Gracias a las opciones diagnósticas y terapéuticas más modernas, hoy en día casi todos los niños y adolescentes que desarrollan un cáncer pueden curarse. Sin embargo, no hay que ignorar las consecuencias que puede tener este tratamiento hemato-oncológico. Las complicaciones cardiovasculares encabezan la lista.
La probabilidad de supervivencia de los niños y adolescentes que desarrollan un cáncer ha aumentado hasta superar el 80% en los últimos años. Sin embargo, su esperanza de vida se reduce porque no pueden descartarse los efectos tardíos derivados de la terapia contra el cáncer. Hasta el 70% de todos los afectados sufren estos problemas de salud 30 años después de finalizar el tratamiento. Éstas pueden afectar a distintos órganos y volver a ser potencialmente mortales, como otro cáncer o una insuficiencia cardiaca grave. Las causas más frecuentes de muerte tras un cáncer infantil son las neoplasias malignas secundarias y los problemas cardíacos.
En el riesgo de complicaciones influyen factores individuales como las enfermedades previas, la edad, el sexo y la predisposición genética. Pero, por supuesto, el tipo de terapia oncológica también desempeña un papel importante. Los expertos abogan por un plan de seguimiento individual, ya que muchas enfermedades pueden tratarse bien en las fases iniciales. Sin embargo, dado que entonces los afectados ya no entran en el ámbito de responsabilidad de los oncólogos pediátricos, es necesario un enfoque interdisciplinar.
Las complicaciones más frecuentes de un vistazo
Los efectos tardíos más frecuentes se encuentran en el área endocrina. Las endocrinopatías se producen porque la radioterapia puede provocar una disfunción de los órganos endocrinos. Más de una de cada dos personas padece trastornos tiroideos, trastornos del sistema hipotalámico-hipofisario o disfunciones gonadales. Estos últimos se encuentran principalmente después de la quimioterapia. La radioterapia suele tener más probabilidades de provocar una disfunción tiroidea o una neoplasia.
Las consecuencias más graves y potencialmente mortales incluyen las enfermedades cardiacas. Las miocardiopatías, las alteraciones valvulares, las arritmias cardiacas o las cardiopatías coronarias pueden tratarse bien inicialmente, pero a menudo se pierde el momento adecuado y la enfermedad progresa. La probabilidad de complicaciones cardiacas aumenta especialmente con la quimioterapia que contiene antraciclinas y la radioterapia torácica. Una combinación de ambos tratamientos, como la utilizada principalmente para la enfermedad de Hodgkin, aumenta aún más el riesgo. En general, el riesgo relativo de insuficiencia cardiaca se multiplica por 15 en los pacientes con cáncer infantil. Además, la probabilidad de mortalidad temprana relacionada con el corazón también se multiplica por siete u ocho en los afectados. Según la directriz actual del Grupo Internacional de Armonización de Directrices, debe realizarse una revisión ecocardiográfica periódica, ya que el riesgo de miocardiopatías aumenta significativamente.
Para saber más:
- www.awmf.org/uploads/tx_szleitlinien/025-003l_S1_Nachsorge_von_krebskranken_Kindern_Jugendlichen_06-2013-abgelaufen.pdf (último acceso el 14/09/2019)
- Kaatsch P, Spix C: Registro alemán de cáncer infantil – Informe anual 2017 (1980 – 2016)
- www.ighg.org/guidelines/topics/ (último acceso el 15/09/2019)
- Armenian SH et al. Recomendaciones para la vigilancia de la cardiomiopatía en supervivientes de cáncer infantil: un informe del Grupo Internacional de Armonización de Directrices sobre los Efectos Tardíos del Cáncer Infantil. The Lancet Oncology 2015; 3:e123-e136
- www.kinderkrebsinfo.de/patienten/nachsorge/spaetfolgen___langzeitnachsorge/einfuehrung/index_ger.html (último acceso el 14/09/2019)
CARDIOVASC 2019; 18(5): 20