona mejor y evaluar el impacto de las directrices en los resultados, centrándose en los resultados relevantes para los pacientes [1].
El ictus podría prevenirse
De todas las enfermedades, la apoplejía es la segunda en importancia a nivel mundial. Pero – el ictus es altamente prevenible, porque 10 factores de riesgo modificables son responsables del 90% de todos los ictus. Por lo tanto, debería ser bastante realista reducir el riesgo de ictus a la mitad. Una atención eficaz del ictus (que incluya la gestión prehospitalaria, la unidad de ictus, las terapias de reperfusión y la rehabilitación) puede cambiar significativamente el pronóstico tras un ictus. Ha llegado el momento de adoptar un enfoque sistemático que combine los conocimientos científicos actuales con medidas de defensa y políticas. Ahora se ha puesto en marcha el Plan de Acción para el Ictus en Europa (SAP-E) hasta 2030 y ha comenzado su aplicación. El SAP-E es la mayor acción jamás emprendida en el campo del ictus [2].
Pacientes en coma a la vista
Aunque el coma es frecuente en la UCI, existen diferencias en las prácticas de diagnóstico y gestión en todo el mundo. Éstos muestran los resultados de una encuesta transversal anónima realizada entre profesionales sanitarios que atienden a pacientes en coma [3]. La encuesta fue completada por 258 profesionales sanitarios de 41 países. Entre ocho elementos predefinidos, los encuestados identificaron las siguientes características cardinales que deben estar presentes para definir el coma: Ausencia de vigilia, Glasgow Coma Score (GCS) ≤8, incapacidad para responder intencionadamente a estímulos visuales, verbales o táctiles, e incapacidad para seguir órdenes. Las herramientas de evaluación clínica del coma más utilizadas fueron la escala de Glasgow (94%) y la exploración neurológica (78%). Los neuroestimulantes más utilizados fueron la amantadina (51%), el modafinilo (37%) y el metilfenidato (28%). Los principales determinantes del pronóstico fueron la etiología del coma, los hallazgos de la exploración neurológica y la neuroimagen. Menos del 20% de los encuestados informaron de un seguimiento rutinario de los supervivientes al coma tras el alta hospitalaria. Los investigadores concluyeron, por tanto, que existe una gran heterogeneidad entre los profesionales sanitarios en cuanto a la definición clínica del coma y el uso rutinario de técnicas avanzadas de evaluación del coma en cuidados intensivos.
Congreso: 8º Congreso de la Academia Europea de Neurología (EAN)
Literatura:
- Norrving B: Sistemas de trazos y sistemática. Simposio presidencial. PLEN02-1. Congreso EAN 2022.
- Leone M: ¿Son las directrices una herramienta útil para mejorar los resultados en neurología? Simposio presidencial. PLEN03-3. Congreso EAN 2022
- Rass V: Variabilidad en el manejo de pacientes comatosos. Simposios. SYMP08-3. Congreso EAN 2022.
InFo NEUROLOGÍA Y PSIQUIATRÍA 2022; 20(4): 26