En las dos últimas décadas, el pronóstico del cáncer de mama ha mejorado significativamente. Por regla general, el 75% de los pacientes se curan hoy en día. La introducción de los modernos agentes quimioterapéuticos, especialmente los taxanos, ha mejorado el pronóstico tanto en el ámbito adyuvante como en el paliativo. En el contexto adyuvante, el modo de administración (dosis densa de adriblastina-ciclofosfamida o dosis densa de paclitaxel) y los regímenes de tercera generación que contienen platino también han mejorado significativamente el pronóstico.
Sobre todo desde la introducción del trastuzumab, primero en el ámbito paliativo (aprobado en Suiza en 1999) y después en el adyuvante, el pronóstico del carcinoma de mama HER2-positivo también ha mejorado y ahora es, en general, mucho más alentador que el del carcinoma de mama triple negativo. Cuatro fármacos dirigidos contra el HER2 están aprobados actualmente en Suiza: Trastuzumab, pertuzumab, T-DM1 y lapatinib. El artículo de Michael Schwitter y Ursula Hasler-Strub ofrece al lector un resumen conciso muy agradable de la terapia moderna dirigida contra HER2. Queda por ver cuál será el efecto de los nuevos fármacos en los distintos contextos, por ejemplo, el pertuzumab en el contexto adyuvante (ensayo APHINITY) o el T-DM1 tras la quimioterapia neoadyuvante en ausencia de RPC (ensayo KATHERINE).
Desgraciadamente, la terapia dirigida contra HER2 sólo puede utilizarse en aproximadamente el 20% de los casos; en todos los demás subtipos de carcinoma de mama, todavía no existe ninguna diana exitosa comparable contra HER2. En el caso de los carcinomas de mama ER/PR+, la resistencia endocrina ha sido el principal foco de investigación hasta la fecha. Mientras tanto, existe la posibilidad de revertir esta resistencia a través de la vía mTor con el inhibidor de mTor everolimus y lograr así un mejor resultado para estos pacientes (BOLERO-III, estudio TAMRAD).
Además, el uso de inhibidores de la neoangiogénesis ha mejorado significativamente las tasas de respuesta y la supervivencia libre de enfermedad. Sin embargo, hasta ahora no se ha podido demostrar una mejora significativa de la supervivencia. Por ejemplo, el inhibidor de la angiogénesis bevacizumab está aprobado en la situación metastásica con paclitaxel. En el cáncer de mama triple negativo, el anticuerpo muestra cierto beneficio en términos de SLP en varios análisis de subgrupos. Otros inhibidores de la tirosina quinasa anti-VEGFR como el sunitinib y el sorafenib también tienen cierta actividad, pero no están aprobados actualmente.
En el cáncer de ovario, la comprensión del desarrollo y la extensión de la enfermedad ha mejorado espectacularmente desde el descubrimiento de que muchos carcinomas serosos surgen del extremo fimbrial de la trompa. Debido a las anexectomías bilaterales profilácticas en portadoras de mutaciones BRCA1/2, Crum et al. 2007, Kurman et al. 2010 y otros autores descubrieron carcinomas in situ en los extremos tubulares de estas pacientes. Mientras tanto, se supone un desarrollo constante desde los estadios preliminares (STIL, “lesión intraepitelial tubárica serosa”) a los estadios precancerosos (carcinoma in situ) hasta el carcinoma precoz (STIC, “cáncer intraepitelial tubárico seroso”). Otro avance en la comprensión de la biología del cáncer de ovario fue la postulación del cáncer de ovario de tipo I y de tipo II (Kurman et al. 2010). El tipo-I son los carcinomas de crecimiento lento y pronóstico benigno (carcinoma seroso G1, endometrioide, de células claras, mucinoso), el tipo-II son los carcinomas serosos o carcinosarcomatosos mal diferenciados que muestran un patrón de crecimiento agresivo y un mal pronóstico.
Las investigaciones genéticas de la última década han producido algunos candidatos para el diagnóstico (HE4) y también para la terapia (VEGF). La primera “terapia dirigida” para el cáncer de ovario es, por tanto, el bevacizumab (Avastin®, Roche), que ya ha demostrado su ventaja de supervivencia de nueve meses en la terapia inicial para el cáncer de ovario FIGO III/IV no óptimamente desfibrilable en varios grandes estudios internacionales (ICON7, GOG218).
Las terapias diana modernas han mejorado significativamente la evolución del carcinoma de mama. El problema, sin embargo, son los “fármacos dirigidos”. Aunque hoy conocemos muchas más dianas que hace 30 años, cuando se descubrió el oncogén HER2/erb2, aún no podemos abordar estas nuevas dianas con fármacos. Se necesitan más esfuerzos para ver innovaciones en el campo del cáncer de mama. La situación es similar en el caso del carcinoma de ovario, cuyo desarrollo va aún más retrasado que el del carcinoma de mama.
Espero que disfrute de su lectura.
Prof. Dra. med. Viola Heinzelmann-Schwarz
InFo Oncología y Hematología 2014; 2(1): 4