La hipertensión, los lípidos sanguíneos elevados o la diabetes son algunos de los factores de riesgo de la cardiopatía coronaria. Como prevención primaria, se prefiere la sustitución por ácidos grasos omega-3 y la administración de aspirina. Pero, ¿sigue siendo acorde con los tiempos que corren?
Casi todos los infartos se basan en enfermedades coronarias. Esto hace que sea aún más importante tomar medidas preventivas que puedan evitar el desarrollo de la enfermedad, especialmente en pacientes de riesgo. Un estilo de vida saludable con suficiente ejercicio, una dieta equilibrada y poco estrés, junto con dejar de fumar, tienen sin duda una gran prioridad en la prevención primaria. Además, todas las directrices recomiendan una dieta rica en pescado, así como la ingesta de 1 g de cápsulas de aceite de pescado, como explicó el Prof. Dr. med. Franz Eberli, de Zúrich. Esto se basó en los resultados de estudios de los años 80 [1–6], en los que la sustitución de ácidos grasos omega-3 se asoció a una reducción de la mortalidad cardiovascular.
Sin embargo, esta hipótesis no pudo confirmarse en los estudios de seguimiento. Sólo en los estudios abiertos se apreció una tendencia hacia un efecto. Una revisión Cochrane de 2018 [7] analizó los resultados de 79 ensayos clínicos aleatorizados y halló un efecto escaso o nulo de los ácidos grasos omega-3 sobre la mortalidad por todas las causas, la mortalidad cardiovascular, los acontecimientos cardiovasculares, el ictus y las arritmias. Un estudio reciente [8] de 25.871 pacientes sin enfermedad cardiovascular confirmó los nuevos hallazgos. La ingesta de 1 g de cápsula de aceite de pescado frente a placebo no mostró diferencias en cuanto a la reducción de los episodios cardiovasculares.
La aspirina no aporta ningún beneficio
Se obtuvieron resultados similares en varios estudios con diferentes grupos de pacientes que investigaron el beneficio de la aspirina en la prevención primaria. Un estudio multicéntrico [9] aleatorizó a 12.546 pacientes en una proporción 1:1 para recibir 100 mg/día de AAS o placebo. El criterio de valoración primario fue una combinación de muerte cardiovascular, infarto de miocardio, angina inestable o ictus/ataque isquémico transitorio. Uno de estos acontecimientos se observó en 269 pacientes (4,29%) del grupo verum frente a 281 pacientes (4,48%) del grupo placebo. Por consiguiente, no existía una ventaja clara.
Un segundo estudio [10] investigó la protección del AAS contra los eventos cardiovasculares en 15.480 diabéticos con una edad media de 63 años. De nuevo, un grupo recibió 100 mg/día de AAS o placebo. El criterio de valoración primario de la eficacia fue un acontecimiento vascular grave. Durante el periodo de seguimiento de 7,4 años, el riesgo de un acontecimiento vascular se redujo realmente de forma moderada en un 12%. Sin embargo, este beneficio se vio contrarrestado por un elevado número de complicaciones hemorrágicas graves (aumento del 29%). “Por lo tanto, un buen tratamiento de la hipertensión y la reducción del colesterol siguen siendo las medidas preventivas primarias más importantes para los pacientes de alto riesgo”, resumió el Prof. Eberli.
Fuente: 85º Congreso Médico de Davos, del 7 al 9 de febrero de 2019
Literatura:
- NEJM 1985; 312: 1205-1209.
- NEJM 1985; 313: 820-824.
- Circulation 202; 106: 2747.
- Lancet 189; 334:757-761.
- Lancet 1999; 354: 474-455.
- Circulation 2017; 135: 867-884.
- Cochrane Database Syst Rev 2018; 7: CD03177.
- NEJM 2019; 380: 23-32.
- Lancet 10152; 392: 1036-1046.
- Am Heart J 2018; 198: 135-144.
PRÁCTICA GP 2019; 14(3): 40-41
CARDIOVASC 2019; 18(5): 30