Numerosos estudios demuestran que la dermatitis atópica moderada o grave conlleva una considerable “carga de enfermedad” si los síntomas no se controlan adecuadamente y puede tener un impacto negativo en la vida de los pacientes y en su entorno social. La calidad de vida suele verse afectada de forma significativa, siendo el ciclo picor-rascado especialmente estresante para los afectados. Para muchos pacientes, el alivio del picor es, por tanto, un objetivo primordial del tratamiento.
En Europa, aproximadamente el 4,4% de los adultos y hasta el 18,6% de los niños y adolescentes padecen dermatitis atópica, siendo el 20% de todos los casos formas de moderadas a graves [1]. Estos pacientes tienen una carga de enfermedad significativamente mayor en comparación con los de curso leve [1]. Varios estudios han demostrado que el ciclo picor-rascado no sólo es desagradable y debilitante per se, sino que provoca trastornos del sueño y estigmatización. Estos factores dan lugar a problemas psicosociales que se acumulan con el tiempo e impiden que los pacientes alcancen todo su potencial. Así, un control inadecuado de los síntomas puede conducir a un círculo vicioso con efectos negativos a varios niveles.
La falta de control de los síntomas se asocia a una elevada carga de enfermedad
Varios estudios sugieren que la dermatitis atópica se asocia a una carga de enfermedad similar o superior a la de la diabetes, el asma y la psoriasis [1,3]. En un estudio a gran escala realizado en toda Alemania, un tercio de más de 1.600 pacientes adultos con dermatitis atópica declararon padecer insomnio relacionado con el picor [3]. La dermatitis atópica de moderada a grave es más frecuente en familias con antecedentes de enfermedades atópicas [4,5]. Más de uno de cada cinco pacientes de dermatitis atópica padece también asma y el riesgo de rinitis alérgica y alergias alimentarias aumenta masivamente [6]. Especialmente en los pacientes con dermatitis atópica grave, la prevalencia a lo largo de la vida del asma y la fiebre del heno, así como la prevalencia a 1 año de las alergias alimentarias están por encima de la media [23]. En estudios epidemiológicos, el asma afectó a más de la mitad de los adultos con cursos graves de neurodermatitis [23]. Además, los pacientes también pueden padecer comorbilidades no atópicas como depresión, ansiedad, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, así como otras afecciones cutáneas (por ejemplo, dermatitis de contacto, eccema de manos, foliculitis) e infecciones cutáneas [7–10]. Mientras que la dermatitis atópica leve puede controlarse adecuadamente mediante cuidados básicos, la evitación de los factores desencadenantes y preparados tópicos, se requiere una estrategia de tratamiento más completa para lograr el control de los síntomas en los pacientes con cuadros moderados o graves, disponiendo en la actualidad de modernas terapéuticas sistémicas altamente eficaces [11].
El alivio del picor como objetivo terapéutico más importante para los pacientes
El principal síntoma de la dermatitis atópica de moderada a grave es el picor persistente. El rascado repetido de las zonas afectadas puede agravar las lesiones cutáneas inflamatorias, sangrantes y dolorosas [12]. Esto suele tener un impacto negativo en los patrones de sueño y en el bienestar psicológico y social en general [13,14]. Se considera que el circuito picor-rascado es el factor que más afecta a la calidad de vida de los pacientes y sus familias [15,16]. Las consecuencias del picor agonizante van desde alteraciones del sueño, problemas emocionales y de comportamiento hasta dificultades en la vida cotidiana privada y profesional [17]. Estos efectos son especialmente graves en pacientes con dermatitis atópica severa [18] (Fig. 1). En un estudio transversal estadounidense publicado en 2019 con un total de más de 2800 participantes adultos en el estudio, los pacientes con dermatitis atópica tenían puntuaciones medias más altas en las subescalas de depresión (HADS-D) y ansiedad (HADS-A) de la Escala Hospitalaria de Ansiedad y Depresión (HADS) en comparación con un grupo de control sano, y la dermatitis atópica moderada y moderadamente grave se correlacionaba positivamente con puntuaciones HADS-A y HADS-D más altas. Un estudio poblacional de 2017 en el que participaron más de 34 000 adultos suecos demostró claramente que los pacientes con dermatitis atópica tienen un mayor riesgo de depresión, y que la magnitud del aumento del riesgo se correlaciona con la gravedad de la dermatitis atópica. Por ejemplo, el cociente de riesgos ajustado (aRR) para la dermatitis atópica leve fue de 1,78 (IC del 95%; 1,50-2,12), mientras que para la dermatitis atópica grave se documentó un aRR de 6,22 (IC del 95%; 4,60-8,42) [15].
Para poder registrar de forma diferenciada la carga individual de la enfermedad y los efectos sobre la calidad de vida, es fundamental tener en cuenta la perspectiva del paciente y los aspectos psicosociales [1]. En un estudio alemán en el que participaron 91 consultas dermatológicas y ambulatorios, se recogieron los objetivos personales de tratamiento de más de 7500 pacientes. El objetivo mencionado con más frecuencia por los pacientes fue “no tener picores” (96,0%) seguido de “una rápida mejoría del estado de la piel” (87,8%) (Fig. 2) [19]. Esto pone de relieve la angustia causada por el prurito insoportable y la importancia de las opciones de tratamiento que alivian el picor.
Una terapia eficaz reduce la carga de la enfermedad
Los efectos secundarios psicológicos como la ansiedad, la depresión y el aislamiento social pueden acumularse durante un largo periodo de tiempo en las personas con dermatitis atópica e impedir que los pacientes alcancen todo su potencial [8]. La dermatitis atópica de moderada a grave puede afectar significativamente a la capacidad laboral de los pacientes y provocar ausencias por enfermedad [13]. Los estudios han demostrado que el impacto en el rendimiento laboral representa la mayor parte de la carga económica causada por la dermatitis atópica de moderada a grave [14,22]. Además, los sentimientos de vergüenza, el acoso y las burlas suelen empujar a los afectados al aislamiento social e interfieren en la vida cotidiana [20]. El alivio eficaz de los síntomas puede suponer una mejora sustancial de la calidad de vida y el rendimiento de los pacientes. En vista de los efectos psicosociales multidimensionales de la dermatitis atópica, deben desarrollarse planes terapéuticos individuales con referencia al esquema de tratamiento paso a paso basado en directrices. La forma en que la dermatitis atópica afecta a la calidad de vida del paciente y las estrategias de afrontamiento elegidas varían de un individuo a otro [21]. Para poder aplicar una “gestión de la enfermedad” lo más sostenible posible, al elaborar el plan terapéutico también deben tenerse en cuenta los objetivos del tratamiento del paciente y diversos factores psicosociales.
Literatura:
- Augustin M, et al: JEADV 2022;36 Suppl 7: 3-16.
- Sicras-Mainar A, et al: Actas Dermosifiliogr 2018; 109: 35-46.
- Langenbruch A, et al: JEADV 2014; 28: 719-726.
- Brown SJ: Clin Med 2016; 16: 66-69.
- Darsow U, Raap U, Ständer S: Dermatitis atópica. En E Carstens, T Akiyama, eds. Picor: mecanismos y tratamiento. CRC Press/Taylor & Francis, Boca Ratón (FL), 2014.
- Asociación Nacional de Ezcema. Visión general. 2021. https://nationaleczema.org/research (última llamada 13.10.2022)
- Thyssen JP, et al: Allergy 2018; 73: 214-220.
- Schmitt J, et al: Allergy 2018; 73: 615-626.
- Zander N, et al: JEADV J 2020; 34: 135-141
- Radtke MA, et al: JEADV 2017; 31: 151-157.
- Yum HY, et al: Allergy Asthma Immunol Res 2018; 10: 253-259.
- Asociación Nacional del Eccema. Dermatitis atópica. 2021. https://nationaleczema.org/eczema/types-of-eczema/atopic-dermatitis, (última consulta: 13.10.2022)
- Misery L, et al: Acta Derm Venereol 2018; 98: 713-714.
- Sciattella P, et al: G Ital Dermatol Venereol 2020; 155: 19-23.
- Theodosiou G, et al: Acta Derm Venereol 2019; 99: 964-970.
- Silverberg JI, et al: J Invest Dermatol 2015; 135: 56-66.
- Jeon C, et al. : Dermatol Ther 2017; 7: 349- 364.
- Eckert L, et al: J Am Acad Dermatol 2019; 81: 187-195.
- Augustin M, et al: JEADV 2020; 34: 142-152.
- Lewis-Jones S: Int J Clin Pract 2006; 60: 984-992.
- Ros S, Puig L, Carrascosa JM: Actas Dermo-Sifiliográficas (Edición española) 2014; 105: 128-134.
- Ariens LFM, et al: Acta Derm Venereol 2019; 99: 762-768.
- Silverberg JI, et al: Ann Allergy Asthma Immunol. 2018; 121: 604-612.
- Zigmond AS, Snaith RP: Acta Psychiatr Scand 1983; 67: 361-370.
PRÁCTICA DERMATOLÓGICA 2022; 32(5): 32-34