No existen directrices para el tratamiento de la insuficiencia cardiaca diastólica. En el congreso de la SGK celebrado en Lugano se presentaron varios estudios que indican que el tratamiento de las comorbilidades y un estilo de vida saludable pueden influir positivamente en la función diastólica.
Mientras que hace 20 años alrededor de un tercio de todos los pacientes con insuficiencia cardiaca presentaban una fracción de eyección preservada, en la actualidad se sitúa en torno al 50%. Factores demográficos como el creciente envejecimiento de la población desempeñan un papel importante en esta evolución. Como Redfield et al. en residentes del condado de Olmstedt, Minnesota, seleccionados al azar, el 20% de los 2.042 sujetos con una edad media de 62,8 años padecían una disfunción diastólica leve [1]. Otro 7% presentaba una disfunción diastólica de moderada a grave. La prevalencia de la insuficiencia cardiaca diastólica aumentó con la edad. Un estudio belga llegó a conclusiones similares, pero con personas de prueba significativamente más jóvenes. Esto mostró una prevalencia de más del 27% en las 539 mujeres y hombres estudiados, con una edad media de 52,5 años [2].
Sin embargo, el aumento de la edad de la población no explica por sí solo el fuerte incremento de la enfermedad. Redfield et al. demostraron que la disfunción diastólica se asociaba con frecuencia a enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus y disfunción sistólica [1]. Además, sabemos por el Estudio de Salud de los Médicos que el riesgo de insuficiencia cardiaca a lo largo de la vida aumenta por la exposición a factores de riesgo [3].
Efecto preventivo a través de Actividad física
En la actualidad, no existe un consenso uniforme sobre el tratamiento de la insuficiencia cardiaca con fracción de eyección preservada. Esto es especialmente problemático porque la enfermedad está asociada a una alta tasa de mortalidad. Según los estudios, la mortalidad “por todas las causas” en los 60 a 90 días siguientes a la hospitalización por insuficiencia cardiaca es del 9,5%. La tasa de mortalidad a los 5 años fue del 65% [4]. La tasa de mortalidad ya aumenta significativamente en la forma leve de insuficiencia cardiaca diastólica [1]. La estrategia de “tratar ahora tratando las comorbilidades” propuesta en un editorial del Journal of the American Medical Association podría ir en la dirección correcta. Solomon et al. demostraron que un buen control de la presión arterial -independientemente de la elección de la medicación- se asociaba a una mejora de la función diastólica [5]. La actividad física también tiene una influencia prometedora. Kraigher-Krainer et al. demostraron en sujetos mayores del “Framingham Heart Study” que cuanto más activos físicamente eran los sujetos, menor era el riesgo de disfunción diastólica [6]. “Estoy convencido de que la actividad física es una de las principales herramientas para la prevención de la insuficiencia cardiaca diastólica”, afirmó el Dr. Burkert Pieske, Jefe de Cardiología del Hospital Universitario de Graz, en la reunión anual conjunta de la Sociedad Suiza de Cardiología y la Sociedad Suiza de Cirugía Vascular Cardiaca y Torácica celebrada en Lugano. En cambio, el efecto terapéutico de la actividad física ha sido menos estudiado hasta la fecha. Este enfoque se está llevando a cabo en un proyecto de investigación internacional de la UE.
Fuente: Reunión anual conjunta de la Sociedad Suiza de Cardiología (SGK) y la Sociedad Suiza de Cirugía Vascular Cardíaca y Torácica (SGHC), 12-14 de junio de 2013, Lugano.
Literatura:
- JAMA 2003 Ene 8; 289(2): 194-202.
- Circ Heart Fail 2009 Mar; 2(2): 105-112.
- JAMA 2009 Jul 22; 302(4): 394-400.
- JAMA 2008; 300(4): 431-433.
- Hipertensión 2010 feb; 55(2): 241-248.
- Eur J Heart Fail 2013 Jul; 15(7): 742-746.
- JACC 2011; 58(17): 1780-1791.