Pregunta: La psilocibina es un alcaloide indólico del grupo de las triptaminas que actúa como agonista de los receptores de serotonina en el cerebro. La psilocibina provoca un subidón alucinógeno y es muy similar al LSD en su efecto. La psilocibina se encuentra de forma natural en varios tipos de hongos. Ya se han encontrado indicios de un cierto potencial terapéutico para diversas enfermedades (por ejemplo, la dependencia del alcohol y los trastornos obsesivo-compulsivos). El estudio presentado pretendía investigar el potencial terapéutico en pacientes con depresión unipolar resistente al tratamiento.
Pacientes y metodología: El estudio abierto se realizó en Inglaterra. Participaron 12 pacientes (6 mujeres, 6 hombres) con depresión de moderada a grave, unipolar y resistente al tratamiento. Recibieron dos dosis (orales) de psilocibina en un intervalo de siete días (10 mg y 25 mg), no hubo placebo ni grupo de control. Además de la medicación, todos los pacientes recibieron apoyo psicológico durante el estudio.
Resultados: El efecto agudo de la psilocibina podría detectarse 30-60 minutos después de la ingestión, con un máximo después de unas 2-3 horas. La intensidad subjetiva del efecto fue mayor en los sujetos que tomaron la dosis más alta; no se produjeron efectos secundarios graves o inesperados en ninguno de los pacientes. Todos los pacientes, sin embargo, informaron de la aparición de ansiedad pasajera (n=12), mareos (n=9), náuseas (n=4) y dolor de cabeza (n=4). En comparación con el principio, los síntomas depresivos de los sujetos se redujeron significativamente en una semana y al cabo de tres meses. Además, la ansiedad y la anhedonia también se redujeron significativamente en los sujetos.
Conclusiones de los autores: este primer estudio de viabilidad aporta pruebas de un efecto seguro y eficaz de la psilocibina en la depresión resistente al tratamiento. Sin embargo, se necesitan más estudios metodológicamente sofisticados para evaluar mejor un posible uso terapéutico de la psilocibina.
InFo NEUROLOGÍA Y PSIQUIATRÍA 2017; 15(1): 29