Lo demuestra un estudio transversal de California: Los pacientes jóvenes con cáncer reciben cuidados médicos muy intensivos (quimioterapia, hospitalizaciones, ingresos en urgencias o en la unidad de cuidados intensivos) en los últimos meses e incluso en las últimas semanas antes del final de la vida. Pero el planteamiento agresivo, elegido por dos tercios de los examinados, ¿responde también a las necesidades y deseos de los afectados?
La atención médica al final de la vida es una empresa especialmente delicada. Entre la concesión de una despedida digna y autodeterminada, centrada principalmente en la calidad de vida, y las múltiples exigencias y posibilidades de la medicina moderna, centrada principalmente en la prolongación de la vida, existe a menudo una brecha considerable. Por ello es importante investigar cómo son los cuidados poco antes de la muerte en diferentes poblaciones de pacientes para poder reflexionar críticamente sobre el procedimiento y modificarlo si es necesario.
Un estudio estadounidense utilizó datos de registro e historiales médicos electrónicos para analizar la intensidad de los cuidados al final de la vida de 663 adolescentes o adultos jóvenes con cáncer. Dado que el cáncer es la principal causa de muerte asociada a la enfermedad en este colectivo, los hallazgos tienen una gran relevancia. Los pacientes presentaban un cáncer en estadio I-III más una recidiva o un tumor en estadio IV. Los tumores del tracto gastrointestinal fueron los más frecuentes, también fueron frecuentes el cáncer de mama, las leucemias, los cánceres genitourinarios y los linfomas.
Dos tercios reciben cuidados intensivos
El 11% de los pacientes estudiados seguían recibiendo quimioterapia dos semanas antes de su muerte. Un mes antes del final de la vida, el 22% fueron remitidos a la unidad de cuidados intensivos y el mismo número había acudido a urgencias más de una vez durante este periodo. En total, el 62% de los afectados fueron hospitalizados.
La tasa de pacientes que habían recibido al menos un cuidado médico intensivo (un parámetro compuesto de las medidas mencionadas) poco antes de su muerte fue del 68%. Los autores señalan que, en consecuencia, estas medidas representan la norma en esta población joven, lo que debería ser objeto de una reflexión crítica, sobre todo teniendo en cuenta que superaba claramente las recomendaciones terapéuticas que se aplican a los adultos con cáncer grave.
Se ha hecho un comienzo – aún queda mucho por aclarar
Lamentablemente, según los investigadores, los datos disponibles no permitían afirmar de forma concluyente qué características de los pacientes estaban especialmente asociadas a las intervenciones médicas intensivas. También -y este punto sería en realidad de importancia fundamental- se desconoce cuántos pacientes eran conscientes de su mal pronóstico y, sin embargo, eligieron medidas intensivas para prolongar su vida. También existe el problema de que, en el caso de los adolescentes, pueden ser los padres quienes decidan las medidas médicas.
Si la decisión de adoptar medidas intensivas se tomaba realmente con tanta frecuencia en la población estudiada a pesar de las malas perspectivas, los jóvenes afectados diferirían fundamentalmente de los adultos mayores en este punto. Las limitaciones de un estudio de este tipo son siempre la difícil evaluación médica del riesgo de mortalidad o el pronóstico. Por ello, en caso de ambigüedad, los médicos pueden preferir de todos modos las medidas de prolongación de la vida para los pacientes jóvenes.
Con la constatación de que los cuidados médicos intensivos al final de la vida son muy frecuentes, se ha dado un primer paso importante en esta cuestión, según los autores. Ahora se trata de explorar mejor los deseos y necesidades de los jóvenes enfermos de cáncer, pero también los factores que influyen (entorno social, pareja, padres).
Fuente: Mack JW, et al: JAMA Oncol July 09 2015. doi:10.1001/jamaoncol.2015.1953 (Epub ahead of print).
InFo ONCOLOGÍA Y HEMATOLOGÍA 2015; 3(8): 3