“¡Prevenir la artrosis es posible!” fue el título de un simposio en el Congreso Anual 2018 de la Liga Europea contra el Reumatismo (EULAR) en Ámsterdam.
Cada vez más personas padecen artrosis a medida que envejecen. Los resultados de un estudio publicado hace aproximadamente un año, en el que se examinaron esqueletos de la época prehistórica (recolectores y cazadores), así como de la época de la revolución industrial (1904-1940) y de la sociedad industrial moderna (1976-2015), causaron sensación. Mientras que la incidencia de la osteoartritis de rodilla en los cadáveres de los dos periodos anteriores era similar, entre un 5 y un 10%, la proporción en los humanos modernos de 50 años o más rondaba el 15% [2]. Incluso después de tener en cuenta la edad, el sexo, el grupo étnico y el índice de masa corporal (IMC), se mantuvieron las grandes diferencias entre la actualidad y el pasado, informó el profesor Dr. David Felson de Boston, que participó en el estudio. Sin embargo, es sobre todo el aumento de la obesidad y la inactividad física lo que se discute como causa de la duplicación de la prevalencia de la artrosis de rodilla.
Entre 1960 y 2008, la proporción de adultos obesos en EE.UU. aumentó del 12% al 30%, señaló Felson. El resultado no es sólo un mayor estrés articular debido al peso corporal y al fomento de reacciones inflamatorias locales, sino a menudo también un síndrome metabólico con reacciones inflamatorias sistémicas de bajo grado. Los factores cardiometabólicos como la hipertensión arterial, los triglicéridos elevados o el colesterol HDL bajo pueden contribuir al daño del cartílago a través de la modulación de las citoquinas y otras moléculas efectoras, explicó el epidemiólogo. Hizo referencia a estudios que sugerían una mayor prevalencia de osteoartritis en pacientes con síndrome metabólico, algunos de los cuales también se ajustaban en función del IMC.
La inactividad física puede favorecer la artritis articular por otros factores además del aumento de peso. Felson mencionó la disminución de la fuerza muscular y la falta de tensión en las articulaciones como factores influyentes, así como la depresión y el aumento de la sensibilidad al dolor, que podrían favorecer una artrosis dolorosa. Por último: una dieta denominada moderna (“dieta occidental”) con poca fruta y verdura (bajo consumo de vitaminas C, E y K, así como de sulforafano, por ejemplo del brócoli), poca fibra y pocos ácidos grasos omega-3 puede contribuir a la progresión de la artrosis. Los niveles bajos de vitamina K y la escasa ingesta de fibra ya se han asociado a la osteoartritis, dijo Felson. Su conclusión: la reducción de peso y un estilo de vida activo son relevantes para la prevención de la osteoartritis; sería deseable una mayor investigación sobre el efecto protector de la nutrición.
La actividad física diaria es la clave para prevenir la artrosis, subraya también el profesor Dr. Martin Englund, cirujano ortopédico de la Universidad de Lund (Suecia). “Hay que utilizar las articulaciones para mantenerlas sanas”, dijo. Es importante elegir el deporte adecuado que se adapte a su personalidad y practicarlo con la intensidad adecuada. La medida correcta de ejercicio físico beneficioso para la salud es la regla básica mencionada en muchas directrices de prevención: 150 minutos de ejercicio físico moderado o 75 minutos de ejercicio físico intenso a la semana.
La actividad física regular también es muy importante en la terapia de los pacientes con artrosis. “El ejercicio físico no sólo debe considerarse como un complemento beneficioso para la salud, sino como una intervención estándar tanto para la artrosis como para la artritis inflamatoria”, afirma la profesora Dra. Karin Niedermann, del Instituto de Fisioterapia de la Universidad de Zúrich en Winterthur. El entrenamiento físico también suele ser adecuado, eficaz y seguro para los pacientes de reumatismo.
Niedermann es miembro del grupo de trabajo de la EULAR que ha elaborado nuevas recomendaciones para la actividad física en pacientes con reumatismo basándose en una revisión bibliográfica. Se presentaron por primera vez en el Congreso Anual de 2018 en Ámsterdam y se han publicado recientemente [3]. En los estudios sobre entrenamiento físico, los pacientes con reumatismo, al igual que las personas sanas, mejoraron sobre todo la forma cardiovascular y la fuerza muscular. Los efectos se clasificaron como moderados, informó Anne-Kathrin Rausch, estudiante de doctorado de la Universidad de Zúrich y también miembro del grupo de trabajo. Sin embargo, no se observaron efectos significativos en la flexibilidad o el rendimiento neuromotor. No hubo efectos negativos.
MET= Equivalente Metabólico. Un MET se refiere a la energía gastada mientras se está sentado en reposo. Caminar rápido equivale a unos 6 MET.
Los miembros del grupo de trabajo utilizaron los datos para establecer cuatro principios generales y diez recomendaciones prácticas para los pacientes reumatológicos en la práctica. Los puntos más importantes:
- La recomendación de actividad física debe ser parte integrante del tratamiento de los pacientes con reumatismo.
- La puesta en práctica del entrenamiento debe tener en cuenta las capacidades y preferencias del paciente y las contraindicaciones específicas de la enfermedad.
- El tipo, la frecuencia, la intensidad y la duración del entrenamiento deben determinarse individualmente.
- Deben fijarse objetivos o valores meta de la intervención, que también deben revisarse periódicamente durante la formación.
Con la ayuda de estrategias de aplicación específicas para cada país, estas recomendaciones se pondrán en práctica en el futuro, informó Niedermann. Las versiones laicas de las recomendaciones también deberían ayudar. Actualmente sigue sin estar claro si las recomendaciones deben aplicarse también del mismo modo a los pacientes con artritis reumatoide y alto riesgo cardiovascular. Se está realizando un estudio piloto para evaluarlo, informó el Dr. Michael Nurmohamed, de Ámsterdam. No se recomienda el ejercicio intensivo para este grupo de pacientes. En este contexto, el reumatólogo se refirió a las recomendaciones de la EULAR sobre la gestión del riesgo cardiovascular en pacientes con enfermedades reumáticas inflamatorias [4].
Fuentes:
- Presentación “Prevención de la OA: ¡Sí se puede!”, Congreso EULAR, 15 de junio de 2018, Ámsterdam
- Wallace I, Worthington S, Felson D, et al: PNAS 2017; 114(35): 9332-9336.
- “Recomendaciones para la actividad física en personas con artritis inflamatoria y osteoartritis”, Congreso EULAR, 14 de junio de 2018, Ámsterdam. Ann Rheum Dis 2018, epub 11 de julio, doi:10.1136/annrheumdis-2018-213585.
- Agca R, et al: EULAR recommendations for cardiovascular disease risk management in patients with rheumatoid arthritis and other forms of inflammatory joint disorders: 2015/2016 update. Ann Rheum Dis 2017; 76: 17-28.
PRÁCTICA GP 2018; 13(8): 44-45