Existen terapias muy eficaces contra la hepatitis C; ahora, la educación, la prevención y la detección precoz también deben conseguir llevarlas a los afectados y eliminar la hepatitis vírica en Alemania para 2030. Expertos de la medicina, la ciencia, la política y la práctica sanitaria han acordado las medidas correspondientes en el marco de la “Reunión estratégica sobre la hepatitis viral”.
La hepatitis vírica crónica es un problema mundial: se calcula que alrededor de 240 millones de personas están infectadas por el virus de la hepatitis B (VHB) y más de 70 millones por el virus de la hepatitis C (VHC). Cada año, más de un millón de personas mueren a causa de sus consecuencias, lo que convierte a la hepatitis vírica en una de las enfermedades infecciosas más mortíferas de todas. Hace seis años, la OMS estableció el objetivo de eliminar la hepatitis viral en todo el mundo para 2030. “Disponemos de excelentes recursos médicos para ello”, afirma el Prof. Dr. Heiner Wedemeyer, codirector de la Asociación Europea de Políticas Públicas contra la Hepatitis B y C (HepBCPPA) y director de la Clínica de Gastroenterología, Hepatología y Endocrinología de la Facultad de Medicina de Hannover. Con la ayuda de las nuevas terapias antivirales, la infección puede controlarse casi sin efectos secundarios y, en el caso de la infección por el VHC, incluso es posible una curación completa en pocas semanas. También existe una vacuna eficaz contra la hepatitis B. “Ahora es una cuestión ética llevar también la terapia a la gente”, dijo Wedemeyer, que presidió la reunión estratégica organizada por la Fundación Alemana del Hígado y la HepBCPPA.
Sin embargo, el primer obstáculo ya es comprender el alcance de la propagación del virus en primer lugar. Las encuestas del Instituto Robert Koch (RKI) muestran que varios cientos de miles de personas en Alemania están infectadas por el virus de la hepatitis. Sin embargo, faltan cifras exactas, como explicó en la reunión la Dra. Ruth Zimmermann, epidemióloga del RKI. “Aunque se sabe desde hace tiempo que la tasa de infección es significativamente mayor entre las personas que consumen drogas por vía intravenosa, los detenidos, las personas sin hogar y las personas de origen inmigrante, la situación de los datos sigue siendo escasa también en este caso”, critica el Prof. Dr. Stefan Zeuzem, vicepresidente de la Fundación Alemana del Hígado y director del Centro de Medicina Interna del Hospital Universitario de Fráncfort del Meno. Uno de los objetivos establecidos en el documento de posición es, por tanto, registrar mejor las tasas de infección en los grupos de especial riesgo, así como en el conjunto de la población. El grupo de expertos consideró que el cribado de la hepatitis B y C introducido recientemente como parte del “chequeo médico” (antes “chequeo 35”) era un paso importante para diagnosticar infecciones por VHC y VHB desconocidas hasta entonces.
Sin embargo, la experiencia demuestra que son precisamente los grupos vulnerables a los que menos llega el Check-up 35. Se necesitan estrategias de divulgación que ofrezcan las pruebas a las personas allí donde se encuentren, por ejemplo, en centros para drogodependientes o personas sin hogar. En este entorno, los pacientes están muy abiertos a las pruebas y a una posible terapia que, en contra de los prejuicios comunes, suele llevarse a cabo. Con el fin de reducir los obstáculos al tratamiento, especialmente en el ámbito de la adicción, la ronda de estrategias también aboga por despenalizar los delitos menores relacionados con las drogas; de este modo, las personas que consumen drogas por vía intravenosa también podrían tener un acceso más fácil a prácticas de consumo más seguras. Sin embargo, si se produjera el encarcelamiento, la estancia en prisión teóricamente también ofrecería oportunidades para la salud. Porque en los centros penitenciarios -al igual que en las clínicas de adicciones- los virus de la hepatitis suelen someterse a pruebas y tratamientos de forma sistemática.
En el campo de la lucha contra la hepatitis viral, las cuestiones médicas y sociopolíticas están estrechamente entrelazadas. “Los pacientes con hepatitis vírica siguen estando a menudo afectados por la estigmatización”, afirma el profesor Wedemeyer. Además del miedo al estigma, la falta de conocimientos también es una razón para que muchos afectados no se enfrenten al diagnóstico. “La suposición de que no existen fármacos eficaces o que sólo tienen efectos secundarios muy fuertes sigue estando muy extendida”, subraya el profesor Wedemeyer.
Por último, pero no por ello menos importante, en la ronda también se plantearon obstáculos legales que complican la eliminación. Aunque los psiquiatras y los médicos especializados en adicciones tienen entre sus pacientes un número superior a la media de personas infectadas por hepatitis vírica, rara vez recetan los eficaces medicamentos antivirales por miedo a las demandas de recurso. “Aquí sería importante crear seguridad jurídica”, afirma el profesor Wedemeyer, un mensaje que los políticos que asistieron a la reunión estratégica llevarán a sus comités.
Porque aplicar las medidas necesarias cuesta dinero. Por lo tanto, una demanda importante del actual documento de posición es designar la eliminación de la hepatitis vírica como una prioridad de salud pública y financiarla adecuadamente. “Por un lado, se trata de la financiación de la terapia en sí”, afirma el Prof. Wedemeyer en relación con los pacientes de los grupos de riesgo, a menudo sin seguro médico. Por otro lado, las instalaciones locales, como los centros de ayuda a drogodependientes, deben contar con más personal para poder hacer frente a las tareas adicionales de las pruebas de la hepatitis y el inicio del tratamiento. “Por lo tanto, es importante dar prioridad a la eliminación del virus por parte de los responsables políticos”, afirmó la Prof. Dra. Ulrike Protzer, Directora del Instituto de Virología de la Universidad Técnica de Múnich (TUM) y del Helmholtz de Múnich, en el debate final, en el que participó el Prof. Dr. Andrew Ullmann (FDP), miembro del Bundestag alemán. La pandemia de Corona demuestra hasta qué punto es posible cuando los políticos han reconocido la necesidad. El requisito previo para ello es reconocer la hepatitis vírica en sus múltiples facetas más allá de la pura medicina, algo que quedó claro en la reunión estratégica. “El objetivo de la OMS sólo puede alcanzarse mediante la cooperación de la ciencia, la medicina, las empresas, las organizaciones de pacientes y la política”, resume Wedemeyer.
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