Un paciente obeso de 36 años quiere centrarse más en la terapia de su diabetes mellitus de tipo 2 y en su peso tras su tiroidectomía. También padece hipertensión y dislipidemia, que también deben incluirse en la estrategia de tratamiento.
Antecedentes
Una paciente de 36 años se presentó en el servicio de diabetología/endocrinología para un seguimiento postoperatorio tras una tiroidectomía. El paciente informó de que había superado bien la operación y que sus dolencias habían mejorado notablemente. Ahora quiere trabajar en su peso y en su diabetes. La diabetes mellitus de tipo 2 ya había sido diagnosticada hacía cinco años y se trataba con la sulfonilurea Gliclazid (60 mg) y 2 veces 1000 mg de metformina.
Anamnesis y diagnóstico
El examen físico reveló un peso de 105,7 kg con una estatura de 171 cm, lo que corresponde a un IMC de 35,5 kg/m2 y, por tanto, a una obesidad de grado II según la clasificación de la OMS. Además, la presión arterial sistólica y diastólica estaban elevadas con valores de 149/100 mmHg. No se encontraron indicios de neuropatía diabética en la exploración física.
Además, la paciente padecía una dislipidemia pronunciada. La medición de la HbA1c mostró un valor de 8,4% y se detectó macroalbuminuria como complicación diabética secundaria.
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Terapia
Debido al hipotiroidismo latente, se aumentó la levotiroxina sódica a 250 µg. El tratamiento de la dislipidemia se realizó con atorvastatina (80 mg, una vez al día). Para facilitar la reducción de peso, el metoprolol utilizado anteriormente para el tratamiento de la hipertensión se sustituyó por ramipril (5 mg, una vez al día). Además, se suspendió la terapia con gliclazida y la paciente fue tratada en su lugar con canagliflozina (300 mg, una vez al día) para lograr un mejor control de la diabetes mellitus tipo 2. Se mantuvo el tratamiento con metformina.
Situación actual
El seguimiento a los tres meses mostró un muy buen control metabólico de la diabetes mellitus tipo 2 con un valor de HbA1c del 7,1%. Además, el paciente había reducido su peso en 6,6 kg. Como resultado, ahora tiene un IMC de 33,9 kg/m2, lo que corresponde a una obesidad de grado I según la clasificación de la OMS. La presión arterial sistólica y diastólica se había normalizado con valores de 118/82 mmHg. Sin embargo, la paciente se quejó de una tos irritativa en aumento, lo que indicaba una intolerancia al inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina (IECA). Por lo tanto, el tratamiento de la hipertensión debe cambiarse a un bloqueador de los receptores de angiotensina, como el candesartán (8 mg, una vez al día). El bloqueo del sistema renina-angiotensina también es importante para el tratamiento de la nefropatía diabética. Aquí, el cribado de la nefropatía mostró una relación albúmina/creatinina (ACR) de 121,4 mg/g y una albuminuria de 84,6 mg/L. Así pues, ahora existe más una nefropatía diabética en fase de microalbuminuria (inicialmente macroalbuminuria).
Autor: Prof. Dr. med. Gottfried Rudofsky con el apoyo editorial del Dr. rer. nat. Christin Döring, IACULIS GmbH
Los derechos de autor y la responsabilidad del contenido del caso del paciente recaen exclusivamente en el autor.
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