La obesidad no es saludable, aumenta el riesgo cardiovascular y, por tanto, la mortalidad. Merece la pena examinar más de cerca esta conexión aparentemente tan clara. ¿En qué partes del cuerpo los depósitos de grasa son especialmente perjudiciales para la salud? ¿Y qué parámetro se utiliza para calcular el riesgo de mortalidad: el IMC o mejor la relación cintura-cadera? En cambio, ¿qué importancia tiene la forma física como factor? Preguntas respondidas en el Curso de Repaso en Cardiología Clínica.
El Dr. Thomas G. Allison, de la Clínica Mayo de Rochester, habló sobre el tema “Grasa o buena forma física”. Los estudios demuestran que un aumento del IMC en la población general incrementa el riesgo de mortalidad (especialmente la mortalidad cardiovascular); esto es aplicable a ambos sexos y a todas las edades [1]. Pero, ¿un IMC elevado equivale realmente a obesidad? El lugar del cuerpo donde se localiza la grasa parece ser mucho más significativo. La grasa subcutánea es un factor de riesgo cardiovascular menos relevante que la grasa visceral. Grasa “central” (la clásica “barriga cervecera” en una persona por lo demás delgada).
Un parámetro más adecuado que el IMC es la relación cintura-cadera. Si este valor aumenta, el cociente de riesgo de mortalidad por todas las causas también aumenta en consecuencia (de aproximadamente 0,8 para las mujeres y de aproximadamente 1 para los hombres), con el control de factores de influencia importantes como la edad, la diabetes, la hipertensión/colesterolemia y el IMC.
Un estudio con 15.184 participantes del entorno de la Clínica Mayo [2] generó un gran interés. Los hombres con “obesidad de peso normal” tenían con diferencia el peor pronóstico a largo plazo: con un IMC completamente normal de 22 kg/m2 pero una relación cintura-cadera de 1, su riesgo de mortalidad aumentaba en un 87% en comparación con los hombres con un IMC normal y una relación cintura-cadera normal (0,89). En comparación con los hombres con un IMC elevado (27,5 kg/m2 resp. 33 kg/m2), pero una relación cintura-cadera normal, el riesgo era el doble (HR 2,24 y 2,42 respectivamente). Era comparable a la de las personas con valores elevados en ambos parámetros (de hecho, seguía siendo ligeramente superior). En el caso de las mujeres con un IMC normal pero con obesidad central, los aumentos de riesgo correspondientes fueron del 48% (frente a las dos normales) y del 32% (frente a la única con IMC aumentado).
Las advertencias en relación con la obesidad son las siguientes:
- El IMC no siempre es una buena medida de la obesidad (el 70-85% de la masa corporal es masa corporal libre de grasa en personas con peso normal).
- El IMC es más predictivo en los hombres (“forma de manzana”) que en las mujeres (“forma de pera”).
- La obesidad central (perímetro de la cintura o relación abdomen/cadera) predice el pronóstico mejor que el IMC.
- El síndrome metabólico ayuda a definir la obesidad de alto riesgo.
Fitness – un poco da para mucho
“Todos sabemos que la mejora de la forma física cardiovascular puede reducir la mortalidad de forma bastante significativa”, afirmó el ponente. El alcance de la aptitud resp. la actividad física no está relacionada linealmente con el pronóstico. Incluso pequeños cambios en la forma física conllevan un gran beneficio, mientras que un mayor aumento de la actividad física tiene cada vez menos efecto, es decir, la curva de reducción del riesgo se aplana. En niveles de forma física o de entrenamiento extremadamente elevados, puede incluso observarse un ligero aumento del riesgo.
¿Cómo interactúan la gordura y la forma física?
También en términos de aptitud, el factor decisivo es qué medida se utiliza. La aptitud cardiorrespiratoria se basa en el VO2máx medido, que se expresa en ml/kg/min. Las personas obesas obtienen automáticamente peores resultados, aunque no tengan necesariamente peores condiciones cardiovasculares, porque su tejido adiposo aumenta el denominador (kg) pero tiene poco efecto sobre el numerador (ml).
El profesor Allison puso el ejemplo de dos camionetas pick-up: ambas tienen el mismo equipamiento básico y el mismo número de caballos de potencia. Sin embargo, la superficie portante de uno está totalmente cargada de ladrillos, la del otro está vacía. ¿Cuál de los dos camiones llegará primero a la colina? “Un mayor peso total no se corresponde necesariamente con una peor forma física, análoga a la potencia”, explicó el profesor Allison. “Por lo tanto, tanto en la forma física como en la gordura es un reto traducir los fenómenos en mediciones concretas”.
Por supuesto, cuesta más esfuerzo poner en movimiento más peso, por eso las personas más gordas suelen ser menos activas. En principio, sin embargo, más peso no significa automáticamente menos forma física. Cuando aumenta su actividad física, suele reducir su tejido adiposo (sobre todo el central) y así también mejora su forma física (valores) – además, la actividad se hace más fácil. La prevalencia del síndrome metabólico también está inversamente relacionada con la forma física. Cuanto mayor es la forma física, más raro es el síndrome metabólico y viceversa [3].
Grueso, pero ajustado
Mientras que las críticas al VO2máx sugieren que la obesidad es un requisito previo para una mala forma física (valores), por así decirlo, y por tanto un mediador de la relación entre la forma física y la mortalidad, otros estudios apuntan en la dirección opuesta. Según esto, es más bien la forma física el factor decisivo. El sobrepeso es menos relevante siempre que se esté lo suficientemente en forma.
Un gran estudio de cohortes de 1999 [4] demostró que las personas que no estaban en forma, ya fueran delgadas (<16,7% de grasa corporal), normales (16,7 a <25%) u obesas (>25%), tenían un mayor riesgo de mortalidad cardiovascular y total, mientras que las personas en forma de todos los grupos tenían un riesgo significativamente menor. Lo mismo se aplicó a la clasificación según la circunferencia abdominal y la masa grasa. Las personas en forma en el cuartil más alto de obesidad tenían un riesgo menor que las personas delgadas y sin forma. E incluso cuando estos últimos tenían un perímetro de cintura bajo, presentaban un mayor riesgo de mortalidad global que los individuos en forma con un perímetro de cintura alto. Conclusión: Sólo las personas en forma se benefician de su delgadez, por lo que el umbral de “forma física” se fijó bastante bajo en este estudio. Se recogió mediante una prueba en cinta rodante en el sentido de un sustituto del VO2máx. El 20% que obtuvo peores resultados fue considerado no apto.
Otro estudio de la Clínica Mayo demostró que un descenso de la capacidad aeróbica funcional (indicador de la forma física) por debajo de un límite del 80% provocaba un fuerte aumento de la mortalidad, y ello en todos los grupos de peso (clasificados según el IMC y la grasa corporal) sin diferencias significativas entre los cocientes de riesgo [5]. La forma física predijo en consecuencia la mortalidad por todas las causas independientemente de la clasificación por peso.
Los resultados a largo plazo que incluyeron el IMC, el perímetro de la cintura y el porcentaje de grasa como factores apuntan en la misma dirección: la forma física es un predictor independiente de la mortalidad por todas las causas [6]. Lo mismo ocurría con el perímetro de cintura, pero sólo mientras no se incluyera la forma física como covariable.
Conclusión
“En general, la forma física parece ser un parámetro más significativo para la salud y el riesgo de mortalidad que la obesidad, sobre todo cuando se utiliza el IMC para medir la obesidad. Aunque la medición de la grasa central predice mejor el pronóstico, la forma física sigue siendo más relevante como factor de riesgo”, resumió la profesora Allison.
Fuente: 14º Curso de Zurich de revisión en cardiología clínica, 14-16 de abril de 2016, Zurich
Literatura:
- Calle EE, et al: Índice de masa corporal y mortalidad en una cohorte prospectiva de adultos estadounidenses. N Engl J Med 1999 Oct 7; 341(15): 1097-1105.
- Sahakyan KR, et al: Obesidad central de peso normal: implicaciones para la mortalidad total y cardiovascular. Ann Intern Med 2015 dic 1; 163(11): 827-835.
- Kullo IJ, et al: Relación de la baja forma física cardiorrespiratoria con el síndrome metabólico en hombres de mediana edad. Am J Cardiol 2002 Oct 1; 90(7): 795-797.
- Lee CD, Blair SN, Jackson AS: Condición física cardiorrespiratoria, composición corporal y mortalidad por todas las causas y por enfermedades cardiovasculares en hombres. Am J Clin Nutr 1999 Mar; 69(3): 373-380.
- Abudiab M, et al: Uso de la capacidad aeróbica funcional basada en pruebas de esfuerzo para predecir resultados en pacientes normales, con sobrepeso y obesos. Mayo Clin Proc 2013 dic; 88(12): 1427-1434.
- Sui X, et al: Aptitud cardiorrespiratoria y adiposidad como predictores de mortalidad en adultos mayores. JAMA 2007 dic 5; 298(21): 2507-2516.
PRÁCTICA GP 2016; 11(5): 34-35