Informe de un caso: Se presenta un niño de ocho días con nuevas ampollas que han estado presentes durante tres días. El niño se encuentra en buen estado general y afebril. No hay hallazgos anormales en el estado interno al ingreso. No se conocen antecedentes familiares de enfermedades cutáneas.
Cuadro clínico: Inguinales, glúteas, en el bajo vientre y en la muñeca derecha, se encuentran aproximadamente 1-2 cm de ampollas grandes y flácidas, así como erosiones superficiales (Fig. 1) . Las ampollas están serosamente rellenas, las mucosas son poco visibles.
Cuestionario
Basándose en estos hallazgos, ¿cuál es el diagnóstico más probable?
A Impétigo bulloso
B Síndrome de la piel escaldada estafilocócica
C Epidermólisis bullosa hereditaria
D Pénfigo vulgar neonatal
E Ictiosis epidermolítica
Diagnóstico y discusión: Basándonos en los presentes hallazgos, hicimos el diagnóstico de impétigo bulloso. Se tomaron hisopos para el diagnóstico microbiológico (nariz, ombligo, inguinal) y se inició una terapia antibiótica intravenosa con clindamicina. El tratamiento local fue con octenidina (Octenisept® gel) alternando con mupirocina (Bactroban® pomada). Con la detección de Staphylococcus aureus en los hisopos nasales, umbilicales e inguinales, se confirmó el diagnóstico de impétigo bulloso.
Los estafilococos del grupo fago II (tipos 71 y 55) son agentes causantes del impétigo bulloso y del síndrome de la piel escaldada estafilocócica (SSSS). Las toxinas exfoliativas de S. aureus (ET-A y ET-B) desempeñan un papel central en el desarrollo de las ampollas. Provocan una degradación de la desmogleína 1 en la epidermis y, por tanto, la formación de una hendidura a nivel del estrato granuloso. Debido a la selectividad por la desmogleína 1, no hay afectación de la mucosa oral, de forma análoga al pénfigo foliáceo.
Por lo general, el diagnóstico del impétigo bulloso puede hacerse clínicamente. Las pruebas de frotis para el diagnóstico microbiológico de patógenos son útiles. El cuadro clínico se caracteriza por ampollas frágiles, de color amarillo-seroso a llenas de pus, que se rompen rápidamente, dejando un margen ampolloso amarillento enrollado y erosiones superficiales que luego forman costras. Los lugares de predilección del impétigo bulloso en el recién nacido son la región del pañal, las axilas y el cuello (Fig. 1). La terapia antibiótica sistémica está indicada para las formas diseminadas; los focos individuales también pueden tratarse tópicamente.
Mientras que el impétigo bulloso es una infección cutánea local sin signos clínicos generales, el SSSS implica la diseminación hematógena de toxinas exfoliativas a partir de un foco de infección principalmente extracutáneo, a menudo localizado en la región nasofaríngea u oculto [1]. Normalmente, los niños afectados presentan costras periorales con surcos radiales, así como un eritema extenso y doloroso con exfoliación secundaria a gran escala en los casos graves (Fig. 2).
Las ampollas extensas en el periodo neonatal y lactante son siempre un síntoma de alarma y requieren una derivación rápida a una institución con experiencia en cuidados intensivos de niños pequeños. Además del impétigo bulloso/SSSS, deben tenerse en cuenta otras infecciones (herpes simple, varicela, etc.), dermatosis bullosas autoinmunes, genodermatosis (epidermólisis bullosa, ictiosis epidermolítica), mastocitosis, reacciones graves a fármacos y otras. Además de los exámenes microbiológicos, pueden ser útiles las pruebas de laboratorio (por ejemplo, la detección de autoanticuerpos) y una biopsia cutánea.
Literatura:
- Handler MZ, Schwartz RA: Síndrome de la piel escaldada estafilocócica: diagnóstico y tratamiento en niños y adultos. J Eur Acad Dermatol Venereol 2014; 28(11): 1418-1423.
Para saber más:
- George A, et al: Pústulas extensas en un neonato. Diagnóstico: impétigo neonatal. Pediatr Dermatol 2014; 31(5): 609-610.
- Antaya RJ, Robinson DM: Ampollas y pústulas en el recién nacido. Anuario Pediátrico 2010; 39(10): 635-645.
- Hussain S, Venepally M, Treat JR: Vesículas y pústulas en el neonato. Semin Perinatol 2013; 37(1): 8-15.
PRÁCTICA DERMATOLÓGICA 2015; 25(5): 25-26