Varios estudios han demostrado que el tratamiento con estatinas reduce el riesgo de cáncer de hígado. Sin embargo, la mayoría de estos estudios proceden de países con una alta incidencia de cáncer de hígado (región asiática). Ahora se ha investigado la relación con el Reino Unido, un país con una baja tasa de la enfermedad. La encuesta también debería aclarar hasta qué punto influye el hecho de que el paciente ya padezca una enfermedad hepática crónica y qué influencia podría tener la diabetes en la asociación.
La base del estudio de casos y controles fue el registro británico Clinical Practice Research Datalink (CPRD) del Reino Unido, a partir del cual identificaron a 1195 personas con carcinoma hepatocelular (CHC) primario (enfermedad entre 1988 y 2011). Estos pacientes fueron emparejados 4:1 con 4640 controles emparejados sin cáncer de hígado.
Reducción del riesgo en un 50
Aproximadamente a una cuarta parte de cada uno de los pacientes del registro y de control se les habían recetado dos o más estatinas antes de la fecha índice. El uso de estatinas se asoció a una reducción global del riesgo de cáncer de hígado estadísticamente significativa del 45%. Se consideró que los pacientes eran “usuarios actuales” si seguían tomando estatinas durante el año anterior a la encuesta. Fueron las que más se beneficiaron (OR 0,53; IC 95%: 0,42-0,66).
La asociación se demostró cuando se tuvieron en cuenta factores de riesgo establecidos para el CHC como la infección por hepatitis B y C, el IMC, el hábito de fumar o el abuso del alcohol, y siguió siendo significativa incluso cuando se añadieron los dos parámetros “enfermedad hepática preexistente” y “diabetes”. Para estos dos puntos, hubo una reducción del riesgo significativamente mayor con el uso de estatinas si había enfermedad hepática crónica (OR 0,32; IC 95%: 0,17-0,57) o diabetes (OR 0,30; IC 95%: 0,21-0,42) que si no las había (en el orden anterior: OR 0,65 y OR 0,66). Esto es interesante porque hasta ahora se suponía que el menor riesgo de cáncer de hígado con estatinas también podía estar relacionado con el hecho de que menos pacientes con enfermedades hepáticas crónicas preexistentes recibieran estatinas; después de todo, se conocen las hepatotoxicidades asociadas a las estatinas, aunque en general estas complicaciones se produzcan raramente. Dado que las personas con daño hepático per se tienen un mayor riesgo de cáncer de hígado, ésta habría sido una asociación puramente espuria (los autores la denominan “confusión por contraindicación”). Tales dudas han quedado ahora refutadas.
También se refuta la suposición de que la protección sólo se aplica a los asiáticos, donde la infección por VHB es un factor más importante que en las poblaciones no asiáticas.
Los pacientes de alto riesgo se benefician especialmente
Los resultados muestran que especialmente los pacientes de alto riesgo, por ejemplo los que padecen una enfermedad hepática preexistente y diabetes, se benefician de la administración de estatinas. En este caso, la probabilidad de CHC podría reducirse en un notable 70%. Las razones exactas de ello siguen actualmente en la oscuridad. El efecto anticancerígeno de las estatinas podría deberse a la inhibición de la angiogénesis o también a la promoción de la apoptosis.
Fuente: McGlynn KA, et al: Statin Use and Risk for Primary Liver Cancer in the Clinical Practice Research Datalink. J Natl Cancer Inst 2015; 107(4): djv009 doi: 10.1093/jnci/djv009.
InFo ONCOLOGÍA Y HEMATOLOGÍA 2015; 3(7): 4