Durante cuatro días, representantes de las neurociencias se reunieron en Barcelona con motivo del Congreso ECNP 2018. Un tema central fue la influencia del estilo de vida y los factores medioambientales en la salud. La Prof. Dra. med. Undine Lang, Directora de las Clínicas Psiquiátricas Universitarias de Basilea, habló sobre la conexión entre nutrición y depresión.
Nada más comenzar su presentación en el Congreso ECNP 2018 de Barcelona, la Dra. Undine Lang, directora de las Clínicas Psiquiátricas Universitarias de Basilea (UPK Basel), lo dejó claro: “No debemos limitarnos a luchar contra los síntomas de la depresión, sino fijarnos en los recursos y factores que podemos cambiar en el comportamiento de los pacientes”. Esto se debe a que a los pacientes les interesan sobre todo las cuestiones que conforman su vida cotidiana y que van más allá de la reducción de los síntomas. El enfoque en la perspectiva del paciente -un importante punto de fuga del congreso de este año- tuvo así también su eco en la presentación de Lang sobre la conexión entre la depresión y la nutrición.
El estilo de vida decide
El grupo de investigación de Lang está investigando enfoques terapéuticos complementarios más allá de los SSNRI, que pueden utilizarse para tratar a las personas depresivas con pocos efectos secundarios y de una forma cercana a la vida cotidiana. Y son necesarias medidas de apoyo: aunque la atención farmacológica y psicoterapéutica ha aumentado mucho, el número de pacientes deprimidos es cada vez mayor; la farmacoterapia y la psicoterapia sólo son capaces de reducir la mitad de los síntomas [1,2]. Esto indica una fuerte influencia de los factores de riesgo medioambientales [3]. Factores ambientales nocivos como el estrés, las experiencias traumáticas, la escasa actividad física, las alteraciones del sueño, los déficits de luz y una dieta poco saludable pueden conducir a la depresión. Esta enfermedad multicausal tiene implicaciones metabólicas, cardiovasculares, endocrinológicas e inflamatorias. Como resultado, la depresión – o un estilo de vida que fomente la depresión – se asocia a comorbilidades como el cáncer, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el ictus o la enfermedad de Alzheimer (Fig. 1). A su vez, el tratamiento de la depresión conlleva una mejora significativa de los resultados del diagnóstico comórbido, en el caso de la enfermedad de Parkinson unas tres veces [4].
Según el profesor Lang, la nutrición desempeña un papel especial en la manipulación terapéutica de los factores ambientales. Los estudios sobre la influencia del microbioma en la salud están en auge. Desde el cambio de milenio, su número se ha multiplicado exponencialmente. Con respecto a las enfermedades cardiacas, los derrames cerebrales y la diabetes de tipo 2, un estudio concluyó que el 45% de todas las muertes podrían haberse evitado con una dieta adecuada [5]. Los estudios también indican la gran importancia del microbioma en relación con el comportamiento depresivo o ansioso [6].
La misteriosa influencia de los psicobióticos
“El intestino delgado influye en nuestro comportamiento”, afirma el profesor Lang y señala que, en realidad, numerosas enfermedades comienzan en el intestino. El microbioma podría suponer un gran avance en la neurociencia clínica. Por ejemplo, los resultados positivos de los trasplantes de microbiota fecal en niños autistas dan esperanzas [7].
El microbioma intestinal está formado por más de 1014 microorganismos, que a su vez pertenecen a más de 1000 especies. El microbioma está en constante intercambio con el cerebro a través de los sistemas nerviosos autónomo y entérico (SNE), los sistemas neuroendócrino y metabólico y el sistema inmunitario (“eje intestino-cerebro”): Alrededor del 90% de toda la información fluye del tracto gastrointestinal al cerebro, y sólo el 10% a la inversa. En el intestino se producen importantes neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y el GABA, que también influyen en el estado de ánimo. Actualmente se está investigando el efecto exacto de los “psicobióticos” para determinar por dónde empezar terapéuticamente en el tratamiento de la depresión. Se sabe que el microbioma de los pacientes deprimidos difiere del de las personas sanas.
¿Una dieta adecuada reduce el riesgo de depresión?
Varios estudios de asociación sugieren que las manifestaciones poco saludables de las dietas occidentales influyen negativamente en el riesgo de depresión. El consumo de alimentos refinados, bebidas dulces, fritos, embutidos o aperitivos de galletas es perjudicial [8,9]. Un estudio prospectivo de cohortes de 87.600 mujeres posmenopáusicas descubrió que un índice glucémico elevado y una ingesta baja de lactosa y fruta se asociaban a un mayor riesgo de depresión [10]. Por otro lado, una dieta japonesa o mediterránea, que contiene mucho aceite de oliva, pescado, frutas, verduras, frutos secos y carne no procesada, reduce el riesgo [8]. Los vegetarianos informan de un estado de ánimo significativamente mejor en comparación con los omnívoros, curiosamente a pesar de una ingesta reducida de ácido eicosapentaenoico y docosahexaenoico [11]. Los resultados de un estudio cuasiexperimental multicéntrico indican que existe un vínculo entre la dieta vegana, el bienestar y la productividad [12]. Sin embargo, el profesor Lang pide cautela: “Muchos estudios son retrospectivos, por lo que la influencia real de la nutrición difícilmente puede considerarse de forma aislada.
Por el contrario, el estudio SMILES publicado en 2017 ofrece resultados apasionantes, al investigar por primera vez los efectos de una intervención de terapia nutricional en pacientes gravemente deprimidos en un entorno prospectivo aleatorizado y controlado. En comparación con el grupo de control, que recibió psicoterapia (a veces en combinación con farmacoterapia), el grupo tratado con terapia nutricional logró una remisión del 32% al cabo de tres meses (definida como <10 en la escala MADRS) [13].
En principio, la terapia nutricional para pacientes con depresión ha demostrado ser muy útil. Por ejemplo, el entrenamiento nutricional durante dos años en una población de pacientes de edad avanzada condujo a una reducción de los síntomas depresivos y a una menor tasa de rehospitalización [14]. No obstante, se necesitan más estudios clínicos prospectivos aleatorizados para investigar la relación recíproca entre nutrición y depresión, así como posibles terapias basadas en ella.
Fuente: 31º Congreso de la ECNP, 6-9 de octubre de 2018, Barcelona (E)
Literatura:
- Casacalenda N, Perry JC, Looper K: Remisión en el trastorno depresivo mayor: una comparación de la farmacoterapia, la psicoterapia y las condiciones de control. Am J Psychiatry 2002; 159(8): 1354-1360.
- Jorm AF, et al: ¿Ha reducido el aumento de la provisión de tratamiento la prevalencia de los trastornos mentales comunes? Revisión de las pruebas de cuatro países. Psiquiatría Mundial 2017; 16(1): 90-99.
- Marx W, et al: Psiquiatría nutricional: estado actual de las pruebas. Proc Nutr Soc 2017; 76(4): 427-436.
- Shen CC, et al: Riesgo de enfermedad de Parkinson tras la depresión: un estudio poblacional a escala nacional. Neurología 2013; 81(17): 1538-1544.
- Micha R, et al: Asociación entre factores dietéticos y mortalidad por enfermedad cardiaca, ictus y diabetes tipo 2 en Estados Unidos. JAMA 2017; 317(9): 912-924.
- Lyte M: Endocrinología microbiana en el eje microbioma-intestino-cerebro: cómo influyen en el comportamiento la producción bacteriana y la utilización de neuroquímicos. PLoS Pathog 2013; 9(11): e1003726.
- Kang D, et al: La terapia de transferencia de microbiota altera el ecosistema intestinal y mejora los síntomas gastrointestinales y del autismo: un estudio abierto. Microbioma 2017; 5: 10.
- Ruusunen A, et al.: Los patrones dietéticos se asocian con la prevalencia de síntomas depresivos elevados y el riesgo de obtener un diagnóstico de depresión al alta hospitalaria en hombres finlandeses de mediana edad o mayores. J Affect Disord 2014; 159: 1-6.
- Jacka FN, et al: Calidad de la dieta y problemas de salud mental en adolescentes del este de Londres: un estudio prospectivo. Soc Psiquiatría Psiquiatría Epidemiol 2013; 48(8): 1297-1306.
- Gangwisch JE, et al: Dieta de alto índice glucémico como factor de riesgo de depresión: análisis de la Iniciativa de Salud de la Mujer. Am J Clin Nutr 2015; 102: 454-463.
- Beezhold BL, Johnston CS, Daigle DR: Las dietas vegetarianas se asocian a estados de ánimo saludables: un estudio transversal en adultos adventistas del séptimo día. Nutr J 2010; 9: 26.
- Agarwal U, et al: Un ensayo controlado aleatorio multicéntrico de un programa de intervención nutricional en una población adulta multiétnica en el entorno corporativo reduce la depresión y la ansiedad y mejora la calidad de vida: el estudio GEICO. Am J Health Promot 2015; 29(4): 245-254.
- Jacka FN, et al: Un ensayo controlado aleatorio de mejora dietética para adultos con depresión mayor (el ensayo SMILES). BMC Medicine 2017; 15: 23.
- Stahl ST, et al: Entrenamiento en prácticas dietéticas saludables en adultos mayores de riesgo: un caso de prevención indicada de la depresión. Am J Psychiatry 2014; 171(5): 499-505.
- Lang UE, Walter M: La depresión en el contexto de los trastornos médicos: nuevas vías farmacológicas revisitadas. Neurosignals 2017; 25: 54-73.
InFo NEUROLOGÍA Y PSIQUIATRÍA 2018; 16(6): 48-49.