El “aceite de pescado” como protector del corazón siempre se discute de forma controvertida – y se prueba de forma igual de contradictoria. Algunos estudios pueden demostrar un efecto protector, muchos otros no. Ahora, por primera vez, se han demostrado signos de retraso en la progresión de la aterosclerosis con un preparado específico.
Ya en 2018, se presentaron los resultados de un estudio que demostró por primera vez un efecto protector contra los eventos cardiovasculares mediante la sustitución de ácidos grasos marinos omea-3. 8179 pacientes con niveles elevados de triglicéridos (>150 a <500 mg/dl) y niveles bastante bajos de colesterol LDL (41 a 100 mg/dl) recibieron una dosis elevada de ácido eicosapentaenoico (EPA) en su forma pura (icosapent-etil). Todos los pacientes tomaban estatinas y muchos ya padecían enfermedades cardiovasculares o diabetes en combinación con al menos otro factor de riesgo. La ingesta de altas dosis de EPA demostró reducir significativamente el riesgo de la variable principal compuesta (muerte cardiovascular, infarto de miocardio no mortal o ictus, hospitalización por angina inestable o revascularización coronaria) en un 25%.
Un estudio de seguimiento investiga ahora cómo se produce este efecto protector. En 80 pacientes, se examina el desarrollo de la aterosclerosis coronaria bajo el preparado en comparación con el placebo. Se realizará un TAC multicorte al inicio, a los nueve meses y a los 18 meses para detectar posibles cambios en la morfología de la placa coronaria.
Detener la aterosclerosis
Un análisis provisional de los primeros datos tras nueve meses muestra los primeros signos de un retraso de la progresión de la aterosclerosis en un 21% con el icosapent-etilo. Esta diferencia aún no es significativa. Sin embargo, otras morfologías de la placa como las lesiones calcificadas, no calcificadas o fibrosas y el volumen total de la placa ya mostraron diferencias significativas a favor del “aceite de pescado”. Se esperan con impaciencia los resultados finales tras la finalización del periodo de estudio de 18 meses.
Fuente: Asociación Americana del Corazón (AHA)
CARDIOVASC 2019; 18(6): 36 (publicado el 5.12.19, antes de impresión).