A menudo no se reconocen los primeros signos de demencia porque los cambios en el cerebro se producen gradualmente. A menudo, un episodio depresivo también enmascara las dolencias reales. Sin embargo, para mantener el rendimiento de la memoria el mayor tiempo posible y estabilizar así también las funciones cotidianas, es necesario un diagnóstico precoz, para que la gestión del tratamiento pueda surtir efecto a tiempo.
Cuando se diagnostica una demencia, al principio es un shock, para todos los implicados. Porque al final, nadie sabe adónde le llevará el viaje. Además, existe una estrecha relación con la depresión, por lo que no está realmente claro si la depresión es un factor de riesgo de demencia, quizá incluso un síntoma prodrómico, o si la depresión debe considerarse más bien una consecuencia de la demencia. Diversos estudios han intentado encontrar respuestas a estas preguntas. Un estudio de seguimiento durante un periodo de 28 años llegó a la conclusión de que los episodios depresivos ocurridos en una fase temprana del estudio no aumentaban el riesgo de demencia, informó la doctora Irene Bopp-Kistler, de Zúrich. Sin embargo, la depresión como síntoma prodrómico de la demencia no debe descartarse en la práctica diaria, aunque el diagnóstico diferencial sea difícil, sobre todo en el caso de la apatía. Por lo tanto, la anamnesis tiene una importancia crucial, afirma el experto.
Formas de encontrar un diagnóstico
Además de un trastorno cognitivo subjetivo, que sin embargo no siempre tiene por qué representar un riesgo de demencia, los cambios de comportamiento y los problemas en las Actividades Avanzadas de la Vida Diaria (AADL) pueden proporcionar indicios iniciales. Además, hay informes de una disminución de las funciones diarias instrumentadas (IDAL). Entre ellas se incluyen, por ejemplo, ocuparse de las finanzas, hacer la compra, cocinar, percibir los acontecimientos del día, leer, acudir a las citas, tomar la medicación o utilizar el transporte público. En el curso posterior, también aparecen problemas con las actividades básicas de la vida diaria ( ABVD) (resumen 1). Las primeras impresiones deben completarse después con una encuesta BrainCheck o IQCODE. Además, se recomienda la Evaluación Cognitiva de Montreal (MoCA). El MMSE, por otro lado, no es lo suficientemente sensible para la detección de estadios tempranos, explicó el experto. A continuación, deberá completarse con la prueba del reloj. En Suiza también se utiliza habitualmente el DemTect. En caso de un examen adicional por imagen, deberá realizarse un protocolo de demencia, es decir, una imagen especial de las estructuras mesiotemporales (Fig. 1) .
La gravedad de la demencia depende en última instancia de las funciones cotidianas. La demencia leve es cuando disminuyen las capacidades instrumentales, la demencia moderada es cuando hay problemas con las ABVD, como comer o vestirse, y la demencia grave es cuando el paciente depende completamente de ayuda externa.
Peligro reconocido, peligro evitado – o al menos retrasado
Un diagnóstico a tiempo es de gran importancia ya que se pueden evitar conflictos en la relación y en la familia, se puede llegar a una mejor comprensión de los problemas y se pueden tomar decisiones oportunas sobre el futuro. Estos incluyen los deseos con respecto a los cuidados, un testamento vital pero también la regulación de las finanzas. Además, el diagnóstico precoz también allana el camino para una gestión integral del tratamiento. Esto permite a menudo a los afectados un periodo de tiempo más largo en el que pueden seguir viviendo de forma independiente. Diferentes medidas pretenden mejorar o al menos estabilizar parcialmente los síntomas y las capacidades cotidianas. La terapia se basa en tres pilares: tratamiento de las causas remediables, como la carencia de vitaminas o el hipotiroidismo, intervenciones no farmacológicas, como el entrenamiento del rendimiento cerebral o la terapia ocupacional, e intervenciones farmacológicas. Hasta ahora, sólo existen unos pocos medicamentos aprobados para tratar los principales síntomas de la demencia. En el caso de la demencia de Alzheimer, se utilizan principalmente fármacos antidemencia. Éstas pueden aliviar los trastornos de la memoria y contribuir así a mejorar la capacidad de afrontar la vida cotidiana. Los inhibidores de la colinesterasa se utilizan para la demencia de Alzheimer de leve a moderada e inhiben la descomposición de la acetilcolina. Existe un antagonista del glutamato para la enfermedad de moderada a grave. Contrarresta la liberación excesiva de glutamato. Los preparados herbales a base de ginkgo biloba desempeñan un papel especial. Favorecen la circulación sanguínea en el cerebro y pueden favorecer el Alzheimer leve o la demencia vascular, así como las formas mixtas.
Congreso: Actualización del FomF
Fuente:
- Bürge M, et al: Praxis 2018; 107:435-451.
InFo NEUROLOGY & PSYCHIATRY 2021; 19(4): 30-31 (publicado el 21/8, antes de impresión).