La disfunción sexual es un “efecto secundario” de la EM. Sin embargo, una proporción considerable de todos los afectados la padecen. No sólo la propia EM, sino también la comorbilidad “depresión” desempeñan un papel en este caso.
Los problemas sexuales no son infrecuentes en los pacientes con esclerosis múltiple. Los investigadores las atribuyen por igual a causas neurológicas y psicológicas. Por supuesto, las lesiones cerebrales/de la médula espinal son lo primero. Según los autores de un trabajo presentado en el congreso, son responsables de las llamadas “disfunciones sexuales primarias”. Además, se considera que las discapacidades físicas asociadas a la EM, como los problemas de vejiga o intestino, y los trastornos psicológicos inducidos relativos a la autoimagen/autoestima son la causa de disfunciones sexuales “secundarias” y “terciarias”. (Tab.1). Pero los afectados no sólo sufren éstas, sino que hasta en la mitad de los casos también depresión, lo que a su vez tiene un efecto sensible sobre la actividad sexual.
La depresión podría ser una consecuencia del propio proceso neuropatológico de la EM, pero igualmente una reacción al estrés psicosocial asociado al diagnóstico (o ambas cosas). Aunque la relación entre la EM y los trastornos depresivos es muy compleja y en muchos aspectos sigue sin estar clara, la gravedad de la EM parece influir tanto en la depresión como en la (dis)función sexual.
Posibles conexiones
El estudio dirigido por alemanes pretendía investigar con más detalle las asociaciones entre los tres parámetros “EM”, “depresión” y “disfunción sexual” utilizando 83 pacientes femeninas con EM. 76 tenían EM remitente-recurrente, seis EM secundaria progresiva y uno EM primaria progresiva. La mediana de edad era de 36,2 años. Se utilizaron varios cuestionarios/escalas como instrumentos de encuesta y para el análisis final:
- Inventario de Depresión de Beck-V (BDI-V) para la evaluación de la depresión
- Índice de la función sexual femenina (FSFI) de 19 ítems para la evaluación de la disfunción sexual
- Multiple Sclerosis Intimacy and Sexuality Questionaire-19 (MSISQ-19) para clasificar la disfunción sexual en la EM como “primaria”, “secundaria” y “terciaria” (Tabla 1).
- Escala ampliada del estado de discapacidad (EDSS) para evaluar la gravedad de la EM.
Al examinar las correlaciones de estas puntuaciones entre sí, los autores llegaron a la conclusión de que el BDI-V, es decir, la depresión, está inversamente relacionado con la función sexual, es decir, el FSFI (para este último, las puntuaciones más altas indican una mejor función, para el BDI-V es exactamente lo contrario). Cuanto más grave es la depresión, más insatisfactoria es la actividad sexual. En general, un buen tercio de las mujeres tenía depresión y casi la mitad tenía disfunción sexual (es decir, una puntuación de ≤26,55 en el FSFI).
Al mismo tiempo, el BDI-V se correlacionó significativamente con la puntuación del MSISQ-19 para los problemas sexuales “terciarios” relacionados con la EM. En el fondo, esto no es sorprendente: cuando la depresión es más probable, aumenta la posibilidad de que los factores psicológicos influyan negativamente en las relaciones sexuales. Sin embargo, también respalda la validez del cuestionario MSISQ-19. Basándose en esto, se puede concluir un posible trastorno sexual relacionado con la depresión en un sencillo primer paso diagnóstico.
A su vez, la EDSS se correlacionó significativamente con la puntuación del MSISQ-19 para los problemas sexuales “secundarios” relacionados con la EM, de nuevo un resultado que era de esperar: el aumento de la discapacidad limita gravemente la actividad y la satisfacción sexuales. De nuevo, el hallazgo crucial es que la escala MSISQ-19 puede dar así una primera indicación rápida de la causa del problema sexual.
En general, el 73,7% tenía disfunción sexual “primaria”, el 84,2% (también) “secundaria” y el 57,9% (también) “terciaria” según el MSISQ-19.
¿Y ahora qué?
Según los autores, saber si el trastorno sexual está causado principalmente por la propia EM o por la depresión es crucial para definir los siguientes pasos. ¿Hay que tratar la depresión o la esclerosis múltiple (o la propia disfunción sexual) para que las relaciones sexuales vuelvan a ser atractivas para el paciente? El estudio aportó un hallazgo importante para aclarar esta misma cuestión: Aunque ambas causas pueden ser igualmente responsables de la insatisfactoria situación sexual de muchos pacientes con EM, el cuestionario MSISQ-19, sencillo y rápido de cumplimentar, ofrece una buena primera idea de cuál de las dos esferas domina en cada caso. El hecho de que la depresión alcanzara importancia en el área de los trastornos sexuales “terciarios” y la discapacidad en el área de los trastornos sexuales “secundarios” ilustra el valor intrínseco de ambos parámetros como causas de los problemas sexuales y la relevancia del cuestionario MSISQ-19 en el proceso de toma de decisiones terapéuticas. Dependiendo del predominio de uno u otro, los antidepresivos son útiles o no. Tratar con antidepresivos una disfunción sexual que no se debe a la depresión crea más problemas y puede empeorar la situación.
Fuente: Congreso de la Academia Europea de Neurología (EAN), 24-27 de junio de 2017, Ámsterdam.