No sólo la calidad de vida, sino también la movilidad y la inhibición de la progresión en la esclerosis múltiple pueden aumentar de forma sostenible gracias a los últimos enfoques terapéuticos. Los fármacos inmunomoduladores ya han demostrado su eficacia en la práctica diaria.
“Hoy en día, una buena vida a pesar de la EM ya no es una ficción”, asegura la Dra. Judith Haas, de Berlín. Aunque los afectados siguen preocupados por su movilidad, la planificación familiar y las posibles restricciones en su estilo de vida u ocupación. Pero más de la mitad de los pacientes con EM siguen siendo capaces de caminar más de 500 m tras 27 años de enfermedad, afirma Haas. Las encuestas también muestran que más de la mitad de los afectados no experimentan ninguna restricción en su vida laboral diaria como consecuencia de la enfermedad. Sólo el 28,3% tiene que interrumpir o abandonar su trabajo. También se puede influir positivamente en el curso de la enfermedad ajustando el estilo de vida (Tab. 1). “En lo que respecta a la calidad de vida, no debemos olvidar que los pacientes suelen evaluarla de forma diferente a como lo hacemos los médicos”, subraya el experto. Mientras que el médico se centra principalmente en las limitaciones físicas, son más bien las deficiencias emocionales, los problemas de rol o las desventajas cognitivas las que reducen la calidad de vida de los pacientes. “Por lo tanto, el tratamiento de la fatiga y la depresión también tiene una influencia decisiva en la calidad de vida”, afirma Haas.
Las inmunoterapias convencen
Los fármacos inmunomoduladores como la teriflunomida (Aubagio®) han desempeñado un papel decisivo en la evolución positiva del control de la enfermedad en la EM recurrente-remitente (EMRR). La sustancia activa inhibe de forma selectiva y reversible la enzima dihidroorotato deshidrogenasa (DHODH) en las mitocondrias e impide así la síntesis de novo de pirimidina en los linfocitos activados. Como resultado, se eliminan especialmente las células T CD4+ y CD8+ activadas relevantes en la patogénesis de la EM, como explicó el Prof. Dr. med. Sven Meuth, de Münster (Fig. 1). Los resultados de los estudios realizados en el mundo real demuestran ahora una eficacia del inmunomodulador comparable a la del dimetilflumarato (DMF) en lo que respecta a la tasa media de recaídas y al riesgo de progresión. “Sin embargo, se produjeron significativamente menos acontecimientos adversos en el grupo de la teriflunomida”, informó el experto. Además, cuando los pacientes cambiaron de una terapia anterior a la teriflunomida, la satisfacción con el tratamiento también aumentó significativamente.
El anticuerpo monoclonal humanizado IgG1k alemtuzumab (Lemtrada®) demuestra una eficacia similar. Los datos actuales a 8 años demuestran una baja tasa media anual de recaídas y una mejora del bienestar mental y físico en los pacientes pretratados. “Además, al menos el 70% de los pacientes tenían una puntuación EDSS estable o mejorada cada año en comparación con el valor inicial”, dijo Meuth. Una evaluación intermedia después de seis años también mostró que sólo una proporción del 3,7% cumplía los criterios de EMSP (EM secundaria progresiva), en contraste con el grupo de comparación del registro MSBase, donde fue del 18%. Los posibles efectos secundarios, como las reacciones relacionadas con la infusión, las infecciones de leves a moderadas o los acontecimientos autoinmunes secundarios, se detectan en una fase temprana mediante un programa de seguimiento limitado en el tiempo y pueden tratarse en consecuencia.
Fuente: Taller de prensa “5th MS Special(ists)”, 25 de junio de 2019, Hamburgo (D). Organizador: Sanofi
InFo NEUROLOGÍA Y PSIQUIATRÍA 2019; 17(5): 34