Los enfermos de cáncer se consideran un grupo de riesgo en la pandemia de Corona. Pero, ¿significa esto que ahora hay que abstenerse de ciertos tratamientos? La Prof. Dra. med. Viola Heinzelmann-Schwarz, del Centro de Tumores Ginecológicos del Hospital Universitario de Basilea, explica en una entrevista lo que hay que tener en cuenta ante la situación actual de las pacientes sometidas a terapia de mantenimiento tras un cáncer de ovario.
Profesor Heinzelmann, según la FOPH, las pacientes con cáncer se encuentran entre las que corren un riesgo especial de sufrir un curso grave de COVID-19. Dentro de este grupo, ¿cómo evalúa el riesgo para las pacientes con cáncer de ovario en terapia de mantenimiento?
En la terapia de mantenimiento del cáncer de ovario se utilizan sustancias que inhiben la angiogénesis o bloquean la reparación de los daños en el ADN. Éstos tienen poco o ningún efecto inmunosupresor, a diferencia de la quimioterapia. Además, en los pacientes sometidos a terapia de mantenimiento, se suelen tomar medidas para reforzar el sistema inmunitario. Por ejemplo, pueden administrarse vitamina C, vitamina D, zinc y selenio, entre otros. En general, no veo por tanto ninguna razón para que este grupo de pacientes interrumpa esta terapia tan importante para ellos.
¿Deben interrumpirse o no iniciarse las terapias de mantenimiento en épocas de COVID-19?
La terapia de mantenimiento para el cáncer de ovario es el avance más importante de los últimos años. Se ha convertido en una parte esencial del tratamiento general. En definitiva, aporta una clara ventaja con respecto al pronóstico de los pacientes. Por lo tanto, el inicio de la terapia de mantenimiento no debe retrasarse en ningún caso, ni se deben aconsejar interrupciones. Dado que ni los inhibidores de la angiogénesis ni los inhibidores de la PARP tienen un efecto inmunosupresor peligroso, no existe ninguna base científica para ello.
En el marco de la Red Europea de Grupos de Ensayos Oncológicos Ginecológicos (ENGOT), hemos debatido si, en el mejor de los casos, los ensayos con inmunoterapias, por ejemplo los inhibidores de puntos de control, representan un problema en vista de la situación actual. Sin embargo, también hemos llegado a la conclusión de que no existe ninguna base científica para ello y que el tratamiento con inhibidores de los puntos de control puede ser incluso beneficioso para el sistema inmunitario.
¿A qué debe prestar especial atención en el contexto de la terapia de mantenimiento?
Fundamentalmente, la pandemia de COVID-19 no ha cambiado la elección de la terapia o régimen de mantenimiento. Un punto en el que hay que pensar es en ciertos efectos secundarios de las diferentes terapias de mantenimiento. Por ejemplo, el inhibidor del VEGF bevacizumab puede desencadenar hipertensión y los inhibidores del PARP pueden provocar un descenso de los niveles de hemoglobina. Sin embargo, estos efectos adversos son transitorios y no deben considerarse como “enfermedad subyacente”, que en principio están asociados con un mayor riesgo de un curso grave de COVID-19.
¿Se solapan los síntomas de la COVID-19 con los efectos secundarios conocidos de las terapias de mantenimiento?
La fiebre puede ser provocada por COVID-19, pero también puede indicar neutropenia febril. Sin embargo, personalmente nunca he visto neutropenia febril en terapia de mantenimiento. Esto sería más típico en un paciente sometido a quimioterapia. La tos, otro signo típico de la COVID-19, también es bastante inusual como efecto secundario aislado bajo terapia de mantenimiento.
¿Hay algún cambio en el seguimiento de los pacientes en terapia de mantenimiento?
En general, en estos momentos se están tomando precauciones especiales para los enfermos de cáncer. Por ejemplo, ya no se permiten visitas en nuestro hospital y se realizan controles sistemáticos de las personas que acuden a la ginecología. Centro de Tumores, se realizan controles sistemáticos. Para ello, hemos creado una esclusa en la que se pregunta a los pacientes sobre los síntomas de la COVID-19 y se comprueba si tienen fiebre. Si hay síntomas, primero se toma un frotis y se realiza una prueba de Sars-CoV-2. Sólo si la prueba es negativa se permite al paciente abandonar la esclusa. Además, todas las pacientes ginecológicas-oncológicas y el personal reciben mascarillas protectoras. Aparte de eso, por supuesto, se aplican las normas de distancia y se lleva a cabo una higiene de manos constante. Todas estas medidas garantizan que el riesgo de infección en el hospital sea muy bajo y que los pacientes puedan acudir a todas las citas necesarias in situ. Si es posible, las citas de revisión se posponen, por supuesto, por ejemplo en el caso de pacientes femeninas en seguimiento regular.
¿Qué consejos da actualmente a sus pacientes?
En general, los pacientes con cáncer deben ser más cautelosos con el COVID-19 que la población normal, porque en principio siempre existe un riesgo de recidiva y el sistema inmunitario se debilita en la recidiva. Así que se trata de mantener las distancias y evitar el contacto personal – palabra clave: distanciamiento social. Además, la higiene constante de las manos es muy importante. Las medidas para reforzar el sistema inmunológico también son útiles.
¿Y qué consejo da a los médicos tratantes?
El análisis riesgo-beneficio muestra claramente que el beneficio de la terapia de mantenimiento es mucho mayor que el riesgo de morir por COVID-19. Por lo tanto, la terapia de mantenimiento debe llevarse a cabo con normalidad y no debe interrumpirse bajo ninguna circunstancia.
La Sociedad Europea de Oncología Ginecológica publica actualizaciones periódicas sobre COVID-19: www.esgo.org/esgo-covid-19-communication
Jefe de la clínica ginecológica |
La entrevista refleja la opinión personal e independiente de la Prof. Dra. med. Viola Heinzelmann-Schwarz. GlaxoSmithKline AG no tiene ninguna influencia sobre el contenido.
PM-CH-NRP-ADVR-200007-6/2020