El desarrollo de los inhibidores de los puntos de control inmunitarios ha allanado el camino para el control selectivo de los tumores mediante la activación del sistema inmunitario. Mientras tanto, pueden utilizarse seis preparados para combatir un total de siete enfermedades malignas. Pero esta terapia no siempre está exenta de consecuencias.
Los inhibidores de los puntos de control inmunitarios (ICI) se caracterizan porque no atacan a las propias células tumorales, sino que estimulan a las células inmunitarias para que se defiendan contra la enfermedad maligna. Las células cancerosas han aprendido a utilizar diferentes vías de señalización para sus propios fines. Los ICI reactivan la defensa tumoral interrumpiendo las interacciones inhibitorias entre las células presentadoras de antígenos y los linfocitos T en los puntos de control (anti-PD-1/PD-L1, anti-CTLA-4, anti-TIM-3, anti-LAG-3) o estimulando los puntos de control activadores (CD27, CD40, GITR, CD137). Sin embargo, a menudo inducen efectos secundarios autoinmunes que pueden afectar a cualquier sistema orgánico. Suelen aparecer problemas dermatológicos, gastroenterológicos o endocrinológicos. En comparación, los efectos secundarios neurológicos se describieron en contadas ocasiones y no se registraron sistemáticamente. Por lo tanto, el objetivo era clasificarlos con el fin de desarrollar conceptos para un enfoque diagnóstico estructurado y, en última instancia, una terapia eficaz.
Debe aclararse si las molestias neurológicas pueden asignarse a cuadros clínicos conocidos o si se trata de nuevas entidades debidas al proceso autoinmune inducido por fármacos. Además, no sólo hay que encontrar una terapia adecuada, sino desarrollar las normas de tratamiento más eficaces posibles. Para ello, se realizaron análisis de LCR y suero, mediciones electrofisiológicas y exámenes de IRM en pacientes sometidos a terapia con ICI con efectos secundarios neurológicos. Cuatro de los siete pacientes presentaron una constelación similar de síntomas consistentes en debilidad de las extremidades, trastornos de la marcha, paresia de los músculos oculares y, en algunos casos, afectación cardiaca. En todos los pacientes había también pruebas clínicas y diagnósticas de la presencia de polineuropatía desmielinizante, miositis o miastenia gravis, o síntomas de varias de estas enfermedades. Fue necesario un tratamiento inmunomodulador precoz e intensivo con inmunoglobulinas intravenosas, entre otros, para tratar adecuadamente los síntomas.
Los efectos secundarios neurológicos en el contexto del tratamiento con inhibidores de los puntos de control inmunitarios son poco frecuentes, pero pueden tener consecuencias graves. Según los autores, se trata de una nueva entidad de enfermedad en el sentido de un síndrome de solapamiento de neuropatía aguda, miositis y miastenia gravis.
Fuente: 92º Congreso de la Sociedad Alemana de Neurología (DGN)
InFo NEUROLOGY & PSYCHIATRY 2019; 17(6): 35 (publicado el 23.11.19, antes de impresión).