El 24 de enero se celebró por segunda vez en Lucerna el Día Suizo del Derma. Las Clínicas Universitarias de Dermatología de Basilea y el Inselspital de Berna, en colaboración con las clínicas de Aarau, Bellinzona, Lucerna y el Triemlispital de Zúrich, han vuelto a invitar a los participantes a este acto de formación. El extenso programa incluía una actualización sobre la dermatitis de contacto.
La Dra. med. Kathrin Scherer, de Basilea, presentó novedades sobre la dermatitis de contacto. “La dermatitis alérgica de contacto es un problema médico común, con un 15% de la población sensibilizada a un alérgeno estándar”, explicó. Sin embargo, debido a la aparición de nuevas sustancias, la exposición cambia constantemente. Por ello, la Red de Información de Clínicas Dermatológicas (IVDK), con sede en Gotinga, vigila y evalúa constantemente la situación. Entre los aproximadamente 50 hospitales que participan en el IVDK se encuentran también cuatro de Suiza. Cada dos años se publica una actualización de los datos recopilados [1].
Níquel, fragancias y conservantes
En 2010, se realizaron pruebas epicutáneas a 12.574 pacientes en los departamentos de dermatología que participan en el IVDK [1]. El alérgeno de contacto más común sigue siendo el níquel. “En general, sin embargo, la tasa de sensibilización a los metales está disminuyendo, sobre todo a largo plazo”, añadió el Dr. Scherer. “No obstante, la tasa de sensibilización al níquel entre las mujeres de 18 a 30 años sigue siendo de alrededor del 20%”. Los índices de sensibilización al cobalto y al cromo también están disminuyendo.
Esto se debe sobre todo a que el uso de estas sustancias se ha regulado más estrechamente en los últimos años, afirma el Dr. Scherer. Por ejemplo, el uso de cemento con bajo contenido en cromatos ha hecho que disminuyan las nuevas sensibilizaciones al cromato entre los albañiles.
Las fragancias son la segunda causa más común de dermatitis alérgica de contacto después de los metales. “También aquí los índices de sensibilización han disminuido considerablemente en los últimos 13 ó 14 años. Esto se debe principalmente a la reducción de las concentraciones de absolutas de musgo de roble e isoeugenol en los cosméticos y productos de cuidado personal”, afirmó. Sin embargo, en los últimos tres años también se ha producido aquí un ligero aumento de nuevas sensibilizaciones. “Esto se explica probablemente por un aumento relativo de las reacciones alérgicas a las otras fragancias incluidas en la mezcla respectiva”.
El tercer gran grupo entre los principales alérgenos son los conservantes. Los índices de sensibilización a la MCI/MI (metilcloroisotiazolinona/metilisotiazolinona) muestran un claro aumento tras una fase constante más larga. Desde 2005, el MI también se utiliza solo, sin MCI, como conservante. “La cantidad máxima permitida para MI está limitada a 100 ppm en cosméticos. Sin embargo, no hay límite para el uso industrial, por ejemplo en pinturas murales”, explicó el experto. Un estudio realizado entre pintores reveló que el MI y la resina epoxi eran los dos alérgenos más comunes [2]. En otros estudios, los participantes ya reaccionaron a concentraciones de MI de entre 5 y 50 ppm en, por ejemplo, productos de enjuague y toallitas higiénicas húmedas [3, 4]. Además, el Dr. Scherer señaló la importancia del conservante IPBC (butilcarbamato de yodopropinilo). “El IPBC es el segundo alérgeno más común en el grupo de los conservantes. Los grupos profesionales del metal y de la transformación de la madera se ven especialmente afectados”. Esta sustancia también está presente en cosméticos y toallitas higiénicas desde hace algunos años. “El IPBC no es un alérgeno muy fuerte, pero penetra muy bien porque es una molécula pequeña y lipofílica. Así que es una sustancia que debemos esperar en el futuro”, concluyó.
Fuente:2ª Jornada Suiza del Derma, Lucerna,24 de enero de 2013
Literatura:
- Geier J, et al: Der Hautarzt 2011; 62: 751-756.
- Mose AP, et al: Dermatitis de contacto 2012; 67: 293-297.
- Lundov MD, et al: Dermatitis de contacto 2011; 64: 330-336.
- Lundov MD, et al: Br J Dermatol 2011; 165: 1178-1182.