Es difícil imaginar un deporte en el que el pie no desempeñe un papel central. Ninguna parte del cuerpo se utiliza para tareas tan variadas como el pie humano. En el uso deportivo, es un amortiguador, un medio de locomoción, un órgano de agarre rudimentario y una herramienta para trabajar sobre el objeto del deporte (a veces incluso sobre el adversario). Quizá como ninguna otra parte del cuerpo, el pie humano, especialmente el de un atleta, está sometido a fuerzas considerables.
El pie humano es una construcción ingeniosa pero correspondientemente compleja (Fig. 1). Los dos pies adultos contienen aproximadamente una cuarta parte de los huesos del cuerpo humano, es decir, 26 por pie. Estos huesos forman 16 articulaciones, que se mantienen unidas por más de 100 ligamentos y son accionadas por 20 músculos. Estas estructuras parcialmente dinámicas confieren al pie su estabilidad, su fuerza y, por tanto, también su extraordinaria funcionalidad. Dependiendo de la velocidad de carrera, las fuerzas ejercidas pueden ser hasta cinco veces superiores al peso corporal.
La forma del pie con arcos longitudinales y transversales distribuye el peso del cuerpo a los tres puntos del talón, la articulación metatarsofalángica y la articulación metatarsofalángica del dedo pequeño y, por tanto, desempeña un papel central en la función del pie. La almohadilla de grasa de la parte inferior del pie es más gruesa en estos tres puntos. Los numerosos receptores de la planta del pie son otra muestra de lo importantes que son nuestros pies.
Tipos de pie
Clásicamente, se distinguen tres tipos de pies. La clasificación se realiza en función de la altura del arco longitudinal (Fig. 2):
- Pie normal: No suele presentar problemas biomecánicos particulares.
- Pie plano/avellanado: Aquí se produce un descenso del arco longitudinal. El pie es básicamente bastante inestable. El propietario de un pie plano/bajo necesita un buen control del movimiento y de la pronación, así como una capacidad de estabilización óptima.
- Pie hueco: El pie hueco suele presentar diversos problemas. Especialmente problemática es su rigidez relativa, que reduce sus propiedades de amortiguación.
Hay que señalar en este punto que los tres tipos son básicamente variantes de formas que no tienen por qué tener un valor patológico.
¿Qué ocurre cuando corre?
Correr es el uso más natural de los pies. Desde un punto de vista biomecánico, correr es un movimiento repetitivo. Por término medio, se dan entre 400 y 600 pasos por kilómetro corrido. Cada vez que el pie entra en contacto con el suelo, se producen fuerzas que se denominan fuerzas verticales de reacción al suelo. A una velocidad de 10 km/h, el contacto con el suelo se sitúa entre 200 y 250 m/s (20-25% de un segundo).
El contacto del pie con el suelo se divide en tres fases: Fase de aterrizaje o impacto, fase de apoyo y fase de impulso.
La fase de aterrizaje dura desde el primer contacto del talón (o el antepié) con el suelo hasta el momento en que todo el pie está en el suelo. En términos de tiempo, la fase de aterrizaje para el corredor corresponde al 8-10 % del contacto total con el suelo.
La fase de apoyo incluye el tiempo en que toda la superficie del pie está en el suelo. La fase de apoyo corresponde al 40% de la zancada del corredor. Se divide en:
- La transferencia de peso desde el primer contacto hasta la elevación de la otra pierna
- La fase media de la postura, desde apoyarse sobre todo el pie hasta levantar el talón.
- La fase final cuando la otra pierna toca el suelo.
La fase de empuje comienza cuando el talón se levanta del suelo y dura hasta el final del contacto con el suelo. La fase de empuje corresponde al 50% de la zancada del corredor. Se divide en:
- Levantamiento del dedo gordo
- Inicio del balanceo cuando la pierna de balanceo pasa la pierna de apoyo
- Media oscilación hasta que la parte inferior de la pierna esté perpendicular al suelo.
- El balanceo final, que dura hasta que el talón toca el suelo.
Así se completa un ciclo de engranaje.
¿Qué fuerzas actúan?
Los valores de fuerza más elevados se miden en la fase de aterrizaje. Las fuerzas de reacción del suelo (fuerzas pasivas o fuerzas de impacto) alcanzan valores máximos de dos a tres veces el peso corporal (KG). El tiempo de carga es muy corto.
En la fase de repulsión, en cambio, se generan fuerzas activas o propulsivas con valores pico elevados pero tiempos de carga largos. Para un movimiento de rodadura óptimo, sólo se pueden reducir o amortiguar las fuerzas de impacto pasivas. Reducir o amortiguar las fuerzas activas/propulsivas provoca una pérdida de fuerza que debe compensarse aumentando la actividad muscular.
Modalidades de examen
Mientras que la forma del pie puede evaluarse con bastante facilidad “clínicamente” o con un podoscopio (mesa de espejos), se necesita mucho más para analizar la marcha. Con la ayuda de técnicas de medición sensibles, un análisis de la marcha y la carrera, pueden sacarse a la luz detalles de la secuencia de movimientos que no pueden percibirse a simple vista. Dicho examen especial suele incluir:
- Se realiza una evaluación estática de los pies, la rodilla, la cadera y los ejes de la columna vertebral en la mesa de espejos. Aquí se realiza una evaluación cualitativa de la postura.
- Medición de la distribución de la presión con el sistema de análisis Footscan: La persona sometida a la prueba se coloca de pie sobre una placa de medición de la presión. A través del ordenador conectado, la carga sobre el pie puede visualizarse, almacenarse y evaluarse (medición estática para evaluar la forma o el tipo de pie, medición dinámica para evaluar el desarrollo de la presión durante la fase de contacto con el suelo de un paso de carrera). Para la medición dinámica, la persona que realiza la prueba corre a un ritmo relajado sobre una pista en la que está integrada la placa de medición de la presión. Esta técnica de medición permite un análisis cuantitativo de la carga durante la fase de contacto con el suelo de una zancada en carrera.
- Otro método de evaluación es el análisis de vídeo en la cinta rodante para evaluar el comportamiento de rodadura. La persona sometida a la prueba corre en la cinta en una carrera de resistencia relajada. Tras una fase de rodaje, se filma al corredor tanto por delante como por detrás. Gracias a la alta resolución del montaje de la película, es posible ver las fases individuales (golpe de talón, fase de apoyo y fase de empuje) de forma muy diferenciada. En el paso individual, se distingue entre las fases de apoyo y de balanceo (incluyendo subdivisiones posteriores de estos momentos). Después, el examinador explica las secuencias individuales al examinado basándose en el vídeo, señala las posibles malas posturas y sus consecuencias y discute las medidas necesarias (posibles). Se informa al médico remitente mediante un informe. No es infrecuente que tras este examen se confeccione una órtesis a medida como medida para corregir las malposiciones detectadas.
Huelga decir que un examen tan complejo, elaborado, caro y normalmente no cubierto por el seguro médico como el videoanálisis no es el primer paso en la evaluación de las dolencias del pie, y menos aún en el caso de los trastornos por uso excesivo, que se encuentran entre las dolencias más comunes. Un examen convencional y sencillo de la marcha en la sala de prácticas, un examen en bipedestación de una y dos piernas y un examen “manual” convencional de las distintas partes del pie son indispensables antes de utilizar más tecnología.
PRÁCTICA GP 2016; 11(6): 4-6