El tratamiento del ictus ha mejorado tanto en los últimos años que las tasas de supervivencia están aumentando. Sin embargo, muchos pacientes no se recuperan totalmente desde el punto de vista funcional. Los estadounidenses se centran en el entrenamiento de resistencia en la rehabilitación. Sin embargo, según datos recientes, un comienzo más suave puede ser más eficaz.
Alrededor de 10 millones de personas en todo el mundo sufren un ictus cada año. En Suiza, las cifras rondan los 16.000 afectados al año. El ictus es la causa más común de discapacidad en la edad adulta. En la mayoría de los casos, la disfunción repentina está provocada por un trastorno circulatorio, por ejemplo causado por un coágulo de sangre. La hemorragia está presente en alrededor del 15% de los casos. Las tasas de supervivencia han aumentado significativamente en los últimos años gracias a la mejora de las estrategias de tratamiento. Sin embargo, cerca de dos tercios de los afectados luchan con limitaciones funcionales tras el suceso (Tab. 1) . Dado que no se dispone de intervenciones farmacológicas, el tratamiento terapéutico consiste en fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia y medidas neuropsicológicas.
Según las recomendaciones de la “American Heart Association/American Stroke Association”, los pacientes con apoplejía a partir de la fase subaguda deben realizar un entrenamiento de resistencia al 55-80% de la frecuencia cardiaca máxima durante 20-60 minutos de 3 a 5 veces por semana. La base es la suposición de que el entrenamiento en cinta mejora la velocidad y la resistencia al caminar y al subir escaleras y evita el aumento del desacondicionamiento. Además, se puede fomentar la neuroplasticidad del cerebro y mejorar así los resultados. Sin embargo, los datos al respecto son contradictorios. Aunque algunos estudios muestran una mejora en la velocidad máxima de la marcha o un aumento del “índice de Barthel”, una puntuación para objetivar las discapacidades en las funciones básicas de la vida diaria, muchos resultados de los metaanálisis relativos al entrenamiento físico son incoherentes. Sin embargo, es difícil comparar los estudios porque muestran diferencias en cuanto al tipo, la intensidad y el momento de inicio del entrenamiento.
A veces menos es más
Por ello, un estudio alemán investigó la seguridad y eficacia de la terapia de locomoción precoz con la cinta rodante. 200 pacientes con ictus recibieron entrenamiento aeróbico en cinta rodante o participaron en sesiones de relajación, en una proporción de 1:1, además de las medidas de rehabilitación estándar. Cada grupo completó el entrenamiento respectivo cinco veces a la semana, 25 minutos cada uno, durante un total de cuatro semanas. El resultado primario fue la velocidad máxima de marcha de los pacientes (en m/s en una distancia de 10 m) y la actividad de la vida diaria (Índice de Barthel 0-100, donde un valor más alto significa menos discapacidad), medidas tres meses después del ictus.
Se demostró que el entrenamiento en cinta rodante no condujo a una mejora significativa de los parámetros. Sin embargo, se produjeron 1,8 veces más acontecimientos graves como eventos cardiovasculares, incluidos ictus recurrentes, reingreso en un hospital de agudos y muerte (22/105 frente a 9/95 pacientes del grupo de control) y 2,5 veces más ingresos hospitalarios (14/105 frente a 5/95) que en el grupo de control. En consecuencia, los resultados sugieren que no se debe presionar al ejercicio aeróbico en la fase subaguda tras el ictus en pacientes de moderada a gravemente afectados.
Fuente: Reunión anual de la Sociedad Suiza de Apoplejía Cerebral
Para saber más:
- Nave AH, Rackoll T, Grittner U, et al: Physical Fitness Training in Patients with Subacute Stroke (PHYS-STROKE): multicentre, randomised controlled, endpoint blinded trial. BMJ 2019; 366: l5101
InFo NEUROLOGY & PSYCHIATRY 2020; 18(2): 28 (publicado el 23.3.20, antes de impresión).